Un día común en terrible movimiento

El 19 de septiembre de 2017 comenzaba como un día común, estaba en sesión de terapeutas de prácticas profesionales de“Psicoterapeutas en violencia de género” como cada martes con la profesora Ena Niño, esta vez nos habían cambiado de salón dado que estábamos trabajando en el sótano del edificio C de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Era el primer día en el salón A-214 del edificio A, ese día había llegado después de las 11:30 de la mañana así que me perdí del simulacro que se realizó en conmemoración al terremoto del 19 de septiembre de 1985.

Llego al salón, empieza la clase y de pronto…

Comencé a sentir el movimiento de forma ascendente proveniente del suelo y percibí la necesidad de salirme del salón lo más pronto posible para llegar a un punto de reunión en el que pudiera considerarme a salvo. Así que salí muy aprisa del salón; traté de no empujar ni gritar, bajé las escaleras congestionadas de gente, un poco lento, al llegar a la planta baja hubo un momento en el que no supe qué hacer y volteé a ver a mis compañeros que estaban detrás de mí para preguntarles hacia dónde tenía que ir, ya que no sabía porque no estuve al momento del simulacro que se hizo unas horas antes. No percibí en el instante que casi se me cae un pedazo de concreto en la cabeza hasta que observo que mis compañeros se asombran que ese pedazo se cae al piso y se rompe en el suelo, es ahí cuando me altero un poco más y trato de avanzar más apresuradamente.

En ese momento me surgieron pensamientos​ de angustia, preocupación y de muerte.

Vi a muchos de mis compañeros muy asustados, gritando, empujando, llorando, pero también a otros compañeros que estaban apoyando para que no se expandiera el caos.

Cuando me apoyan y me dicen hacia dónde dirigirme, camino muy apresuradamente hacia el estacionamiento y ahí permanezco durante el sismo alejándome de los coches cuando me lo recomendaban. En​ ​esos​ ​momentos me sentí estresada, ansiosa y con miedo.

Al inicio no me sentía tan preocupada por lo que había pasado porque no se percibían que hubiera daños graves en la facultad, me empecé a estresar cuando observé que no tenía señal en el teléfono.

Cuando se logró el acceso la red, mis compañeros empezaron a difundir información de lo que pasó en varios lugares de la ciudad, por lo cual me empecé a preocupar demasiado ya que me enseñaron imágenes qué cerca de mi casa se habían dañado algunas estructuras.

No tenía señal e intenté comunicarme con mi familia pero me fue imposible, me asusté demasiado y no dejé de intentar comunicarme por mensaje ya que decían que no obstruyéramos la linea telefónica.

En esos momentos en lo que más pensaba era en mi familia, en cómo pudieran estar o si estaban preocupados, angustiados por mí o si incluso me habían ido a buscar. Me preocupaba mi hermano que no sabía si estaba en su facultad, en la calle, en la casa u otro lugar.

Observé que varios compañeros lloraron, se asustaron, que estaban hablando unos con otros, que estaban con sus celulares, a los de protección civil o responsables de la seguridad de la facultad con sus chalecos naranjas, a profesores, a los trabajadores del STUNAM.

Físicamente vi que la estructura del puente que colinda con la cafetería, se desprendía un poco.

Cuando nos mencionan que podemos pasar por nuestras cosas a los salones, nos organizamos para que no nos fuéramos todos y que sólo unos compañeros subieran.

Cuando nos dicen que ya podemos retirarnos me asusté un poco ya que sentía que en el lugar en el que estaba era seguro; en ese momento no sabía si quedarme ahí o irme ya que me mencionaban que no había transporte y que iba a ser imposible llegar a mi casa tan rápido.

Después de un rato decidí irme con calma a ver si podía conseguir un medio para llegar lo más pronto posible, porque no quería que se preocupara mi familia por mí, caminé un gran tramo sin encontrar transporte.

Cuando ya estaba cansada y habían pasado varios minutos conseguí subirme a un camión en el que ya no había tanta gente porque me mencionaban que varios se habían bajado ya que iba muy lento por el tráfico que se ocasionó.

En el camión platiqué con varias personas que se percibían angustiadas o preocupadas por llegar a casa o saber cómo estaban sus familiares.

Cuando llegué a mi casa después de unas horas me tranquilicé al saber que mi familia estaba bien y que no había pasado a mayores.

Pasando un tiempo en mi casa, al principio me sentí angustiada por no poder apoyar pero a la vez también tranquila al saber que mi familia estaba bien.

Toda esa tarde me sentía mal por no poder ayudar, pero al día siguiente investigué en donde podrían necesitar de mi apoyo, así que fui varios días al estadio de Ciudad Universitaria al centro de acopio como parte de las cadenas humanas, como dispensador de agua y comida, apoyar a empaquetar y sellar cajas y paquetes de agua.

A partir de este, mi primer terremoto que he vivenciado ha afectado mis hábitos​ de sueño. Siento que esto me ha ocasionado estar en estado alerta.

Me he sentido mejor al compartir mi experiencia y escuchar a los otros para desahogarme y también porque varios de mis profesores me han apoyado en situaciones específicas.

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