Jimena Ponce de León

*Soy argentina y vivo en París. Aquí los nombres de los barrios son números y cuando hay letras todo se pronuncia diferente: vivo frente a la Place du Commerce en el barrio XV.

*Quiero agradecerte todo lo que compartiste en el taller. Tus aportes fueron generosos, entretenidos y, sobre todo, muy enriquecedores. ¡Ojalá continúe! También extiendo mi agradecimiento para la Municipalidad de Morón y al tan necesario programa Arte en Barrios.

*Como investigadora, la escritura es mi medio de trabajo, y aunque me toca hacerlo mayormente en francés y en inglés, la creatividad es la misma. Pero escribir es también un modo de expresión que hacía rato no exploraba y que el encierro forzado me incentivó a profundizar. Mi profesora de castellano de primer año leyó orgullosa mi primera composición a toda la división. Al devolverme la segunda me dijo, también delante de todos, que la había decepcionado. Esas heridas son difíciles de sanar. Tu taller, Ignacio, me permitió volver a vivir la escritura desde el placer. Y esos mimos, por suerte, también dejan marcas perdurables. ¡Muchas gracias!

CHEZ MOI

Y volví. Pero esta vez el alquiler está a mi nombre. Cuatro años atrás no lo había elegido yo, pero el barrio siempre me gustó. Es burgués, sí. ¿Tendría que avergonzarme? ¿El conservadurismo será contagioso? Nah. Claro que no. Los que nos hacemos de abajo también merecemos estar rodeados de belleza. ¿Por qué nos estarían vedados ciertos espacios? Siempre creí que la fuerza estaba en saber ocupar lugares inesperados y, sobre todo, en llegar a apropiarse de sus recursos.

Claro que la traducción de ‘budget reducido’ en francés es ‘superficie pequeña’. Acá todos están obsesionados con los metros cuadrados. Fue el trending topic post mudanza. Y ahí sí, cuando tenía que contarlo, sentí vengüenza. Si estoy feliz, ¿qué les importa que esté en 9 metros cuadrados? Sí. 9 m2. Este espacio era un sinónimo de libertad, de desarrollo personal, de anclaje. Tiene luz, ascensor, y lo armé con tanto amor… La superficie es un reduccionismo totalmente injusto.

Elegí mis muebles por primera vez. Porque durante cuatro años usufructué los ajenos. Pero tenía tantas ganas de sentirme en casa. Mi casa. Aunque al salir practique la impostura de hablar otra lengua. Este espacio es mágico para mí. Y comodísimo. Contra todo pronóstico. Lo poco que le faltaba lo tejí o lo compré durante el confinamiento. Pasaron cinco meses y estas paredes ya me vieron en todos los estados. El departamento ya tiene hasta mis marquitas, como las que sólo veía Primo Levi. Entrené mis pivots, le canté mis tangos a las plantitas, escribí páginas y páginas, leí muchísimas más, vi muchos cortos y escuché tanta, tanta linda música. Sus paredes ya son un poco mi reflejo y refugio.

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