Antiwork

Un futuro sin trabajo

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6 min readJun 29, 2021

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Mª Clara Ribadeneira

Antiwork es un movimiento que promueve el ocio y defiende que las personas deberían tener la libertad de elegir la actividad en la que invierten su tiempo. Pero, ¿podemos imaginarnos un futuro donde el trabajo no sea la actividad principal de nuestro día a día? La pandemia por COVID-19 ha acelerado muchos cambios en el mundo del trabajo y debemos plantearnos nuevas preguntas.

Las Revoluciones Industriales y el trabajo

El mundo ha pasado por tres Revoluciones Industriales que han transformado la historia y contribuido al desarrollo de las economías. El trabajo es una actividad que se ha visto profundamente impactada por los efectos de estas revoluciones. Siempre ha habido trabajos que desaparecen, o que son reemplazados por nuevas tecnologías. Asimismo, con cada nuevo avance técnico, han surgido nuevas oportunidades y tipos de trabajo. Por lo tanto, aunque el desempleo ha sido una gran preocupación durante las Revoluciones Industriales pasadas, con el tiempo los trabajadores han podido adaptar sus habilidades a las nuevas necesidades laborales.

Hoy en día, la realidad presenta un panorama diferente. La tecnología ya no se limita a reemplazar al ser humano en trabajos que requieren esfuerzo físico. Ahora se busca también que irrumpa en lo cognitivo, e incluso lo emocional. Muchos creen que el mundo está atravesando la cuarta Revolución Industrial, un hito especialmente marcado por la aparición de internet. La tecnología en esta era digital avanza a un nivel exponencial. Este factor es relevante porque en el pasado el crecimiento ha sido lineal. Y, por tanto, era posible adaptarse progresivamente. Actualmente es interesante pensar acerca del rol que el trabajador desarrollará en un futuro. Particularmente en un mundo donde la mayoría de trabajos que hoy conocemos puedan llegar a estar automatizados para entonces.

Antes de la pandemia, la Revolución Tecnológica ya estaba cambiando el mundo laboral, donde la tecnología estaba integrándose cada vez más a los distintos ámbitos profesionales. Sin embargo, desde la aparición de la COVID-19, el alcance de estos cambios se ha vuelto cada vez más evidente. Muchos trabajadores en distintas partes del mundo se han visto forzados a buscar nuevas maneras de ganarse la vida, tales como el teletrabajo. Otros han tenido que dejar de trabajar por el confinamiento; y hay muchos también que han llegado a perder su empleo. En fin, si antes de la pandemia el futuro del trabajador era incierto, ahora lo es mucho más.

El futuro del trabajo

Teniendo en cuenta la automatización de los trabajos y los cambios presentados por la COVID-19, cabe plantearse con más fuerza lo siguiente: ¿sería posible imaginar un futuro en el que los seres humanos no trabajen?

El trabajo es un tema sobre el que la gente tiene distintas opiniones; pero en general la mayoría tiene algo que decir al respecto. Es común escuchar frases como “amo mi trabajo”, o “detesto a mi jefe”, o “nunca tengo tiempo”, etc. Y es principalmente esta falta de tiempo para hacer otras cosas la que genera un rechazo hacia el trabajo.

De hecho, en 1881 Nietzsche criticó la glorificación del trabajo porque consideraba que dificulta el desarrollo de la razón y el deseo de independencia. Nietzsche decía que el trabajo drena la energía de las personas, ya que nos enfoca en objetivos pequeños y potencia el gusto por aquellas satisfacciones de carácter fácil y mediocre.

Un mundo sin trabajos

La sociedad se ha constituido alrededor del trabajo. Por lo tanto, quienes lo rechazan buscan una alternativa, una mejor manera de vivir. En este contexto nace la idea del Antiwork, una alternativa moral al trabajo que promueve el ocio y defiende que las personas deberían tener la libertad de elegir la actividad en la que invierten su tiempo.

