PSICOANÁLISIS HUMANISTA DE ERICH FROMM

La literatura psicoanalítica, al tratar de las diversas escuelas de Psicoanálisis, suele encuadrar a Fromm dentro de la corriente Culturalista con Karen Horney y Harry Stack Sullivan.

Esta tendencia culturalista habla sobre la importancia de los factores culturales en el origen y formación del carácter y las neurosis; en este sentido Fromm participa en dicho planteamiento. Fromm prefirió llamar a su orientación psicoanalítica “Psicoanálisis Humanista”, y en efecto, el psicoanálisis frommiano se inserta en una amplia concepción del hombre, de corte humanístico.

La trayectoria de Fromm, a diferencia de otros psicoanalistas de su época, no se inició en el ámbito médico o psiquiátrico, sino que fue uno de los primeros psicoanalistas no médicos, y no sólo eso, sino que además había realizado estudios previos en el campo de la sociología. El hecho de no ser médico le valió en algunas ocasiones que no fuera bien visto, e incluso esto tuvo que ver con su alejamiento de Karen Horney.

Me parece que estos dos hechos, el que no haya sido médico, ni con una formación previa en esa línea, y el que tuviera una base sociológica tan vasta e importante, fue lo que le permitió tener otra visión del psicoanálisis, y de esta manera pudo ampliarlo, al integrar una visión social. Haciendo una analogía, me parece que Fromm vino a hacer con Freud, lo que hizo Marx con Hegel.

Fromm admite los descubrimientos fundamentales de Freud, como lo es el inconsciente, la represión, mecanismos de defensa, la transferencia y contratransferencia, los sueños como expresión más directa, la importancia de la niñez en la etiología de los problemas psicológicos, etc.

“La concepción del hombre biológico mecanicista de la que parte Freud es ampliamente rebasada por Fromm con su visión del hombre biológico-social. Como consecuencia lógica se ponen en cuestionamiento varios aspectos de la teoría freudiana como la concepción del inconsciente como exclusivamente patológico, la teoría de la libido, las fases de evolución de la libido en cuanto a etiología de las neurosis, la existencia de un instinto de muerte, la concepción del amor y la mujer, etc.” (Lobo,1981).

Fromm se sitúa más en la línea de la psicología del “yo” que intenta reaccionar frente a un cultivo exclusivo de la psicología del “ello”, haciendo énfasis por otro lado, la gran importancia, en el origen de los problemas psíquicos, de las relaciones interpersonales patógenas, sobre todo en la infancia. Las relaciones interpersonales sustituyen a la teoría de la evolución de la libido en el plano etiológico; las necesidades específicamente humanas a la libido en el plano motivacional; las grandes líneas psicopatológicas del narcisismo, la fijación incestuosa y la destructividad-necrofilia a los cuadros más diversificados y menos profundos de la clínica convencional en el plano nosológico; una concepción del hombre profunda y radicalmente humanista, en definitiva, a la biológico mecanicista antes mencionada.

“El hombre como centro y meta de toda actividad humana. Exclusión por lo tanto, de toda subordinación a metas o poderes ajenos al hombre, es un antropocentrismo radical. Cualquier concepción o realidad, ya sea personal o social, que pretenda imponer un sistema ajeno al ser humano será denunciada por Fromm como un autoritarismo violador de la dignidad del hombre. Este, por otra parte, no tiene que abandonar su libertad, su responsabilidad, su ser, en definitiva, supeditándose a poderes extraños por comodidad, anhelo de protección o seguridad o por otras necesidades infantiles: no debe idolatrar. Sería una enajenación.” (Lobo, 1981).

En el plano sociocultural el máximo criterio para Fromm no es la adaptación o ajuste social a ultranza sino la integridad del individuo. En el terrero político y económico su oposición a cualquier proyecto totalitario que subordine la persona al sistema, al estado u otros fines que no sea ella misma. En las relaciones interpersonales y familiares sus penetrantes análisis de las relaciones simbióticas sadomasoquistas evidencian su preocupación por la integridad y desarrollo de la persona.

El hombre posee en el camino de su propia realización como ser humano, un órgano orientativo, detector e impulsor de su desarrollo: la conciencia humanista, que es la resonancia de nuestra personalidad total a su funcionamiento correcto o incorrecto. Es la reacción de nosotros ante nosotros mismos que actúa para que evolucionemos en plenitud y armonía para que lleguemos a ser lo que somos potencialmente. No es la voz interiorizada de ninguna autoridad (padres, educadores, etc.) a la cual estaríamos ansiosos de contentar y temerosos de contrariar. Es nuestra propia voz, la voz de nuestro amoroso cuidado por nosotros mismos. Su meta es el desarrollo, integrar y la felicidad.

REFERENCIAS

Lobo, J. (1981). EL PSICOANÁLISIS HUMANISTA DE ERICH FROMM. Papeles del Psicólogo, 0.

Torres, A. (2016). ​Erich Fromm: Biografía del Padre del Psicoanálisis Humanista. Psicología y Mente. Recuperado de: https://psicologiaymente.net/biografias/erich-fromm

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