EQUIPO CUBA “INDEPENDIENTE”: camino corto hacia ninguna parte

El Cuba no necesita duplicados. Aptitudes políticas generan respuestas equivalentes. El deporte debe consolidar sociedades en lugar de fragmentarlas…

Lázaro Ernesto Arias
lazaroarias
10 min readApr 10, 2022

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Deporte y política colisionan desde siempre a ambos lados de la orilla. Tomar el pulso a las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos resultaba más sencillo cuando los desapegos deportivos indicaban que algo se estaba torciendo. Tanto se avanzó en buena lid y Donald Trump escupió sobre lo logrado.

Ecos sordos de un Cuba made in USA llenan las portadas de más de una página deportiva. La Federación Cubana de Béisbol evitó hasta hace poco las declaraciones públicas cuando sabe que callar otorga ventaja al que más grita. Las redes digitales hacen un héroe del que escapa y miserable a aquel que se baje del barco de lo mediáticamente aceptado. Pocas comunidades de migrantes del siglo XXI han tenido tantas cámaras disponibles.

No hay tanto de nuevo en un «Cuba Independiente» como parece a primera vista. Tampoco sería la primera vez que el mismo grupo de peloteros cubanos retirados lanza la idea. Desde hace casi un siglo existen entidades que defienden los intereses de profesionales de la Isla que juegan en los Estados Unidos, solo que pocas nacieron en un momento más oportuno y con impulsos de alta política.

El discurso y los métodos

Lo dice la propia Asociación: asistir al Clásico Mundial con un equipo que nada tenga que ver con el gobierno cubano será solo el primero de sus objetivos. El coordinador de la Asociación de Peloteros Cubanos Profesionales (ACPBP), Mario Fernández Cuesta comentó, a Alma Mater que incluirían a todos los cubanos, pero descartan lazo alguno con el país o el sistema deportivo que los formó, o la federación que los representa.

La mesa está servida para que maduren este tipo de suplencias. La Federación Cubana de Béisbol (FCB) lleva casi un año descabezada; lo que es propicio, además, para que comisarios políticos extralimiten sus funciones. El béisbol puede formar parte las relaciones exteriores de un país, pero debe ser libre para avanzar más allá de sus horizontes socioeconómicos. El deporte debe consolidar sociedades en lugar de fragmentarlas.

El talento interno bruto hace fila por los corredores migratorios y el bache generacional se confunde con una playa. Se excluyen atletas de las selecciones nacionales por criterios ajenos al deporte. Agencias privadas los acaparan cada vez más jóvenes, y solo deben cuidarse de las leyes de tráfico de personas. Hay peloteros cubanos en destinos centroamericanos, europeos, asiáticos. En casa, la economía empeora; mientras la Serie Nacional se queda sin argumentos.

Apenas este lunes, el Instituto Nacional de Deporte Educación Física y Recreación (INDER) rompió el silencio. Su director jurídico, Ramiro Domínguez compareció en el programa Bola Viva y aclaró cuestiones legales para seleccionados de un equipo Cuba y las peculiaridades del pelotero MLB. La voluntad aún dista del hecho, y los trámites se agolpan.

El funcionario explicó que «para ingresar a ese béisbol tienen que renunciar a un grupo de cosas: sus vínculos con el país, pertenecer o no a la Federación. Se trabajó con fuerza con la MLB en la firma de un acuerdo que diera un cauce legal a ambas partes. Infelizmente, todos conocen por donde transitó este problema y la situación de los peloteros cubanos. No es el país, no es la Federación. Hay algunos que si han violado cosas que para nosotros son cuestiones de principios: abandonar una delegación, incumplimiento de contratos; que no es privativo de Cuba, cualquier país reacciona con fuerza a este tipo de situaciones».

Mientras, el discurso de la ACPBP se sostiene sobre pilares fundamentales: la FCB discrimina a los grandes ligas cubanos, la FCB es ilegítima por responder al gobierno, se aspira a la unidad pero «estamos en contra de participar con el gobierno», la FCB los tiene por «traidores», por «desertores». Por cierto, el acuerdo MLB-FCB es un negocio ajeno que poco les interesa. Aptitudes políticas, deben saber, generarán respuestas equivalentes.

«La única independencia que merece mi equipo Cuba, y el de tantos de ustedes –escribió el periodista Yasel Porto– es al odio, al rencor, y a la discriminación de todo tipo».

¿Y el acuerdo?

