Terapia psicoanalítica en adolescentes con Daniel Villanueva

Enríquez Vega, Felipe Arturo
Gómez Chávez, Ana Itzel
Gutiérrez González, Andrea
Hernández López, Maritza Angélica
Olvera Orozco, Cristian Alejandro
Peña González, Daniela Itzel
Yáñez Chávez, Eva Edurne

El día viernes 20 de octubre del 2017, asistió a la clase de Teorías y Sistemas Terapéuticos Daniel Villanueva, estudiante del segundo año de maestría en terapia psicoanalítica con adolescentes. Él se encuentra haciendo la residencia de la maestría en el Centro de Servicios Psicológicos “Guillermo Dávila”, por esta razón, presentó el caso de Manuel, un joven de 13 años de edad, que posee un diagnóstico de espectro autista leve y TDAH. Debido a lo anterior, el paciente mantiene un tratamiento farmacológico basado en antipsicóticos y ansiolíticos. De acuerdo con la descripción de Daniel, Manuel no aparenta la edad que tiene, pues muestra una apariencia infantil; por otro lado, cabe resaltar que su familia es de escasos recursos.
Desde temprana edad, el adolescente ha presenciado violencia doméstica, pues su padre era alcohólico y violentaba a su madre y al paciente. Con respecto a la madre del menor (Jessica), comenzó su consumo de drogas desde muy joven; a los 19 años conoció al padre de Manuel, ambos solían drogarse. A esta edad, ella se embaraza de Manuel, siendo un embarazo de alto riesgo con dos amenazas de aborto. El contexto en el que se desenvolvían los padres antes de que Manuel naciera, estaba relacionado con el consumo de sustancias.
Con lo anterior, se observa que el ambiente en el que Manuel creció durante su infancia fue difícil debido al alcoholismo y la violencia por parte de su padre; cuando él golpeaba a la mamá, Manuel y Jessica solían irse por algunas semanas a casa de la abuela, después volvían a casa con el papá.
Cuando sucedían estas peleas, la abuela materna cuidaba de Manuel. De esta manera se enteró de que su nieto era encerrado en jaulas para animales y que le soplaban humo de cigarro en la cara para que se tranquilizara; este hecho es comentado por el menor y existe una concordancia entre lo que cuenta la abuela y lo que cuenta él. Sin embargo, existen muchas lagunas en la historia del menor sobre sus primeros años de vida que no se han podido conocer.
Durante su desarrollo infantil, Manuel no gateó; no sonreía; el destete fue a los 3 años; comenzó a decir sus primeras palabras al año y medio. A los 4 años de edad, sus familiares notaron que hablaba en tercera persona, por ejemplo: “Manuel tiene hambre; a Manuel no le gusta esto”, así que deciden llevarlo a un Centro de Atención Múltiple (C.A.M.), donde aprende algunas conductas que le ayudan a ser autosuficiente; sin embargo, los familiares notan que comienza a comportarse como las personas con problemas mentales que son atendidos ahí. A la par, en el kinder tiene dificultades para socializar y presenta episodios psicóticos: se revuelca en el piso, patalea y corre desnudo. En este periodo de los 0 a los 6 años, Manuel vive en casa de los abuelos paternos, con su madre y su padre.
Sin embargo, en una ocasión, el padre golpeó con mayor fuerza a Jessica, por lo cual decide mudarse a casa de la abuela y llevarse a Manuel con ella. Se van a vivir a casa de la abuela materna quien, a partir de entonces, se preocupa mucho por el bienestar de Manuel y es la principal encargada de cuidarlo. La madre de Manuel suele ausentarse mucho, esto porque conoce a un hombre y se va a vivir con él por un periodo corto de tiempo para después regresar.
Manuel relata varias historias que parecen una mezcla de fantasía y verdad, sin embargo en él han quedado alojadas como recuerdos; dice recordar que cuando tenía 3 años de edad se encontraba debajo de las cobijas en la cama de sus padres viéndolos tener relaciones sexuales utilizando una “lamparita” para poder observar, recuerda que el ver esto hizo que se excitara y comenta que le pareció algo muy violento. También presenta fantasías suicidas y homicidas, éstas últimas con algunos miembros de la familia, particularmente su tío y una prima. La familia conoce estas fantasías debido a que Manuel las exterioriza. Otro tipo de pensamientos que tiene es el hacerle maldades a su tío, imagina en su mente formas para molestarlo o agredirlo.
Debido a tales circunstancias, en la actualidad Manuel presenta alteraciones de la realidad, ya que habla de sí mismo en tercera persona, relata historias que no coinciden con los testimonios de la madre ni de la abuela. Además de tener pensamientos suicidas, comentándole a Daniel frases como: “Quiero ser un angelito, quiero estar en el cielo”.
La madre reveló que fue abusada sexualmente en dos ocasiones, por un cura y por su tío. Al contárselo a su madre ella le pide que lo olvide; por esta razón, Jessica manifiesta rechazo hacia su madre por no creerle y no apoyarla cuando ella se lo confiesa. La abuela menciona que el cuidado que le ha dado a Manuel viene de la culpa que siente por este hecho.
La madre de Jessica, persona también importante en el desarrollo de la terapia y cuidadora primaria de Manuel, presenta un pensamiento mágico/fantasioso con respecto ciertos eventos en la vida de su hija. Comenta que tiene 3 hijos (incluida Jessica), pero uno falleció. Asimismo refiere que al concebir a su hija, ella no tuvo relaciones sexuales, igualmente cuando Jessica le confiesa que está embarazada, ella niega que haya tenido relaciones sexuales para poder embarazarse.
Durante la terapia, Manuel manifiesta manías, sobre todo cuando su madre habla. Las manifiesta al rascar el sillón o al tener urticaria, reírse sin sentido, o tapándose los oídos. Lo anterior se relaciona específicamente cuando se habla de prohibiciones y reglas. Durante estos episodios Manuel comienza a decir muchas groserías, intenta golpear al analista o salirse del consultorio.
Para poder explicar el recuerdo de Manuel sobre sus padres teniendo relaciones sexuales el ponente retoma el concepto de escena primaria, explica que en la narración que le hace el joven no es importante las cosas que recuerda sino el significado que otorga a ese recuerdo. Daniel comenta que el recuerdo que Manuel le cuenta es sumamente fantasioso, y que se puede explicar mediante la escena primaria, que es la escena de relación sexual entre los padres, que puede ser vista por el niño o bien, supuesta por ciertos indicios y fantaseada por ellos. Es posible que Manuel haya visto a sus padre teniendo relaciones sexuales y añadido al recuerdo algunos elementos significativos para él o que no haya visto algo y todo sea una fantasía, que normalmente el niño suele interpretar como violenta.

