Interiorismo para el algoritmo

La vida show off

SHIFTA
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4 min readJul 25, 2024

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Voy a decir una obviedad, pero es esencial para entender lo que viene después: en la última década, nuestras vidas han cambiado de manera significativa influenciadas por la omnipresencia de las redes sociales, en especial, por el reinado de Instagram. La tiranía de la imagen y la cultura del show off se han convertido en un modus vivendi tan extendido, que ya nos parece normal ir a un restaurante y que los comensales fotografíen los platos y la comida aesthetic antes de empezar a zampar (eso si comen, ya que a menudo el festín es más atrezzo que vianda, o sabe a rayos). A saber el despilfarro alimentario que conllevan todas estas preciosas ‘mise-en-scène’ alimenticias.

Restaurantes instagrameables

El diseño de interiores, igual que cualquier otra disciplina creativa y estética, no se escapa de este fenómeno. El interiorismo se ha instagrameado hasta un nivel ciertamente preocupante. Esta tendencia se percibe en todo tipo de proyectos, pero con mayor frecuencia e intensidad en oficinas -que ahora se llaman ‘espacios de trabajo’-, co-workings, universo retail y, sobre todo, en restaurantes. Sí, amigues, los restaurantes se están diseñando para ser instagrameados.

Todo su interiorismo se concibe con el único objetivo de ser fotografiado, posteado y conseguir captar la atención del algoritmo. Se llenan de combinaciones de colores, texturas, estampados llamativos, murales artísticos o decoraciones extravagantes. Todo está orquestado para maximizar el impacto visual que tendrán en las redes sociales.

Piensen en los últimos restaurantes que han abierto en su ciudad. Seguro que son un telón de fondo perfecto para una buena selfie. Paredes con neones, mobiliario excéntrico y platos presentados de manera artísticamente exagerada son solo algunos ejemplos. Todo se está diseñando para atraer a influencers, aspirantes a influencer, creadores de contenido y una larga ristra de seguidores con síndrome FOMO.

Interiorismo para fotografiar y tirar

Nada que objetar. Aquí cada uno decide dónde y cómo gasta su tiempo y dinero, faltaría más. Sin embargo, la práctica del ‘fast interior design’ plantea dudas inquietantes en cuánto a su sostenibilidad y durabilidad. En la pantalla todo queda estupendo, pero a la que rascas un poco… descubres que la calidad es tan superficial como el leitmotiv del restaurante.

Al igual que los productos deco de Temu (que lo petan), estos espacios son chuches para la creación de contenido, pero resultan de lo más ñigui ñogui del mundo. El revestimiento es de baja calidad, el pavimento barato, el mobiliario cutre y la decoración de cartón piedra. Uno no sabe si está en un restaurante o en un decorado de Portaventura.

Esto puede llevar a una experiencia decepcionante para los clientes que buscan algo más que un set fotográfico. Y, por otro lado, surge la duda sobre la durabilidad de estos espacios. Es un tema que no solo afecta al EBITDA del restaurador (que, entiendo, lo tiene más que saneado vistos los precios por comensal), sino que incide de forma directa en la problemática sobre su sostenibilidad medioambiental. Estamos hablando de interiorismos de fotografiar y tirar, con lo que todo esto comporta.

Un filón lucrativo para los interioristas

Como profesionales del sector y amantes del diseño, es francamente perturbador ver cómo muchos interioristas -algunos archiconocidos- se han especializado en crear restaurantes instagrameables. Gente talentosa (hasta ahora lo eran), que se aferra en diseñar solo con el objetivo de atraer a una generación de usuarios digitales que viven desesperados por encontrar el “last spot” de la ciudad y ser los primeros en postear. Estos estudios de interiorismo han encontrado un filón muy lucrativo. No dudo que ahora mismo les estará rentando cosa bárbara y que, además, los está convirtiendo en estrellas digitales también a elles. Sin embargo, y dado que no se puede gustar a todo el mundo, déjenme que lance una voz crítica ante esta actual preferencia por centrarse solo en la estática superficial. Corren el riesgo de pasar por alto aspectos fundamentales del buen diseño, como la comodidad, la funcionalidad y la sostenibilidad.

La moda pasa de moda

Me enardece sobremanera la naturaleza efímera de este tipo de interiorismo. La moda en redes sociales va que vuela. Es fugaz y cambiante. Lo que hoy es guay, mañana está obsoleto o, como gusta decir, da cringe. Y de ahí la incertidumbre sobre qué sucederá con todos estos restaurantes cuando la moda haya pasado de moda. Lo más probable es que la mayoría se desmantelen o se redecoren en bucle, entrando en un ciclo incesante de renovación y reemplazo. El ‘fast interior design’, hecho con materiales de baja calidad, genera cantidades infames de desperdicios que, estoy segura, no se reutilizan (cabe decir que ocurre lo mismo con los stands que grandes marcas montan en la Feria de Milán).

Así que, discúlpenme si soy aguafiestas, pero lamento decir que el interiorismo para el algoritmo no es sostenible y, como tal, habría que frenar esta tendencia con premura. Es crucial que diseñadores y clientes reconsideren sus prioridades y adopten un enfoque más holístico donde se valore la calidad, la funcionalidad y la sostenibilidad tanto como la estética. Solo así podremos disfrutar de espacios que no solo sean hermosos a la vista, sino también prácticos y sostenibles a largo plazo.

En el Máster en Diseño de Interiores reflexionamos acerca de esta problemática y te brindamos alternativas para crear espacios que sin perder su atractivo, tengan en cuenta la sostenibilidad y la durabilidad. ¡Infórmate ahora!

Ariadna Rousaud. Periodista especializada en diseño y colaboradora de SHIFTA.

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