Ojos bien cerrados

Anaclara Muro
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2 min readNov 17, 2014

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Sólo puedo escuchar realmente la música con los ojos cerrados. Es la única forma en la que me concentro y puedo dejar de pensar en otras cosas, conversaciones mentales que estorban ruidosamente en mis pensamientos.

Otro problema es que sólo puedo tomar en serio a la música cuando la escucho en vivo. Estoy hablando de música acústica, “de concierto”, ese tipo de música que se va a escuchar. No socializar, ni platicar, ni beber mientras finges que los sonidos lejanos que se confunden con el barullo te transportan a no sé qué dimensión desconocida.

La música que proviene de instrumentos acústicos y me llega de forma directa es la única que repercute en mi cuerpo y efectivamente, me transporta a no sé qué dimensión desconocida. Supongo que es lógico, una cuestión simple de física y ondas. El sonido es algo real y tangible que tiene contacto con los escuchas.

Pero como la sensación de las gotas que caen o el olor a pasto recién cortado, sólo se puede disfrutar completamente cuando se les pone atención completa. Cuando me abstraigo totalmente del entorno que me rodea y puedo cerrar la llave de mi verborrea mental.

Entonces sí, la música se vuelve una especie de imagen que repercute como sensación en el cuerpo. La experiencia es esencialmente estética, la trama de emociones se teje rítmicamente pero con formas, formas mentales que no pueden ser sino visuales aunque no se vean.

Puede ser un problema cerrar los ojos, sentirte observada por desconocidos. No sé si piensen que estoy loca o que me dio sueño. No sé qué piensen los conocidos con los que ocasionalmente voy a esos conciertos. Pero tengo que hacerlo, es la única forma de escuchar verdaderamente. Y tengo que decirlo, con suerte alguien lo intenta.

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