Posteriormente se habló de tres procesos, el primero es el proceso originario, que comienza desde el nacimiento del bebé; en este momento, comienza la formación de la estructura psíquica, el infante registra a nivel de lo sensorial cualidades de placer (amor) y displacer (rechazo) de los objetos, la forma en la que queda representada esta actividad sensorial de placer-displacer es el pictograma. En este proceso no hay una diferenciación entre zona y objeto, sino que son complementarios; en un primer contacto con la madre para ser amamantado, este contacto es el momento inaugural de la actividad psíquica. El bebé registra la experiencia como placentera, por lo tanto, habrá un pictograma de fusión, en este caso entre la zona (boca) y el objeto (pecho); por el contrario, si hay displacer se formará un pictograma de rechazo, en éste queda grabado la totalidad del encuentro y no hay una diferenciación de sus partes. Además, este proceso se rige por el autoengendramiento, donde todo lo que se representa en el pictograma se va a vivenciar como creación propia del sujeto; para el bebé, él es quien crea el pecho y engendra la sensación placentera.

En cuanto al proceso primario, éste corresponde a la estructura del Ello, por lo tanto, el producto del proceso primario es la representación cosa en nivel inconsciente, donde se busca la satisfacción pulsional inmediata regida por el principio de placer; en este proceso primario se origina la fantasía y es mayormente acentuado en el sueño . Por otra parte, el proceso secundario corresponde a la estructura del Yo, donde se logra un control para la satisfacción regido por el principio de realidad, ocurre en un nivel preconsciente donde el producto es el lenguaje.

