Tecnología y salud mental

¿Un arma de doble filo?

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6 min readMar 31, 2022

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En los últimos años, la salud mental ha levantado interés a nivel global. Con la pandemia, ha pasado de ser un asunto marginal a ser un titular en los diarios e informativos del mundo. No obstante, hoy en día sigue siendo difícil acotar tecnológicamente cuestiones de salud mental como la depresión o ansiedad. ¿Cuál es el papel de la tecnología en la salud mental?¿Vienen las empresas tecnológicas a aportar soluciones o a agrandar el problema?

El tabú de la salud mental

El aislamiento social, la pérdida de familiares, y la situación general de la pandemia ha supuesto un reto en diversos sectores de la sociedad: sanitario, económico, educativo, y laboral, entre otros. No obstante, las secuelas a nivel mental y emocional han sido devastadoras. Se viene tiempo hablando de la “pandemia silenciosa”, en referencia a las muertes por suicidio de jóvenes en el último año. Los servicios de salud mental se encuentran desbordados, y las cifras de ansiedad y depresión continúan en aumento.

Esta crisis ha puesto de manifiesto la importancia de la salud mental y los límites de un sistema sanitario desbordado, que no alcanza a cubrir la demanda de sus ciudadanos. Nos encontramos ante una situación en la que la inversión en la salud mental es baja, carente de suficientes recursos humanos y económicos para brindar la atención necesaria (OMS, 2021). En definitiva, no hemos llegado a un punto ideal en el que las enfermedades mentales sean tratadas como merecen.

Además, permanece cierto tabú en torno a la salud mental. Esto lleva a que no se pida ayuda profesional a tiempo, agravando las consecuencias negativas sobre el bienestar y salud del individuo. Tampoco está claro cuándo es un buen momento para acudir a un profesional. ¿Ante qué síntomas o indicios debe uno pedir ayuda? Falta información psicoeducativa. Falta soporte institucional y políticas sanitarias adecuadas. La salud mental es un tema complejo, y aunque el tabú va desapareciendo lentamente, es necesario tratarlo de manera más directa.

La popularidad de las aplicaciones de salud mental

Ante este panorama, una forma cada vez más popular de combatir las crisis de salud mental es mediante el uso de aplicaciones de salud mental. En la actualidad, se calcula que hay entre 10.000 y 20.000 apps de salud mental ofrecidas en el mercado (American Psychological Association, 2021). Las apps que entran en la categoría de “salud mental” ofrecen herramientas que van desde la terapia virtual (recursos para hacer frente a trastornos específicos como la depresión y la ansiedad) hasta ejercicios de respiración y técnicas de meditación y mindfulness.

A finales de 2020, se invirtió la cifra récord de 1.500 millones de dólares en empresas relacionadas con la salud mental (Forbes, 2021). Aunque las aplicaciones de salud mental existen desde hace tiempo, es probable que este aumento de inversión esté asociado con la pandemia. Por un lado, esta detonó una ola de malestar emocional y mental; por otro, propició que la gente se sintiera más cómoda con el uso de servicios y herramientas virtuales, allanando el camino para la innovación en el sector de las apps de salud mental.

Se puede pensar que la tecnología no tiene la mejor reputación a la hora de tratar la salud mental. Sin embargo, las críticas suelen reservarse para redes sociales como Instagram, repetidamente denunciada por sus efectos negativos en grupos demográficos como las adolescentes (Wall Street Journal, 2021). Mientras tanto, la pandemia ha subrayado el hecho de que los sistemas de salud no llegan a todos, y las soluciones tecnológicas de salud mental han surgido como una solución para salvar la brecha entre la oferta y la demanda.

¿Nos pueden ayudar las apps de salud mental?

Las aplicaciones de salud mental ofrecen ciertas ventajas. En primer lugar, la inmediatez. Las personas pueden acceder a herramientas efectivas desde sus propias casas. Las apps pueden tratar ciertos problemas de salud mental sin necesidad de acudir a un psicólogo, ya que acudir a terapia es difícil por el tabú que supone hablar de salud mental, y porque la pandemia ha dificultado la presencialidad.

Además, las aplicaciones de salud mental son mucho más baratas que las visitas tradicionales al psicólogo. Las personas pueden acceder a recursos y terapias de forma gratuita, o a precios relativamente bajos. Por ejemplo, la aplicación Talkspace tiene planes a partir de 65 dólares para una terapia de mensajería ilimitada.

