La claridad de las Escrituras (Por Michael F. Bird)

Esteban Treviño
Tetelestai (Proyecto A21)
4 min readJul 15, 2021

El protestantismo popular cree en la claridad de las Escrituras. Esto significa que la Escritura es tan clara que el cristiano no necesita un Papa o un profesor que les diga que es lo que debe creer de la Biblia. El sentido pleno de las Escrituras, combinado con el poder iluminador del Espíritu Santo, es suficiente por sí mismo para llevar a los creyentes a la verdad. Esto significa que no acepto consejos de estudios bíblicos de un tipo italiano con un sombrero blanco puntiagudo que se deshace en ajos y mucho menos de un profesor liberal de “religión” en Penn State que trae puesta una camiseta del Che Guevera. Además, si se combina la claridad de la Escritura con algo llamado competencia del alma (donde cada alma es lo suficientemente competente para interpretar la Biblia por sí misma) entonces se puede decir que la interpretación de la Biblia requiere solo dos cosas: A mí y mi RVR60.

Excepto que esa visión no es ni verdaderamente protestante ni una aproximación sana a la interpretación bíblica.

Si se observan las confesiones protestantes, ya sea la Confesión de Westminster o la Confesión Bautista de Londres, la claridad de las Escrituras solo aplica a lo necesario para salvación. Así que sí, leyendo el Evangelio de Marcos y la Epístola a los Romanos puedes averiguar “¿Qué debo hacer para ser salvo?” sin hacer una Maestría en Divinidad. Pero después de eso, todas las apuestas están fuera, no todo está claro, algunas cosas son discutidas y discutibles, y algunas cosas son francamente desconcertantes.

Necesitamos maestros que nos enseñen cosas como: los versículos difíciles de la Biblia, como las mujeres “se salvarán engendrando hijos”; ¿Quiénes fueron los Nefilim o los fariseos?; ¿Qué es el Reino de Dios?; ellos nos ayudan a enfrentar tensiones como la soberanía divina y la responsabilidad humana o la justificación por la fe y el juicio según las obras. Estas cosas no son evidentes y no se pueden descifrar en una búsqueda de 15 minutos en Wikipedia.

Piénselo, si la Escritura es tan clara, entonces ¿por qué el Espíritu Santo nos manda pastores y maestros? Si la Escritura fuera tan clara, no los necesitaríamos. Pero los necesitamos, precisamente porque la Escritura no siempre es clara, sino que puede ser discutida y necesitamos hacer un duro trabajo de lectura de la Biblia de forma responsable, fiel y cristológica, y hacer el esfuerzo de la aplicación. Gracias a Dios por los pastores y maestros (o porque siempre tendré algún grado de seguridad laboral).

Sí, el Espíritu Santo puede enseñarle, pero si estudia algo de griego, hebreo, trasfondo bíblico, teología bíblica, historia de la Iglesia y teología, entonces le da al Espíritu Santo mas trabajo de enseñarle.

Incluso la persona acérrima del tipo “RVR y yo” sigue aferrándose a su Biblia de Estudio RVR, que está llena de grandes notas, gráficos, tablas y ensayos cortos para ayudarle a entender mejor la Biblia.

Sobre la competencia del alma, bueno, he calificado ensayos de seminario por casi 20 años y déjeme decirle algo: algunas almas son mas competentes que otras. Además, la competencia del alma habla mas sobre la libertad religiosa que la habilidad religiosa. Claro, este es un país libre, y cada alma es libre de entender e interpretar la Biblia como quiera. Sin embargo, permítame decirle que no toda interpretación es igualmente valida. Ya sea la de Rev. Sarah St. James Whimsington de la Universidad de San Marción (MA) que cree que Jesús fue un marxista vegano que predicaba la Teoría Critica de la Raza o la del Rev. Chuck C. Chuckington Jr. de la Iglesia Independiente “Biblia Verdadera” (MN) que cree que Michael Jackson es un ángel del abismo de Apocalipsis.

Permítame terminar con una historia.
Érase una vez, una hija de un ministro presbiteriano estaba fuera de la ciudad y decidió visitar una iglesia local en domingo.
El ministro de esta Iglesia comenzó su sermón diciendo, “Cuando preparé este sermón, no consulté palabras de hombre, ni comentarios, ni clérigos, ni escuché la sabiduría meramente humana. En su lugar, leí mi Biblia con mucho esfuerzo, oré acaloradamente y le pedí al buen Dios por unción, por su bendición y por el poder de predicar su santa Palabra.”
Al terminar el servicio, el ministro le pidió a la joven dama su opinión sobre el sermón. “Para ser honesta, dejé de escuchar después de los 30 segundos”, ella respondió. Sorprendido, el ministro le preguntó, “¿Por qué, hija? ¿Por qué ignorarías la predicación de la palabra?”
La joven bajó la cabeza, y levantó la ceja, y respondió, “¿Por qué debería escucharle? ¡Seguro que usted no escucha a nadie más!”

Y ahí está la lección: Cuidado con los maestros de la Biblia que no piensan que ellos mismos deben ser enseñados.

El Rev. Dr. Michael F. Bird es un Decano Académico y Conferencista en Ridley College, en Parkville, Australia.

Traducido por: Esteban Treviño, miembro de Tetelestai.
Revisado por: Azael Contreras.

--

--