Sin audio no hay emoción

Josep M. Blasco
Think by SHIFTA
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3 min readOct 18, 2020

La historia nos explica que el cine y el lenguaje audiovisual empezó siendo solo visual a secas. Las primeras películas eran, como se las suele llamar, mudas. Sin embargo, aunque los espectadores no pudieran oír el sonido de lo que estaban viendo, probablemente sí podían “oírlo” en sus cabezas.

Podían oír la maquinaria de una locomotora al llegar a una estación, podían imaginar la música al ver a gente bailar, o imaginar las carcajadas de alguien que estuviera riendo en la pantalla.

Cabe decir que por muy “mudo” que fuera el cine, la verdad es que casi nunca fue silencioso, ya que en 1897, dos años después de su primera proyección cinematográfica, los hermanos Lumiére contrataron a un cuarteto de saxofonistas para que acompañara las sesiones de cinematógrafo en su local de Paris. Y es que a veces, muchas veces, la imagen no tiene sentido sin el sonido, no tiene emoción.

Imagen de J. DEMSKY

Un producto audiovisual pretende generar una experiencia inmersiva en el espectador. Una experiencia que se basa en la percepción que dicho espectador tiene del mundo, y en esa experiencia, el sonido es fundamental.

El sonido nos ayuda a entender nuestro entorno y aquí es donde entra la emoción. El llanto de un bebé o de un recién nacido, el maullido de un gato o el quejido de un perro, la melodía de una canción o la sintonía de nuestro programa favorito, son audios que nos provocan emociones, sentimientos, sensaciones.

El chirrido de un tenedor en el plato o una tiza nueva en la pizarra, el ruido de alguien masticando a tu lado, o la sirena de una ambulancia muy cerca, son sonidos que pueden llegar a ser muy desagradables. En el caso de las sirenas, pueden llegar a acercarse al umbral del dolor.

Y es que, si los espectadores del cine mudo oían el sonido en su cabeza, el mismo proceso funciona al revés, al oír un sonido nuestra mente lo relaciona muchas veces con una imagen.

El sonido conecta a niveles profundos con nuestro cerebro de maneras que todavía hoy no están científicamente claras; fenómenos como el ASMR o la misofonía (reacciones desagradables a ciertos sonidos) tienen su raíz en esta respuesta refleja a ciertos estímulos sonoros.

Sin embargo, estas conexiones son un misterio poco claro para la ciencia; hay estudios al respecto, pero no un mapa específico del funcionamiento. Una canción, una melodía, una música o un sonido puede cambiar tu estado de ánimo. Esa es, por ejemplo, la base de la musicoterapia.

Algo parecido ocurre en el fenómeno de la sinestesia, donde hay personas que relacionan colores con determinados sonidos o incluso sabores. El sonido está presente en todas partes; músicas relajantes en ascensores o salas de espera, sirenas de alerta, pitidos, alarmas en nuestros dispositivos… Cualquiera de nuestras escenas cotidianas van acompañadas de sonido. Todo tiene su sonido.

El sonido lo hace más real

Así pues, el sonido en el lenguaje audiovisual no es poco importante, ya que ayuda a ampliar la expresividad, y a veces lo logra de una forma exponencial. En el campo de los Motion Graphics, por ejemplo, dotar de un buen audio a una animación le aporta vida, carácter, una tridimensionalidad que reclama de manera mucho más efectiva la atención del espectador. La experiencia se vuelve completa e inmersiva. Le aporta emoción.

En resumen, aunque puede llegar a ser de forma inconsciente, el sonido es emoción y las emociones son aquello que más recordamos. Son las emociones las que marcan la diferencia entre una experiencia rutinaria o realmente especial.

Del mismo modo que un olor nos trae un recuerdo, también el sonido lo hace y es esta dimensión sensorial y emocional la que nunca debemos menospreciar y olvidar los creadores del entorno audiovisual.

Si quieres entender la construcción expresiva de los Motion Graphics desde la óptica de la imagen, el sonido y el movimiento, seguro que te va a interesar saber más de nuestro Máster en Motion Graphics.

Josep M. Blasco, especialista en sonido y profesor del Máster en Motion Graphics de SHIFTA.

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