Cómo la tecnología remodelará nuestra existencia

Marina Leal
The Power of Changing
9 min readJun 29, 2022

Un día, mientras asistía al webinar de Mark Mekki sobre Design Thinking, entre todos sus valiosos insights, una oración en particular me hizo pensar:

La transformación digital tiene muy poco que ver con la tecnología.

Aquellos que, como yo, fueron testigos de las primeras etapas de la informatización en el mundo de los negocios en la década de 1980 probablemente estarán de acuerdo en que a pesar de todos los cambios en la tecnología, nada ha cambiado en la forma en que la ponemos en nuestras vidas. Los que no, naturalmente piensan que mucho ha cambiado en nosotros; como si en algún momento de la historia nos hubiésemos quedado atascados en un concepto erróneo de lo que realmente es la tecnología.

El sobreviviente

Me pregunto cómo debe haber sido entrar en la Edad de Piedra. Desde golpear y triturar hasta martillar, cortar, limar, dar forma y construir, hemos recorrido un largo camino en la evolución. Significa más poder para luchar por la vida y defenderla, simplemente refinando el movimiento y la precisión, haciendo más en menos tiempo, construyendo comunidades, definiendo familia, estableciendo territorio, creando reglas, mejorando la comunicación… nuevos mundos de posibilidades, nuevas perspectivas. ¡Todo esto, de las piedras!

Ahora bien, ¿fueron las piedras las que nos cambiaron? Bueno, yo diría que las piedras serán piedras. Y en lo que respecta a nuestra percepción, hasta el día de hoy, todavía se mantienen paradas a menos que algo o alguien les dé un propósito diferente. Todavía, no se moverán por ello. Tienes que darles forma, colocarlas y aplicarlas.

Hasta aquí, la tecnología consistía en dar forma a la naturaleza para que sobrevivieramos a la naturaleza misma. Sin cambiar nuestra propia naturaleza, transformamos la realidad y remodelamos nuestra existencia, de un ser pasivo en un mundo salvaje e indómito a uno que diseña su mundo.

El nuevo domador era ahora un explorador que se atrevía a probarlo todo, incluso el poderoso fuego. Con el fuego bajo control, nos pusimos a extraer de la naturaleza para manipular los elementos y dar forma a cosas nuevas, subproductos que nos dieran un sentido de posesión y propiedad. Comenzaba una nueva era: la Edad del Metal. La primera y, quizás, la mayor de todas las “disrupciones”, a través de la cual el mundo jamás volvería a ser el mismo. De la mera supervivencia a la industria y el comercio, de clanes a reinos… ¡Todo del fuego!

¿Pero fue el fuego lo que nos ha cambiado? Bueno, yo diría que el fuego será fuego. Simplemente quemará todo a su paso a menos que algo o alguien le dé un propósito diferente. Todavía, no quemará por ello. Tienes que alimentarlo, colocarlo, contenerlo.

En este punto, la tecnología se trataba de transformar el estado de la naturaleza para sobrevivirmos unos a los otros. Y nuevamente, sin cambiar nuestra propia naturaleza, transformamos la realidad y remodelamos nuestra existencia, del poder de domar al poder de gobernar.

Durante miles de años, seguimos explorando y extrayendo de la naturaleza por descubrir sus secretos y entender cómo funciona. Aquí viene la filosofía, la ciencia y el valor de los estándares. Con él, la imitación de la naturaleza, reproduciendo sus sistemas hasta el más mínimo detalle a gran escala, construyendo conocimiento, llegando a otras comunidades y repitiendo la fórmula en todas partes a pesar de las diferencias locales y de contexto. Escuelas, maquinaria, vacunación, nuevos hábitos, imposición de cultura… De reinos a imperios, de manual a mecánico… ¡Todo desde el conocimiento!

¿Fue el conocimiento lo que nos cambió? Yo diría que cualquier conocimiento no creará nada a menos que se le dé algún propósito. Y no sabrá nada al respecto. Tienes que compartirlo, aprenderlo y aplicarlo.

Ese fue el punto en el que la tecnología consistía en recrear la naturaleza para ir más allá de la supervivencia. Una vez más, sin cambiar nuestra propia naturaleza, transformamos la realidad y remodelamos nuestra existencia, del poder de gobernar al poder de controlar.

Más allá de la supervivencia

Si un sistema no es más que un conjunto de partes interconectadas que, una vez activadas por alguna fuerza, la transfieren y mejoran para realizar un trabajo específico, entonces los sistemas producen energía. Era una cuestión de conducirla. Desde mecánica hasta térmica, eléctrica, química, nuclear… inventamos trenes, luces, líneas de producción, automóviles, aviones, telégrafos, teléfonos, cohetes propulsados… ¡Todo de la energía!