Estos tres procesos se hallan presentes durante toda nuestra vida y funcionamos con ellos de manera simultánea. Retomando el proceso originario, Daniel menciona que algunas de las conductas de Manuel, como taparse los oídos para no escuchar lo que se le dice (cancelando su propio órgano que le genera angustia), o comenzar a decir groserías y golpear las cosas. Todo esto indica que Manuel está funcionando bajo el proceso originario, ya que no es capaz de utilizar las palabras, como en el proceso secundario para expresar lo que siente, sino que únicamente ejecuta acciones, esto es mejor conocido como acting out.

Otros conceptos abordados dentro del caso de Manuel son la violencia primaria y la violencia secundaria. La violencia primaria se relaciona con la pulsión de vida, y alude a una función estructurante mediante la cual hay una imposición de los requerimientos de la cultura, promoviendo la ligazón e integración del Yo.
En cuanto a la violencia secundaria, esta se relaciona con la pulsión de muerte, donde prima la imposición del deseo del Otro por sobre el de la persona, aniquilando toda expresión de autonomía, enajenando la identidad y la posibilidad del surgimiento de un self verdadero, corriendo el riesgo de la implantación de un falso self.
También se comentó sobre las fantasías durante el embarazo. Una de ellas es llamada fantasía voyerista: la madre no desea tener relaciones sexuales a razón de que el feto o bebé vea o sienta el acto. Sobre esto, se analizó que este pensamiento es debido a que la madre recuerda haber visto la escena primaria y lo proyecta en su hijo. Esto también es un pictograma: “si yo tengo placer, el bebé también”.
Se habló de lo real: interno y externo. Respecto a la realidad interna: es cómo el individuo metaboliza las vivencias de adentro hacia afuera, es decir, qué significado le está dando. Respecto a la realidad externa, se mencionó que no existe como tal, sino que es una creación de la cultura. En el proceso originario, las cosas existen dentro de un autoengendramiento; en el proceso primario las cosas existen dentro del deseo; en el proceso secundario, las cosas existen dentro del lenguaje.

Con respecto al encuadre, hablamos sobre la necesidad de colocar al sujeto en una circunstancia determinada, favoreciendo la situación analítica. Esta situación es necesaria delimitarse mediante el establecimiento de un contrato entre paciente-analista; por ejemplo, al especificar la frecuencia de las sesiones, la duración, el lugar en donde se llevará a cabo, la puntualidad, los honorarios. Hablamos sobre el hecho de que el encuadre sea rígido o sea flexible frente a los intentos, de parte del paciente o del analista, por romperlo. En este caso, debido a que se trata de un adolescente, el encuadre debe establecerse primero con la madre y la abuela, puesto que ellas son las figuras que demandan la intervención psicológica de Manuel. Es importante tomar en cuenta ciertas reglas para facilitar la neurosis: regla de abstención, en la cual el psicoanalista no debe satisfacer las demandas del paciente, es decir, deberá evitar la influencia personal sobre él. Regla de la atención flotante, se refiere a que el analista debe interpretar todo el material de una forma homogénea, es decir, sin llegar a privilegiar ningún sector.

Finalmente se habló de cuándo es necesario que un psicólogo intervenga en relación a las ideas suicidas de un adolescente, la respuesta fue muy simple: se debe de intervenir cuando el adolescente comienza con la planeación del suicidio. De aquí se abordó que las ideas o pensamientos suicidas suelen presentarse mucho durante la adolescencia, esto se debe a que en el adolescente la concepción de la muerte no es similar a la de los adultos, para ellos la muerte es una manera para poder auto engendrarse, el suicidio es una manera de volver a nacer como alguien nuevo que ya no está sometido a la voluntad de los padres ni formado por ellos. Igualmente, les da la sensación de tener la capacidad de elegir sobre su muerte cuando no pudieron hacerlo sobre su vida, es decir, ellos no eligen nacer pero sí morir. Otro proceso frecuente en el adolescente es la atemporalidad, para ellos procesos muy cortos pueden durar mucho tiempo y viceversa, lo que influye en que no entiendan la muerte como una total desaparición para siempre, sino como algo momentáneo. A diferencia de los niños, en donde la muerte es equivalente a la desaparición.

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