El acuerdo MLB-FCB establecía relaciones económicas y deportivas en ambas direcciones. No separaba familias ni forzaba migraciones irregulares. Ponía en igualdad de condiciones a los cubanos con otros beisbolistas latinos. Cuba dio el último paso al poner a disposición de Las Mayores un combo de 40 prospectos. Muchos de los que hoy apoyan la idea de la ACPBP loaron el fallecido acuerdo. Sin memoria a largo plazo siempre queda sal para la siguiente herida.

Ninguna organización internacional que se respete permitiría que una asociación independiente clone la presencia de un país. Una buena actuación en la arena internacional o en el Clásico Mundial tampoco resolverá los problemas remolcados del béisbol cubano. Si participan más de 150 peloteros de esta Isla en la MLB y sus granjas no es gracias a entidades autónomas dirigidas desde el extranjero. El talento poco garantiza sin la estructura que lo cultiva.

Las selecciones de baloncesto, balonmano y voleibol (el propio acuerdo cancelado en 2018) dan fe del interés de Cuba en aproximarse a sus deportistas en el extranjero. Tampoco haría daño cambiar algunas leyes del siglo pasado; eliminar trámites burocráticos; revolucionar más de un mecanismo; elegir democráticamente, de una vez, al líder que necesita la FCB.

José Dariel Abreu no fue a contarle a nadie su opinión. ESPN le puso un micro delante y dijo lo que sentía. Abreu sabe de primera mano lo que es dejar la vida en manos de unos lancheros por sacar delante a la familia que lleva tatuada en la espalda. Pronto le achacaron las vacaciones que pasa en Cuba y su decisión de emigrar con silogismos muy baratos.

Pueden contar con él, dijo a Ernesto Jérez, para un Cuba unificado entre peloteros que juegan en Estados Unidos y en la Isla. Respeta todas las opiniones, pero se desapunta a un Cuba hecho en Miami.

«Ojalá pase que en lo que me queda de carrera, se den las cosas necesarias para representar a Cuba», añadió Pito Abreu.

Días después la Asociación divulgó un comunicado en el que, supuestamente, Abreu se disculpa. En el cual le prometieron que van a convocar peloteros cubanos donde quiera que estén, incluso de la Serie Nacional. Las propias leyes del bloqueo evitarán que cumplan esa promesa, pero deben adivinar quién será al final el culpable.

Aunque apenas aprendió a gatear, el Acuerdo sentó un precedente. Dejar nacer otro equipo Cuba echa por tierra años de trabajo y negociaciones. Si el acuerdo fue producto de la relajación de las tensiones económicas y diplomáticas, el Cuba «independiente» funciona, de forma inevitable, como su elemento inverso.

Génesis y resurrección

El rencor y el ostracismo dejaron heridas que hoy forman parte de la identidad corporativa de la ACPBP. Desde hace meses la propuesta del «Duque» Hernández toma forma. Resurge con fuerza a partir de que a Yulieski Gurriel le negaran la entrada a Cuba. La Asociación promueve un atajo, un motivo, una causa. Muchos ya se suman. «Incluir a los excluidos arbitrariamente», dicen, casi como slogan.

La Federación, desde que cayó el acuerdo, no fragua nada semejante a la luz pública. Habría que ver hasta dónde llega su voluntad (y potestado) para convocar a aquellos que llegaron a Las Mayores y firmaron un contrato sobre la delgada línea de las leyes del bloqueo.

En el 2016, el propio comisionado Rob Manfred, Tony Clark y varios peloteros que sí abandonaron delegaciones cubanas viajaron a La Habana a las negociaciones, como reseñó El País, para pactar cómo los jugadores cubanos pudieran jugar en Estados Unidos «sin tener que romper drásticamente con su país». El acuerdo fue alabado y Manfred reiteró que sería un golpe contra el crimen organizado.

A la altura del 2021 los demócratas presentaron por enésima vez ante el Congreso la Baseball Diplomacy Act, proyecto-ley que permitiría, sin cambiar otras leyes del bloqueo, que los peloteros de la Isla puedan solicitar visas durante la temporada de béisbol «en lugar de renunciar a su ciudadanía y abandonar a sus familias».

La BBC, Washington Post y el New York Times publicaron asiduamente sobre el los senderos secundarios que deben transitar los cubanos. Aterra lo fácil que se reescribe la Historia.

El camino corto

Allá por el 2006 Cuba fue la única selección clasificada que casi falta al primer Clásico Mundial. La Oficina de Activos Extranjeros (OFAC) congeló de antemano las regalías del evento a un gobierno enemigo. La MLB, por muy independiente que sea, poco pudo hacer al respecto. Cuba compitió de cualquier forma y donó su premio a las víctimas del huracán Katrina.

