Añejo 37

Gurriel demostró que es posible aprender a jugar primera después de los 30 y ganar un guante de oro; apoderarse de un título de bateo cuando muchos consideran el retiro

Lázaro Ernesto Arias
lazaroarias
5 min readNov 20, 2021

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Yulieski, recién protagonizó su mejor contienda individual /mlb.com

La miel de caña espirituana es al ron nacional, como la casta Gurriel a la idiosincrasia beisbolera. El elixir familiar fue añejado cuidadosamente en los mejores toneles de roble para que los tres herederos preservaran la marca. La formulación comercial podría valer tanto como su legado sobre los diamante de béisbol.

Yulieski, recién protagonizó su mejor contienda individual después de una postemporada 2020 muy pobre. Pocos beisbolistas profesionales se acercan a los 40 tan bien conservados. Hasta el último juego del calendario disputó el liderato de bateo de la Liga Americana. Pegó pocos cuadrangulares este año. Se concentró en su swing de alcance medio. Pudo declinar. Quedarse en la banca en el último juego y obligar a su rival directo a excederse. Pero un Gurriel no iba a pasar por cobarde. Los títulos deportivos, como los tragos, también son para paladearse.

Y por qué conformarse cuando, con el mismo estacazo, ante la misma recta y a la altura de las letras, se convirtió en el cubano con más imparables (52) y carreras empujadas (27) en postemporadas MLB. Dejó atrás a Yasiel Puig en hits, a Tany Pérez en empujadas. Yulieski tiene apenas cinco temporadas, pero con tres ligas y un anillo de Serie Mundial. Sus seguidores se lamentan con lo que pudo ser si hubiera migrado más joven. Abrir antes un barril de añejamiento, significa interrumpir el ciclo del sabor y el olor. Las políticas de Guerra Fría siguen vetando la posibilidad de llegar a las Grandes Ligas por la puerta del frente a talentos como él.

Una madrugada de febrero de 2016, Yulieski y su hermano menor dejaron el hotel del equipo cubano a la Serie del Caribe en una camioneta con una insignia militar. Un mayor de la Fuerza Aérea de República Dominicana los ayudó a salir hasta Haití y sería investigado por trata de personas. Semanas después, la operación internacional culminó con la firma de un acuerdo de 47.5 millones de dólares y unos 22 para el hermano menor.

Aquel fue un año tremendo para el béisbol de la Isla: a la fuga de los Gurriel, se añadió a la investidura del presidente norteamericano que puso fin al acercamiento con Cuba y al matrimonio no consumado entre la federación cubana y la Major League Baseball.

Fue como si los Gurriel presagiaran que el trato no iba a ocurrir.

Yulieski y Rafael Palmeiro son los únicos cubanos que han ganado un guante de oro en la MLB / mlb.com

Bien hizo José Ariel Contreras cuando se negó a darle un bolazo a aquel novato espirituano de 18 años. Ya le había pegado tres líneas, pero no presumía ni un poco. El deber del lanzador pinareño era ponerlo fuera y el del hijo de Lourdes Gurriel, llegar a primera. No sé si con el olfato o con la vista, pero los grandes se reconocen de inmediato. Contreras tampoco se arrepintió aquella tarde después del cuarto imparable.

Yulieski asumió el costo de salir de Cuba, de abandonar una delegación deportiva. Empezó de cero allá donde los apellidos pesan justo lo que rinden. Se labró el camino en uno de los circuitos profesionales más exigentes del orbe, demandó muchos más de sus rodillas, de sus muñecas, de sus reflejos, a los 32 años. Su atinado desacierto fue firmar con los Astros. Su primera tarea: reconfigurar su mecánica de juego para cubrir la primera almohadilla, posición que no había probado nunca, con nuevos mañas para los reflejos y el desplazamiento.

Lourdes padre se sintió incómodo cuando le lanzaron la pregunta más obvia. Cada cual se atiene al compás y a los términos de su tiempo: ahora le toca descansar allá donde sus herederos. Esperar el quinto nieto. Lanzar la primera bola en el Minute Maid el día de los padres. Dice Lourdes que Yulieski parece de 20, porque “no es un muchacho bebedor, salidor, se cuida bastante y está consagrado a lo que hace”.

Con 37 años, ni en el siglo XXI, ni en el XX, un Latino había conquistado un título de bateo. Solo cinco norteamericanos lo lograron, y algunos ya consiguieron su trono en el Salón de la Fama. Solo 7 beisbolistas ganaron títulos de bateo y fildeo en la misma temporada y ninguno tenía 37 años o más.

Un premio de una serie eliminatoria de 7 juegos se reserva, sin dudas para tipos cruciales, para hombres-historia. Los títulos en 162 partidos se ponen en riesgo en cada lance, ponen a prueba la constancia, la resiliencia y el carácter. Ganarlos al bate y a la defensa, a los 37, categoriza al Yuli en el orden de las leyendas del juego. Su renovación está garantizada.

Esta temporada fue la de los cinco cubanos en la Serie Mundial. Donde un pinareño fue novato del año (y un avileño lo pudo ser). Donde un tunero fue el jugador más valioso de la final de la Liga Americana y un habanero, de la Serie Mundial. Este 2021, paradoja del remordimiento, los Astros se convencieron de que no necesitan hacer trampas para luchar por una Serie Mundial. El segundo de los hermanos Gurriel demostró que es posible aprender a jugar primera después de los 30 y ganar un guante de oro, apoderarse de un título de bateo cuando muchos consideran el retiro.

Puede que algún maestro ronero se anime a concretar una edición especial, un añejo 37. Tal vez, solo está vez, pueda considerarse la excepción comercial, escoger las esencias de los barriles de roble carbonizado. El retrogusto de las proezas del Yuli recordará siempre a aquellos maderos que blandió en el mejor béisbol del mundo en nombre de su gente y de su Isla.

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*Publicado originalmente en Qva en Directo

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Lázaro Ernesto Arias
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Periodista cubano, de pueblo y de sangre caliente... Escribo por convicción, reciclo historias que con el tiempo prescriben...