Conocer y explotar nuestros límites: hacer de la necesidad virtud

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4 min readOct 11, 2021
Fotografía de Raymond Cauchetier tomada durante el rodaje de ‘À bout de souffle’ de Jean-Luc Godard en 1959

Los propios límites potencian nuestra creatividad

La mayor virtud de un cineasta, de un creativo e incluso de un cliente que encarga una campaña a una agencia, es ser consciente de los propios límites. Cuando hablamos de límites nos referimos tanto a los presupuestarios como los creativos. De la conciencia de nuestros límites surgen nuestras fortalezas, que usadas con criterio pueden terminar convirtiéndose en marcas de fábrica, signos de un estilo propio, y tener un estilo propio es justamente lo que diferencia a los autores de los meros artesanos.

Sucede con más frecuencia de la deseada que el resultado final de un proyecto audiovisual no se ajusta a lo que la persona al cargo de trasladarlo a la realidad había al principio imaginado. Saber calibrar con la máxima precisión cuáles serán nuestras necesidades en rodaje y los trabajos de posproducción es fundamental a la hora de valorar si vamos a ser capaces de llevar al mundo real esa imagen mental de la pieza audiovisual que nos hemos formado en la cabeza.

Debemos tener en cuenta que NUNCA lo imaginado coincide al cien por cien con el resultado que obtenemos. Esto no quiere decir que el resultado sea peor, simplemente es diferente por una razón muy sencilla: lo que está en nuestra cabeza NO es el mundo real, por lo tanto, es imposible recrear materialmente todo lo que habíamos fantaseado.

Cuando actúa la materia, esta se impone y lo abstracto pasa a ser siempre algo concreto y tangible. Luchar contra esto es inútil. Hay que grabarse a fuego esto último en la cabeza y leerlo tantas veces como sea necesario para que uno pueda estar en paz con el resultado final de su trabajo.

Cualquier creador con un mínimo de sensibilidad y sentido crítico dudará en un algún momento de su carrera de sus capacidades y resulta muy fácil, a la vez que peligroso, enrocarse en el ejercicio de comparación de la expectativa con el resultado final.

¿Pero a qué nos referimos cuando hablamos de límites?

Un límite es el término, el extremo al que se llega y más allá del cual no se puede ir. Creativamente hablando, el constante reto de un creador consiste en, más que derribar los límites, empujarlos para alejarlos de nosotros un poco más cada vez. Esta es una puntualización importante. Derribar los límites es un lugar común que no se corresponde con la realidad.

Uno siempre tendrá unos límites marcados en la vida real, ya sean autoimpuestos o impuestos por las convenciones de la sociedad, fruto del tiempo en el cual nos ha tocado vivir. Uno no puede ignorar que los límites, las líneas rojas que no podemos traspasar en todos los aspectos de nuestro día a día existen.

En el terreno mental, donde se sitúa la creatividad, nuestra vida mental, estos límites son mucho más flexibles. Lo que ocurre en nuestra cabeza es cosa nuestra y de nadie más. Esto hay que aprovecharlo, tenerlo en cuenta para jugarlo siempre a nuestro favor. Es nuestra gran baza para estimular la creatividad.

Los límites presupuestarios sí que pertenecen únicamente al mundo real y hay que tenerlos en cuenta sí o sí, como es obvio. ¡Y no podemos fantasear con que nuestro productor o cliente es millonario y tener que resolver una pieza audiovisual con solamente 1.000€ de presupuesto!

Es un auténtico despropósito proponer a un productor o cliente una pieza audiovisual que requiere más medios de los que éste puede aportar, y es algo que ocurre con bastante frecuencia, no por mala fe, sino por el desconocimiento propio del principiante.

No hay que esperar al montaje final para ver las consecuencias de esto, ya desde el rodaje e incluso la preproducción se empieza a notar que el proyecto cogea, falta material, falta personal para llevar a cabo el trabajo, en definitiva, puede ser que la pieza no luzca tan bien como era de esperar o, en el peor de los casos, que no se concluya el rodaje y se quede a medias, con la pérdida económica que esto supone.

¿Cómo conjugar un presupuesto limitado en el mundo real con nuestra imaginación ilimitada?

Se trata de una cuestión de sentido común. Se dice que las limitaciones (compresión) estimulan la creatividad (expansión), esto es una paradoja pero es cierto. No podemos hacer El lobo de Wall Street, no podemos hacer Los vengadores, pero sí podemos hacer películas más pequeñas e igual de válidas, incluso mejores, puesto que un presupuesto muy holgado puede volvernos fácilmente perezosos a nivel expresivo.

Del mismo modo, podemos hacer campañas publicitarias con muy poco presupuesto pero con un ingenio desbordante que parta de esa propia falta de medios. Ejemplos de esto último hay cientos. Así es como hacemos de la necesidad virtud. Si no hay presupuesto para algo, ese algo no se puede mostrar, pero sí sugerir, y la sugerencia es mucho más poderosa. Estamos hablando del poder de la imaginación.

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Yonay Boix, cineasta, guionista, programador, gestor cultural y docente del curso en Storytelling Audiovisual de SHIFTA

Pol Aregall, cineasta, realizador, creativo publicitario, fotógrafo y docente del curso en Storytelling Audiovisual de SHIFTA.

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