Otro posible beneficio podría derivarse de la recopilación de datos. Aunque no exenta de riesgos, la recopilación de datos de las aplicaciones permite una investigación más profunda de los patrones habituales en diferentes enfermedades mentales, y puede ampliar nuestro conocimiento de ellas. Esto puede dar pie a informes basados en evidencia sobre la prevalencia de salud mental en el mundo, que puedo luego traducirse en políticas públicas o privadas concretas.

Riesgos de las apps de salud mental

Sin embargo, confiar en las aplicaciones de salud mental puede suponer ciertos riesgos. Por un lado, el asesoramiento que ofrecen la mayoría de las aplicaciones no están necesariamente equipados para ayudar a personas de todas las condiciones de salud mental. La mayoría de las aplicaciones están orientadas a tratar el estrés, la ansiedad y la depresión; quienes sufren otras patologías pueden no recibir el apoyo adecuado. Por lo tanto, es importante no depender únicamente de las apps de salud mental para su tratamiento y que acudan a los profesionales u organizaciones competentes.

Otro problema es la falta de regulación. Como todo lo relacionado con la tecnología, las políticas públicas van por detrás de los avances de Silicon Valley. Esta falta de regulación supone el riesgo de un mal uso de la información de los pacientes o de un mal control de calidad de los recursos que ofrecen las aplicaciones. Considerando que la información que las apps de salud mental recogen es delicada, íntima, y sensible, es importante que exista una regulación que establezca cómo debe utilizarse y protegerse. ¿Deberían las aplicaciones requerir una “aprobación oficial” del gobierno o de una agencia sanitaria?¿Son validadas las credenciales de los profesionales que ofrecen terapia en remoto? Y en caso de que un usuario tenga una experiencia desfavorable, ¿quién es el responsable legal?

Sin embargo, el problema más delicado que identificamos es la creciente promoción de los chatbots potenciados por la inteligencia artificial. Estos chatbots, que pretenden imitar las conversaciones humanas, están diseñados para ofrecer a las personas apoyo psicológico sin necesidad de hablar con un profesional real. Uno de estos chatbots, Woebot, comercializado como “agente relacional para la salud mental”, está supuestamente diseñado para “formar vínculos terapéuticos de confianza sin necesidad de un terapeuta humano, en sólo 3-5 días”.

En ThinkTech, hemos hablado mucho de los peligros de los chatbots (echa un vistazo a nuestra serie sobre Replika). Pero el uso de chatbots como una forma aceptable de tratar la salud mental no sólo sugiere conflictos éticos o plantea cuestiones antropológicas, sino que también socava lo que significa recibir ayuda psicológica.

La psicología tiene claramente un carácter social. La empatía, la comprensión, el acto de acoger: todo esto es importante a la hora de cuidar a alguien con dificultades mentales.

La evolución de las actitudes de la sociedad y la disminución paulatina del tabú en torno a la salud mental, sin duda, es algo positivo. Sin embargo, la verdadera eficacia de las apps de salud mental no está muy clara. A pesar de que las apps facilitan un acceso más amplio y cómodo a la atención psicológica, como solución tecnológica suscita preocupaciones. ¿El uso de las apps de salud mental quitará protagonismo a la atención presencial y personalizada? La capacidad y potencia tecnológica existente podrían hacer de esto una realidad, pero ¿es lo ideal?

Al recurrir a chatbots, existe el peligro de que se pierdan estos elementos fundamentalmente humanos. La psicología no es una disciplina de técnicas replicables, ni un árbol de decisión algorítmico. Confiar demasiado en la tecnología para tratar la salud mental implicaría tomar la tecnología como un sustituto de la conexión humana real, en lugar de ser una herramienta. La salud mental de una persona es muy delicada y hay que cuidarla: al delegar la provisión de apoyo psicológico a los chatbots se priva a las personas de la atención humana que merecen.

Gabriela Alba estudiante de Politics, Philosophy and Economics (PPE) en la Universidad de Navarra | Linkedin

Rodrigo Coello de Portugal estudiante de Economics, Leadership and Governance (ELG) en la Universidad de Navarra | Linkedin

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