En Grandes Ligas, solo los cubanos deben tener una segunda residencia, nacionalidad o renunciar a la propia para poder firmar un contrato. Ninguno puede recibir una visa regular para jugar béisbol. Como los agentes MLB no operan en Cuba, indagó Francys Romero, intermediarios reclutan talentos de menos renombre por un 40 por ciento de sus ingresos y se lo pasan a un agente con licencia que pide, mínimo, otro 15 por ciento. La discriminación resulta más llevadera, lógicamente, cuando detrás llega un bono de seis o siete cifras.

En 2019 el Departamento de Justicia y el FBI investigaron la complicidad de dueños y agentes de la Gran Carpa con el crimen organizado. La impostura de la Asociación contra un Acuerdo (FCB-MLB) alienta a que continúe sucediendo.

El coordinador de la Asociación pone de contraejemplo a uno de sus líderes. Orlando «El Duque» Hernández afirma jugó sin una segunda residencia, pero debe recordar como creyó firmar con su agente por un 5 por ciento cuando lo hizo por casi un tercio de sus ingresos. No hay que ser político de carrera para hacerse de una carrera política.

Presionar a la Casa Blanca, al Tesoro, a las Grandes Ligas para que descongele el acuerdo MLB-FCB está descartado. Mejor usar la narrativa de la víctima en el exilio, contratar un bufete de abogados, y ver si la MLB o la WBSC reconocen a un equipo sin federación, sin membresía y modifican sus propios reglamentos por una propuesta con más ego que fundamento.

Los procederes de la WSBC son más que claros en casos como este. Ricardo Fraccari fue tajante. El ranking que otorga la clasificación al Clásico se nutre de sus competencias. Ninguna entidad independiente puede arrojarse los derechos de un miembro pleno, ni usurpar las prerrogativas o los colores de una Federación o un Equipo Nacional. La WSBC respondió pronto con los estatutos en la mano. Las federaciones quedan respaldadas por el código suizo. Muchas veces el camino corto conduce a ninguna parte.

«Hablando de las reglas, la WBSC tiene las suyas, pero como no están solos en esto ni mucho menos, esperamos que esas reglas se puedan modificar para hacer lo que es correcto. Esperamos poco de la WBSC, pero esperamos mucho de la MLB y la MLBPA», añadió Mario Fernández.

Del populismo al campeonismo

Los aficionados cubanos del béisbol tienen el derecho a ver otra vez a sus grandes ligas con las cuatro letras en el pecho; así como ellos tienen el deber de lidiar con el peso de las decisiones que tomaron. Aunque muchos escogen ese camino, abandonar en el extranjero cualquier delegación deportiva del mundo resulta un trance con implicaciones políticas, profesionales y disciplinarias.

La FCB puede evitar convertirse en una institución fallida pese a sus fiascos y excesos. La ACPBP persigue otros objetivos de buena fe, pero no por populista, su aspiración inmediata está más justificada. Si el béisbol ya es Patrimonio Cultural de la Nación, entonces la nación toda debe y puede tomar las riendas de su destino.

Las políticas informativas de ambos clanes del conflicto comparten responsabilidades. De un lado se ignora. Del otro se grita. De ninguno se escucha como debe ser. Cualquiera de los rostros del proyecto independiente tiene un rosario de razones a las que aferrarse. La Asociación desconoce a la FCB, y viceversa. En la comunicación del tercer milenio la especulación es regla. El silencio no opera como respuesta.

Un deporte federado debería lidiar o dejar sin razón de ser a cualquier iniciativa externa. Admitir sus excesos, contar su versión, proponer una amnistía, reconciliarse consigo misma puede ser un comienzo fresco para la Federación.

La incursión de hijos de esta tierra en Ligas Mayores constituye uno de los excelsos episodios de la historia del deporte cubano. El equipo Cuba, el de todos, no necesita réplicas en el extranjero, requiere de todo el talento de sangre roja, blanca y azul que andan conquistando mundo y sienta por este pueblo. Que mañana un equipo Cuba «independiente» gane el Clásico Mundial de Béisbol solo sería un analgésico para los ideólogos del campeonismo criollo.

En cambio, en términos gruesos, cuidar la salud del béisbol en la mayor de las Antillas y rescatar el acuerdo MLB-FCB (o apoyar la Baseball Diplomacy Act) garantizará una generación superior de grandes ligas cubanos, y en el trayecto, evitará que otros se priven de su familia o se endeuden por el derecho a probar fortuna en la Major League Baseball.

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*Publicado originalmente en Revista Alma Mater

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Lázaro Ernesto Arias
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Periodista cubano, de pueblo y de sangre caliente... Escribo por convicción, reciclo historias que con el tiempo prescriben...