Entonces, ¿fue la energía lo que nos cambió? Yo diría que la energía no producirá nada a menos que algo se ponga a trabajar, en lo que siempre hay un propósito. Tienes que empezarla, afinarla, preservarla.

(…) no hemos cambiado nuestra propia naturaleza, pero sí, transformamos la realidad y remodelamos nuestra existencia (…)

Entonces, la tecnología se trataba de producir, independientemente de la naturaleza. Así mismo, no hemos cambiado nuestra propia naturaleza, pero sí, transformamos la realidad y remodelamos nuestra existencia nuevamente, del poder de controlar al control del poder.

De lo eléctrico a lo electrónico, ahora estábamos conduciendo información. Desde el telégrafo hasta el teléfono y la televisión, se iniciaba una nueva era: la era de las telecomunicaciones. Ahí es donde entran los medios de comunicación estandarizados, incluidos los libros didácticos. Millones de personas están al alcance de sus casas y escuelas, una audiencia pasiva sujeta a un horario, que depende de él para entretenerse e informarse. Cultura, comportamiento, moral, política, tendencias, creencias, currículos… ahora, más que poder, se controlaba la información. ¡Todo de la media!

¿Los medios de comunicación nos cambiaron? Bueno, yo diría que, en ese momento, dependía de nuestro tiempo y espacio, sobre los quales tenemos total control. No cumplirá su propósito a menos que estés allí. Tienes que encenderlo, verlo, seguirlo.

Esta vez, la tecnología se trataba de controlar nuestra naturaleza y, sin embargo, sin cambiarla. Transformamos la realidad y remodelamos nuestra existencia una vez más, del control del poder al poder centralizador.

Sucedió que la conducción de la información pasó de lo analógico a lo digital. Ahora no solo transmitíamos, sino que también producíamos información en (y desde) un dispositivo llamado “computadora”. Pronto esta computadora también estava en las casas. Mientras los televisores transmitían información, las computadoras daban acceso a ella. Mientras aquellos se conectaban, estas se interconectaban. Estaba en marcha un nuevo tipo de red, de una “fuente única para todos” a “todas las fuentes para uno”: Internet. Sin horarios. Acceso a la información en cualquier momento. Esa fue la Web 1.

Un paso adelante y la mensajería instantánea era lo nuevo. Acceso a información y personas en cualquier momento. Los teléfonos se volvieron móviles, al igual que las computadoras. Dos en uno. Ahora podemos acceder y dar acceso a cualquier tipo de información — texto, audio, video — y personas, en cualquier momento y desde cualquier lugar. La red se volvió social. Todos transmitimos. Fuímos de “todas las fuentes por cada uno” a que “cada uno es una fuente para todos”. Esa es la Web 2. La que usted y yo, y todos los demás, usamos día a día.

¿Y fue la Internet lo que nos cambió? Yo diría que lo que nos diferencia no es la cantidad de información, sino lo que cada uno de nosotros puede hacer con ella. La información solo es valiosa cuando se suma a la construcción del conocimiento. Y el conocimiento tiene valor sólo si es aplicable. Y en lo que se refiere a la interconexión, socializar es lo mismo en cualquier lugar. A menos que interactuemos y construyamos puentes, seguiremos aislados unos de otros, no importa cuán cerca estemos, o cuanto la Internet nos pueda acercar.

En esta etapa, la tecnología se trata de transponer los límites de la naturaleza. Aún así, sin cambiar nuestra propia naturaleza, convertimos la realidad en virtualidad, remodelando nuestra existencia, desde la centralización del poder hasta los primeros pasos para descentralizarlo.

¿Ahora que?

Como decía el filósofo Merleau-Ponty — según tengo entendido — sobre la fenomenología de la percepción, todo lo que es real existe, pero no todo lo que existe es real. Por ejemplo, hay un reloj en la pared, encima de la puerta dentro de la habitación. Cuando entras, el reloj está detrás de ti. El reloj existe, pero hasta que no lo ves, no es real. Entonces, la realidad depende de la percepción. Y también la virtualidad, con una diferencia: no existe en el espacio; pero si en el tiempo, por eso es perceptible. Por eso también decimos que la música es el arte virtual. Solo existe y solo puede ser percibido durante la ejecución. El tiempo es su estructura misma. Y el sonido no es más que la percepción misma. Al decodificar música, entre los oídos externos y el cerebro, transformamos energía para conducir potencia. Desde el movimiento de las partículas del aire hasta la vibración, luego la hidráulica, la eléctrica y finalmente la información. ¿Te suena familiar?

