3. Empathic emotion and altruistic motivation: “escaping the situation”.

Why Help Others?

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The R Word
8 min readMay 31, 2018

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I signed off the last entry noting that “evidence indicates that feeling empathy for the person in need is an important motivator for helping”.

In order to learn more about the possible existence of an altruistic motivation for helping behaviour, Batson and his collaborators at the University of Kansas devised an ingenious procedure. They randomly selected some people to participate in an experiment. They were asked to take part in a simulated situation (which appeared real to the participants) in which an actor was in need of help. The participants had a choice: to help or not help.

Batson was interested in motivation. Were the helpers altruistic or egoistic? Over a period of several years he developed the experiment, learning more each time.

When faced need or suffering we experience two well-differentiated emotions. One is called personal distress (composed of emotions of disgust, shame, fear, alarm, shock, etc). The other, empathic concern, is composed of feelings of compassion, concern, affection, sweetness, etc.

To begin with, half of the subjects were made to believe that the person needing help had traits very similar to theirs in terms of values, interests and preferences. The other half were made to believe exactly the opposite. He wanted to find out if empathy matters, if we are more likely to help people like ourselves, people from our group, from our family, people who we intuitively empathise with.

In the second batch of experiments Batson’s team started from the premise that empathy comes in different forms. When faced need or suffering we experience two well-differentiated emotions. One is called personal distress (composed of emotions of disgust, shame, fear, alarm, shock, etc). The other, empathic concern, is composed of feelings of compassion, concern, affection, sweetness, etc.

In these experiments, subjects were given a placebo drug and told they would experience either personal distress -one half of the group- or empathetic concerns -the other half. The goal was to find out if the nature of the empathy makes a difference to the nature of the helping behaviour.

In the third set of experiments subjects feeling for the person in need were manipulated. Half of the participants were told to listen as objectively as possible to recorded information about a person had broken his legs in an accident, had then spent a lot of time in the hospital and now needed help to catch up on his university studies. The other half were instructed to listen carefully and really understand how this person felt about his accident and missing school.

We have, therefore, three similar but different series of experiments. Each asks people to choose to help or ignore a person in need. In all studies the subjects are divided into two groups: those who experience more empathy or less empathy, those who experience empathic concern or personal distress, and those that feel what the stranger feels, or not.

But most important in all these studies the subjects had the opportunity to escape from the situation, to avoid having to decide between helping or not helping, ultimately cutting off the emotion that comes from turning away. For half of all subjects it was easy to escape and for half it was more difficult.

This manipulation allowed Batson to the following hypothesis. If the motivation of help is selfish or egoistic (I feel bad and I want to stop feeling bad) as soon as participants can escape, they will escape. If the motivation is altruistic (I help because the other needs me and my only goal is to ease suffering) the subject will stick it out even when he could walk away.

What did Batson find?

Subjects who believed that the person in need was similar to themselves in some important traits, those who thought they experienced empathic concern for the other, and those who tried to imagine how the person in need felt, were more likely to help. They helped even when it was easy to escape the situation and their feelings. They put up with personal discomfort in order to be able to help.

However, people who believed that the person was different to themselves, those who thought they experienced personal distress and those whose understanding of the feelings of the other was limited were less likely to help. Where there was a choice to escape the situation, they did!

Batson is methodical and careful. But his findings are startling. When motivation is genuinely altruistic helping behaviour is both more stable and powerful. Altruistic motivation seems to be boosted by previous experience of empathic emotion.

This is a big breakthrough in psychology. But I am still left with questions. Do these patterns occur under all circumstances, in all situations? And just because someone who could escape a situation stays, can we say that their motivation is altruistic?

As the conversation continues I reflect more on these questions and the limitations on altruism.

Joaquín De Paúl is a professor of psychology at the University of the Basque Country.

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(Spanish version)

Empatía y Motivación Altruista: “escapando de la situación”

Terminábamos la introducción presentada en la entrada anterior señalando que “la evidencia empírica indica que sentir empatía por una persona en situación de necesidad es una importante motivación para ayudar”.

Para poder conocer más sobre la posible existencia de una motivación altruista de la conducta de ayuda, Batson y sus colaboradores idearon un procedimiento ingenioso. Colocaban a algunas personas seleccionadas al azar ante una situación (simulada pero con apariencia de real) en la que alguien necesitaba ayuda y en la que tenían la opción libre de ayudar o no ayudar.

Para saber algo más del efecto de la emoción experimentada por dichos sujetos en el tipo de motivación experimentada (altruista o egoísta) y en la conducta de ayuda llevaron a cabo algunas manipulaciones en los diferentes experimentos que realizaron a lo largo de varios años.

Todas las personas experimentamos en una determinada medida dos emociones bien diferenciadas que se pueden incluir dentro del mismo concepto de “empatía”. Una de ellas es la que se denomina “personal distress” (compuesta por emociones de disgusto, vergüenza, miedo, alarma, shock, etc). La otra emoción, denominada como “empathic concern”, está compuesta de sentimientos de compasión, preocupación, afecto, dulzura, etc.

