¿Qué es un santuario y por qué hoy son más necesarios que nunca?
Un santuario eres tú, en el momento en que te das cuenta que lo eres. Ese sitio donde todo está simplemente en su lugar y que te permite entregarte sin recelo, liberarte. Ahí eres tú, en el sentido más genuino de la palabra; nada que ocultar, nadie con quien competir, sin expectativas que cumplir o generar, simplemente estar y, al hacerlo, entregarte a una plenitud que siempre está ahí, lista para abrazarte. Un santuario es el punto exacto donde puedes resonar contigo y desde ti.
Desde hace milenios la figura del santuario nos acompaña, en todas las épocas, culturas y sociedades. Templos, jardines, plazas, caminos o sitios específicos que emergieron naturalmente, son algunas de las materializaciones de este “espacio” arquetípico.
Los santuarios son necesarios en el arte de existir, ahí limpiamos y regeneramos la experiencia para poder continuar honrando el camino. Existen sitios sagrados y estados elevados de conciencia que representan el santuario por excelencia: espacios físicos o psíquicos, impecables. Pero más que un espacio físico y radiante, un santuario es un punto que habita y es habitado en múltiples dimensiones: un recuerdo cálido de la infancia, un ritual cotidiano que te protege, un sueño recurrente o un estado de ánimo agraciado y agradecido. Hablamos de estados que reconfortan y cobijan, de sitios que inducen procesos de autoconocimiento y que te permean de agradecimiento y serenidad, de lugares en los que, te aseguramos, ya has estado (y a los que debieras siempre regresar).
El santuario como territorio ubicuo
En su forma más accesible, y quizá más plena, el santuario está abierto para todos. No depende de tiempos ni espacios. Recuerda que ya has estado ahí, y tal vez sepas de lo que hablamos: nos referimos al estado en el que todos tus sentidos, lo mismo que tu flujo de pensamientos y emociones, se armonizan perfectamente, y es entonces cuando experimentas esa calma original de la que todos procedemos. El santuario está siempre ahí, para todo aquel que decida parar un segundo y entrar en él. Una simple pausa, una inhalación y exhalación puntuales, o incluso un armónico accidente, bastan para entrar: el instante es, literalmente, un santuario ubicuo.
Tiempo de santuarios
Es probable que hayas notado que hoy muchos vivimos según ritmos poco biológicos, repletos de información y distantes a la naturaleza. Por eso, procurar un centro de refugio y recogimiento es hoy más importante que nunca. Los retos actuales son enormes: mantener la calma, la claridad y resonar frecuencias saludables para ti y para los demás, requiere de la capacidad que tengamos para reencontrarnos con nuestro centro, y ese centro es un santuario. Tal vez por eso, y en perfecta correspondencia, los santuarios están hoy floreciendo –por la sencilla razón que son indispensables en este momento.
Ante la falta de equilibrio de los programas que hoy operan buena parte de la realidad, los santuarios han tomado una importancia vital; por ejemplo, las reservas naturales o “santuarios” para animales, o las “ciudades santuario” para migrantes. Disponer de territorios propensos a la sanación, que te conecten con todo lo originario, y donde se cultiven fuerzas como la regeneración y la creatividad, son hoy vitales.
Un santuario no tiene puertas, su esencia es generosa: en el momento que quieras puedes entrar, siempre serás bienvenido.