Mientras tanto, conectamos mecánica, electrónica y analógica. Y cuando las ponemos a trabajar con el mismo fin, unimos sistemas, poder e información. Estamos recreando la naturaleza para transponer sus propios límites con el propósito de producir independientemente de ella, usando el poder de control. Eso es robótica. Produce mucho más de lo que la naturaleza jamás hará. Tan poderoso y parecido a los humanos que tememos nuestra propia invención.

Pero, ¿podrían los robots cambiarnos? Bueno, yo diría que los robots serán robots, mientras tengan el poder de controlar pero no el control del poder. Tienes que construirlos, programarlos y encenderlos.

Esa es una etapa en curso, donde la tecnología se trata de superar a la naturaleza. Y tampoco en este punto fue necesario cambiar nuestra propia naturaleza, aunque también cambia nuestra realidad y remodela nuestra existencia, de gastar tiempo para ganarse la vida a ganar tiempo para viverla.

Sin embargo, todavía estamos en la búsqueda. En la Web 2, no poseemos nada en Internet, ni siquiera nuestro “propio” nombre de dominio. Todo está controlado y alquilado a alguna entidad. Incluso la nueva robótica, que ahora también es digital. El nuevo umbral a cruzar, ahora, viene como Web 3. Un nivel completamente nuevo de poder descentralizado. Me gusta la definición de Somi Arian. Ella dice que Web 1 es leer, Web 2 es leer y escribir, y Web 3 es leer, escribir y poseer, una forma simple y efectiva de decirlo. Gracias a la tecnología blockchain, los contratos inteligentes y los tokens, prácticamente cualquier persona puede crear y comercializar su propia moneda y sus propios bienes digitales. Las finanzas, la propiedad, los medios… todos entran en el mismo camino, que exige que los controladores se conviertan en dadores de poder (no de energía, ni de control ni de información). Gracias a las realidades aumentada, virtual, extendida y mixta, existe un espacio virtual para esos bienes, el metaverso, tendiendo un puente entre dos realidades. Aquí creamos nuevas percepciones, por lo tanto, se presenta un nuevo desafío: la era de la ciencia de datos: Big Data, computación en la nube, RPA (automatización robótica digital de procesos), inteligencia artificial, aprendizaje automático, IoT (Internet de las cosas), Blockchain… ¿Es más probable que confundamos las realidades, o seremos lo suficientemente inteligentes como para aplicarlas para remodelar nuestra existencia nuevamente? Por ejemplo, si agregamos dos brazos adicionales a nuestro avatar y operamos con éxito los cuatro brazos en el espacio virtual. Los dos brazos adicionales comenzarán a existir en nuestro cerebro, haciéndonos extrañarlos físicamente. Pero este mismo principio también nos permitirá llevar a nuestro cerebro a hacer funcionar partes o tareas que son deficientes en nuestro cuerpo, entre tantas otras posibilidades. ¡Todo desde la percepción!

¿El metaverso nos cambiará, entonces? Diría que cualquier realidad es una cuestión de percepción, que podemos usar para remodelar nuestra existencia. Desde la Edad de Piedra, hemos estado transformando la realidad. Cambiamos el mundo cuando cambiamos la percepción y reasignamos el propósito.

(…) si somos el motor del cambio, la tecnología es parte de nosotros (…)

En ese punto, la tecnología se trata de expandir la realidad, donde podemos ser ahí y tornarnos acá, sin cambiar nuestra propia naturaleza, sobre la cual hay mucho que revelar y, al fín, probablemente nada que cambiar. Desde domesticar, gobernar, controlar y transponer los límites de la naturaleza hasta superarla, todo lo que hicimos fue cambiar la percepción y, por lo tanto, remodelar nuestra existencia. La razón por la que la naturaleza misma no nos cambiará es que, como somos parte de ella, la percepción es nuestra naturaleza misma; nuestro poder. La razón por la que la tecnología tampoco lo hará es que si somos el motor del cambio, la tecnología es parte de nosotros. Sobrevivimos contra todas las probabilidades, los lugares más altos, los más bajos, los más cálidos y los más fríos de la Tierra, simplemente ganándonos la vida con ellos, dándoles un propósito. No somos los más fuertes, los más grandes, los más altos o los más rápidos. Pero somos la única criatura que conocemos a la que se le dio El Poder De Cambiar.

— -

Lecturas recomendadas

Libro: Lo visible y lo invisible, Maurice Merleau-Ponty

--

--

Marina Leal
The Power of Changing

Owner & Developer @ LealTIC | Accelerating digital transformation for SMBs | Business Development through AI