Recuperem el seny
Mañana el presidente de la Generalitat, Carlos Puigdemont, va a proclamar antes la Assemblea Nacional Catalana (ANC) que la gente ha hablado y ha dicho sí a la referéndum ilegal de 1 de octubre de 2017.
Según la Generalitat, había una participación de 2.2 millones de personas (el 42% de la población catalán) y supuestamente el 90% eligió la independencia. Sin embargo, es sin duda que la votación faltaba las garantías legales: por ejemplo hubo personas que votaron varias veces y otras personas sin identificación. Además, no sabemos ni el censo regional, ni el método usado para contar los urnas.
Ayer, el 8 de octubre de 2017, llegó en las calles de Barcelona “la voz la llamada mayoría silenciosa” o, en otras palabras, los catalanes quienes quieren guardar la unidad de España. Un desfile más grande que lo del 1 de octubre, sin violencia ni agresión; había proclamas como: “Viva España, viva Cataluña!” “No somos fachas, somos españoles.”
“Una marcha histórica para pedir unidad, pluralidad y democracia constitucional.”
¿Pero cuál es la historia?
Un problema central es la ambigüedad en lo que trata de una entidad soberana de Cataluña durante la historia de la Península Ibérica. Después de la fragmentación del Imperio Romano, en la Península Ibérica los árabes (los moros) controlaron la mayoría del territorio. A partir del siglo VII, comenzó el ‘Reconquista’ por los cristianos hacia el sur de España, terminando con la unificación de la Corona de Castilla y la Corona de Aragón (Isabel I y Fernando II, los Reyes Católicos) en 1469.
El 11 de septiembre de 2017, los independistas celebraron supuestamente el 300 aniversario de la caída de Barcelona durante la Guerra de Sucesión. Por mucho que unas instituciones de autogobierno llegaron en la región de Cataluña; la realidad es que, desde el siglo dieciocho, por lo general las autoridades en Barcelona habían protegido la unidad de España. Las historias de tensión nacional se manifestaron izquierda-derecha o monarquía-república.
¿Y ahora?
Por un lado, el gobierno de Mariano Rajoy es bastante débil y no debería ignorar este problema hace tanto tiempo. Por otro lado, España tiene el apoyo de la Unión Europea y los líderes occidentales. Es evidente que España ha llegado aquí por falta del diálogo entre Madrid y Barcelona y, como consecuencia, hay que comenzar de nuevo con la diplomacia para construir de nuevo un ambiente de confianza y de amistad entre estos dos regiones antiguos españoles…