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Antiwork lleva existiendo desde hace años como un movimiento. El término cobró importancia con Bertrand Russell, cuando publicó el libro Elogio a la ociosidad y otros ensayos (1935). Para este filósofo, el no trabajar permite desarrollar habilidades intelectuales más altas. Incluso afirma que las clases ociosas (leisure classes) han sido las responsables del desarrollo de la civilización. Esto tiene sentido porque muchas veces las personas están tan consumidas por el trabajo que no tienen tiempo de reflexionar y la reflexión es fundamental para progresar en la vida.

En el pasado, los defensores de Antiwork argumentaban que el trabajo es malo en sí mismo porque limita la libertad de los seres humanos de elegir en qué actividad invierten su tiempo. Consideraban que al tener esta posibilidad, las personas tendrían mayor probabilidad de dedicarse a actividades que los hagan sentirse realizados. No obstante, hoy en día, el Antiwork ha renovado en fuerzas debido a los cambios traídos por la revolución tecnológica actual y las consecuencias de la pandemia.

La tecnología ha permitido que miles de trabajos estén al borde de la automatización; y esta situación solo seguirá incrementando. La información, la energía y muchos bienes y servicios serán casi gratuitos. La tecnología abre la posibilidad de una productividad extrema que reduce los costes marginales de producir y distribuir unidades adicionales de un producto o servicio casi a cero. Esto es lo que ha llevado a ciertas industrias a una situación precaria, tal y como sucede con las discográficas y la prensa.

Actualmente, parece que se debe aceptar progresivamente la idea de un mundo con menos empleados. Por ejemplo, en 1964 la empresa más valiosa en Estados Unidos fue AT&T y empleaba a 750.000 personas aproximadamente. Hoy en día, Google emplea alrededor de 98.000 personas; Apple 132.000; Microsoft 144.000 y Huawei 188.000. Es decir, el tamaño de la fuerza laboral de estos 4 tech giants juntos no llega a superar el tamaño de la fuerza laboral de AT&T en 1964.

Es bajo esta combinación de factores que uno puede llegar a plantearse si no será buen momento para decantarse por el Antiwork. Por otro lado, Antiwork puede desencadenar en una pérdida de sentido para los seres humanos, con resultados nefastos para la sociedad. Lo que pasa es que mucha gente encuentra propósito y significado en el trabajo que hacen. E incluso aquellos que no lo encuentran ahí, aún con todo suelen prefieren trabajar a no hacerlo. Esta es la paradoja del trabajo: muchas personas que se sienten desdichadas con su trabajo estarían aún peor sin su trabajo.

El futuro del trabajo: ¿flexibilidad o productividad?

El futuro del trabajador ya ha cambiado y seguirá cambiando. Ciertos cambios aplicados por la pandemia serán temporales, y muchos otros serán más permanentes. Las personas han experimentado alternativas al trabajo que conocían, con ventajas como la flexibilidad o la comodidad; y desventajas como la soledad que puede implicar estar continuamente en línea, o simplemente no poder trabajar. Más allá de estos pros y contras, el mundo ha demostrado que la vida puede cambiar de maneras inesperadas y que es necesario desarrollar la capacidad de adaptación.

Con esto en mente, no hay que descartar la posibilidad de que el futuro del trabajador podría ser la abolición del trabajo. Esta posibilidad es interesante y al mismo tiempo aterradora… ¿qué significaría quitar el trabajo a una sociedad que se ha constituido alrededor del trabajo? Lo que queda claro es que en este nuevo escenario tendrá que cambiar la métrica del éxito. En vez de abogar por una mayor contribución económica y una mayor productividad, quizá terminemos midiendo una vida sin trabajo en términos de contribución social y autorrealización. Y puede que entonces la falta de trabajo no se nos plantee como una carga. Como en muchas otras cosas, el tiempo dirá.

Mª Clara Ribadeneira estudió Marketing en la Universidad de Navarra | LinkedIn

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