De nativos digitales a cyborgs

Ciencia y tecnología en el mundo contemporáneo

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5 min readJun 28, 2021

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Gabriela Pajuelo Chávez

Cada vez encontramos una mayor dependencia entre las personas y las nuevas tecnologías. En este artículo exploramos esta nueva situación, y cómo las nuevas identidades digitales amenazan con convertirse en un reto para la igualdad entre seres humanos.

Cyborgs y transhumanos: ambos entes son el resultado de una dependencia cada vez más grande de la tecnología por el ser humano. Muchos filósofos, científicos y sociólogos se preguntan sobre el porqué de esta relación tan intensa. Sin embargo, la respuesta se vuelve más clara cuando entendemos la necesidad que tenemos todas las personas de relación social, de aprobación y de estabilidad. A diferencia de generaciones anteriores, las herramientas tecnológicas son parte de nuestro día a día; y no sólo afectan cómo interactuamos con los demás. También tienen repercusiones en nuestra imagen personal e incluso nuestra relación con nuestro cuerpo.

Nativos digitales: la identidad online

El ser humano en la era digital ha sido condicionado por lo que algunos llaman addictive technology, un tipo de teoría de diseño del comportamiento que ha llevado a la creación de los espacios digitales que todos conocemos: las redes sociales. Tal y como dijo Douglas Rushkoff, “hemos evolucionado para estar conscientes de todo lo importante que ocurre dentro de nuestro círculo social”. Y ahora nos preguntamos, ¿cómo ocurrió esta evolución sin nuestro consentimiento? Muchas veces, por estímulos específicos que nos incitan a tener una reacción digital particular, ya sean vistas, compras, likes u otro tipo de acción. El objetivo es generar más adicción.

Y cada vez nos damos cuenta de que este tipo de espacios son el resultado de una programación masiva de nuestros hábitos. El user experience (UX) design ayuda a retener nuestra atención (y nuestros datos) para monetizarla, en la forma de ads personalizados a cada persona. Y logran su cometido, en especial con las generaciones más jóvenes, que participan diariamente: los jóvenes “el 88% de los encuestados de entre 18 y 29 años” (Anderson, Smith, 2018).

Esta arquitectura digital de los espacios online tiene repercusiones en nuestro comportamiento: “los usuarios de las redes sociales reciben comentarios positivos (likes), sus cerebros activan los receptores de dopamina”, explican algunos expertos. Este efecto neurológico, basado en un sistema de recompensas, es comparable con el de la ludopatía o la drogadicción.

Los nativos digitales hacen posts para satisfacer sus necesidades humanas (o digitales), así descritas en la pirámide de Maslow. Estas necesidades son fisiológicas, de seguridad, de amor o pertenencia, de estima y de autorrealización. Esto explica en gran medida el éxito de las Big Tech, en especial de la redes sociales, ya que que suplen (o intentan suplir) de una manera artificial estas necesidades para los usuarios.

Cyborgs: ¿Soy uno con la tecnología?

Photo by Robert Anderson on Unsplash

En el caso de los cyborgs, se reconoce la necesidad humana de autorrealización, que además es considerada la más importante de la jerarquía de necesidades el ser humano descrita por Maslow: llegar a un máximo potencial y mejorar continuamente no sólo personalmente sino también físicamente. Y esta alternativa de llegar a un punto medio entre tecnología y humano no sólo es posible, sino que cada vez más difundida, la idea de que podemos mejorar el cuerpo con tecnología.

Como dijo Neil Harbisson: “No sólo estoy unido a la cibernética biológicamente, sino también psicológicamente. Yo no siento que estoy llevando o usando tecnología; siento que soy tecnología”. Estas palabras de la primera persona en el mundo reconocida como un cyborg por un gobierno, nos brinda una perspectiva interna sobre el transhumanismo: un movimiento que aboga por la liberación de los seres humanos de su destino biológico; y sugiere optar por la incorporación de elementos electrónicos al cuerpo humano para modificar nuestras capacidades corporales y mentales.

El transhumanismo busca revolucionar fundamentalmente lo que significa ser humano mediante los avances tecnológicos y cambiar su naturaleza. Todo con el objetivo de conseguir una super longevidad, superinteligencia y super bienestar. El cuerpo en su estado natural se ve como un obstáculo para lograr estas metas. La tecnología, en cambio, parece la única herramienta con las que se logrará satisfacer estos ideales. El transhumanismo está basado en gran medida en el gnosticismo: “hay un dualismo implícito que tiene una concepción negativa del cuerpo, como si sólo fuera fuente de limitaciones y de sufrimiento. De ahí la pretensión de acabar con el cuerpo biológico y sustituirlo o completarlo con uno mecánico”.

El futuro del transhumanismo: tecnología de acceso desigual

¿Cuáles serán las implicaciones de la mejora física o cognitiva del ser humano? “La primera víctima del transhumanismo podría ser la igualdad”, de acuerdo a Fukuyama. Dicha igualdad, es reconocida como la base de gran parte de los derechos humanos. No obstante, estos cambios llevaría a que esta igualdad se encuentre en entredicho. Y con la falta de igualdad también se vería afectada la dignidad individual, que funda las bases del liberalismo político. Después de todo, modificar la esencia de la dignidad humana es el objetivo principal del transhumanismo.

¿Qué tipo de derechos exigirán criaturas superiores, en términos físicos e incluso intelectuales? El desarrollo de áreas estratégicas de conocimiento está creciendo exponencialmente, en especial Biomedicina y Biotecnología, Tecnologías de la Información e Inteligencia Artificial. Pero estas tecnologías sólo serán accesibles a aquellos que puedan costearlas. Se podría intentar comparar esta situación a un upgrade de modelo de iPhone, cada vez que Apple renueva el modelo. Pero fallaríamos en comprender el impacto sociológico que esto tendría en la sociedad. Mientras unos se acercan a una figura idónea del ser humano, muchos quedarán atrás de estos avances tecnológico. En definitiva, este es un dilema causado por la posible implementación de estas tecnologías.

Ciencia y tecnología: una triste conclusión

La conclusión de esta relación de dependencia con la tecnología parece extremista en el ejemplo del transhumanismo. Aunque en el caso de las redes sociales muchos piensan que podrían dejarlo si verdaderamente quisieran. Pero al afirmar esto, muchos ignoran la gran cantidad de tiempo que vivimos online. Basta con ver el screentime en nuestro móvil: entre ocho y diez horas. Muchas veces, pareciera que fuésemos como ratones en un juego. Un juego creado por algoritmos diseñados para mantenernos enchufados. ¿Deberíamos abandonarnos a la simple conclusión de convertirnos en uno con la tecnología? Sólo el tiempo nos dirá, si finalmente, perderemos ese hilo de humanidad que parece escondido bajo los filtros y los perfiles perfectos de Instagram; y adoptamos los avances tecnológicos como una extensión de nosotros mismos.

Gabriela Pajuelo Chávez estudia Relaciones Internacionales en la Universidad de Navarra| LinkedIn

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