Poor Man’s Poison — Providence

Cada viaje, merece un playlist. Una colección de pistas que evocan recuerdos.

Mientras me hacía mi primer tatuaje, el artista ponía una lista aleatoria en un conocido servicio de streaming. Era una IA ya bien entrenada con las preferencias del usuario. Y la sesión empezó.

Me despertó la curiosidad su música que delicadamente se tambaleaba entren los géneros country y bluegrass, pero sin caer completamente en alguno. Era una fina selección de diferentes instrumentos que ya bien conocía, pero al combinarse creaban algo nuevo para mí. Fué demasiada la atención que le puse, en mi afán de distraer la mente del dolor del relleno, que esa banda marcó esa parte de mi viaje. Ver mi tatuaje le pone play al playlist en mi cabeza.

Lo padre del trip, es que no es sólo ese momento, no es la imagen del tatuador trazando líneas en mi brazo o el dolor, si no toda la experiencia. Los colores, paisajes, el mismísimo clima, hasta los sabores del café y la cerveza que pude degustar. Todo esa aventura revive de golpe, catalizada por cualquiera de los dos triggers: la música o el tatoo.

Bonus Track: