Baloncesto

Las huellas de Russell

Para Bill no fue ningún paseo jugar con dos aficiones en contra (la propia y la ajena), comer y quedarse en un hotel distinto, ser acosado por la policía o por sus propios vecinos

Lázaro Ernesto Arias
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Para Ray Allen, Bill Russell no sólo ganó once campeonatos NBA de doce posibles, fue de los pioneros negros del baloncesto blanco, guardian de la decencia, voz de generaciones de marginados. “Cuando los jugadores de la NBA decimos que estamos sobre los hombros de gigantes, estamos hablando de Bill y otros como él que prosperaron a pesar del cruel y constante castigo del racismo.”

Para Magic Jhonson fue una pérdida cercana. El responsable de la revolución defensiva de la NBA, de los tapones y las funciones del pivot, le hizo ver a Magic que sus pases dentro de la cancha dejaban estelas, huellas para y por la América Negra. Algo de lo que sentirse orgulloso cuando la muerte amenace. Russell no olvidaba cuando cargó el féretro de Jackie Robinson por solicitud de la viuda. Como si se tratase de un evento planificable, en septiembre le pidió a uno de sus jugadores preferidos, Tim Duncan, el mismo favor.

Para Michael Jordan, ‘el señor de los anillos’ resulta un icono para todo basquetbolista negro que llegó a la NBA después de él. Aunque se sintió siempre ajeno al Salón de la Fama de Springfield, Rusell pertenece al selecto club de leyendas que ingresaron como técnicos y jugadores. Desde el 2009, el trofeo de jugador más valioso de la temporada se llama como el primer negro que dirigió a basquetbolistas blancos en la NBA.

Para Barack Obama, el heredero de Luther King o Muhammad Alí será recordado por la forma en que jugó, pero también en la forma en que escogió defender lo que era correcto. “Bill Rusell, quizá más que otras personas, conocía lo que se necesita para ganar y lo que se necesita para liderar”.

Para Charles Russell debió ser complicado dejar la costa sureña y segregada con su familia, trabajar en los astilleros de California y cuidar de Bill cuando murió prematuramente su esposa. Aquella madre que vio a Bill llegar golpeado y lloroso a casa y lo llevó al parque a enfrentarse con cada uno de sus agresores. “Perdí tres de las cinco peleas”, dijo Rusell. “No importa si ganas o pierdas, nunca dejes que nadie te pisotee”, dijo ella.

Para Bill Russell no fue ningún paseo jugar con dos aficiones en contra (la propia y la ajena), comer y quedarse en un hotel distinto, ser acosado por la policía o por sus propios vecinos. Bill solo quería ser recordado como el gran defensor que ayudó a los Celtics de Boston a vivir la mejor racha de su historia, que practicó el activismo como método de supervivencia. Aunque desde este domingo su corazón descanse, quedan las huellas de su militancia. Siempre supo que “aún desde una posición privilegiada, ser negro añade dureza a la vida” y en su época como en la próxima tendrá de pisotones y crueldad.

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Lázaro Ernesto Arias
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Periodista cubano, de pueblo y de sangre caliente... Escribo por convicción, reciclo historias que con el tiempo prescriben...