En el primero de ellos se les hizo creer a la mitad de los sujetos que la persona que necesitaba ayuda tenía rasgos muy similares a los suyos en términos de valores, intereses y preferencias. A la otra mitad se les hizo creer exactamente lo contrario. Se parte del supuesto de que es más probable que se experimente más empatía ante el sufrimiento de una persona percibida como más cercana, más parecida a nosotros, como si fuera de nuestro grupo, de nuestra familia.

En el segundo de los experimentos partieron de la hipótesis de que, ante una situación de necesidad o de sufrimiento de otra persona, todas las personas experimentamos en una determinada medida dos emociones bien diferenciadas que se pueden incluir dentro del mismo concepto de “empatía”. Una de ellas es la que se denomina “personal distress” (compuesta por emociones de disgusto, vergüenza, miedo, alarma, shock, etc). La otra emoción, denominada como “empathic concern”, está compuesta de sentimientos de compasión, preocupación, afecto, dulzura, etc.

Se supone que en unos sujetos o en un tipo de situaciones puede predominar una u otra con mayor o menor intensidad y que la segunda de ellas (“empathic concern”) es la que produce una motivación más potente para ayudar de manera altruista a otra persona. En este experimento hicieron creer a la mitad de los sujetos que estaban experimentando una u otra de dichas emociones. Les habían administrado previamente un placebo y les habían dicho que experimentarían una u otra emoción como consecuencia del efecto secundario de una supuesta droga que estimulaba la memoria.

En el tercer experimento manipularon el tipo de emoción que los sujetos sentirían ante la situación de necesidad del otro. A la mitad de los sujetos se les dijo que escucharan lo más objetivamente posible la información grabada sobre el problema de una persona desconocida. A la otra mitad se les dio la instrucción de que lo escucharan haciendo un esfuerzo por entender como se sentía esta persona en relación a lo que le había ocurrido. En los dos casos se trataba de la misma situación: una persona se había roto las piernas en un accidente, había estado mucho tiempo en el hospital y necesitaba ayuda para recuperar lo perdido en sus estudios.

Tenemos, por tanto, tres estudios diferentes en los que una serie de personas tiene la oportunidad de elegir libremente entre ayudar o no a otra persona que está en una situación evidente de necesidad. En todos los estudios los sujetos quedan divididos en dos grupos: los que experimentan más empatía o menos empatía o los que experimentan una emoción en la que predomina “empathic concern” o “personal distress”.

Lo más importante de todos estos estudios es que en ellos se manipuló de una manera muy sofisticada y creativa la posibilidad que tenían todos los sujetos de “escapar de la situación”, de evitar tener que decidir entre ayudar o no ayudar, en definitiva de dejar de experimentar la emoción que experimentaran. La mitad de todos los sujetos lo tenían muy fácil y la otra mitad lo tenían muy difícil. Esta manipulación permitía formular la siguiente hipótesis: si la motivación de ayuda es egoísta (porque me siento mal y quiero dejar de sentirme mal) en cuanto pueda escapar, escaparé. Si la motivación es altruista (ayudo porque el otro lo necesita y sólo para que el otro deje de estar mal) ayudaré aunque pueda escapar……aunque pueda escapar, me quedaré para ayudar.

Los resultados de los tres experimentos son coherentes con las hipótesis.

Los sujetos que creyeron que dicha persona era similar en algunos rasgos importantes, los que creían experimentar una emoción de “empathic concern” y aquellos a los que se les había pedido que imaginaran cómo se siente la persona que está necesitada de ayuda, le ayudaron en la misma proporción, tanto si era fácil como si era difícil escapar de la situación en la que tenían delante a esta persona que presentaba señales de malestar.

Sin embargo, las personas que creyeron que dicha persona era diferente en algunos rasgos importantes, los que creían experimentar una emoción de “personal distress” y aquellos que no habían hecho el esfuerzo de imaginarse cómo se siente la persona que está necesitada de ayuda, le ayudaron en mucha menor proporción cuando les era muy fácil escapar de la situación que cuando les era difícil escapar.

Por tanto, hay una cierta evidencia para pensar que existen situaciones en las que aparece una motivación que aparenta ser genuinamente altruista y que hace más estable y potente la conducta de ayuda. Esta motivación altruista parece estar presente cuando los seres humanos experimentan previamente un determinado tipo de emoción empática.

A partir de aquí surgen las preguntas y las críticas al planteamiento del “genuino altruismo”.

Se produciría este efecto en todas las circunstancias, sea cual sea la situación en la que hay una oportunidad de ayudar a otra persona? Hay excepciones? Y si tengo que dar una buena parte de mi dinero? o de mi tiempo?

Y sólo porque puede escapar y no escapa, podemos decir que hay una motivación altruista realmente genuina? No hay otras razones para pensar que una conducta de ayuda tiene una motivación egoísta. Por ejemplo, no puede ser porque los seres humanos nos sentimos más valorados si los demás nos ven ayudando? No hay una potente motivación narcisista y, por tanto, egoísta cuando procuramos que todos los demás sepan que hemos sido capaces de salvar a alguien de algo peligroso?

Joaquín De Paúl es profesor de psicología en la Universidad del País Vasco.

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