Liga Élite, Beisbol y Comunicación Pública
Béisbol y Marketing, Béisbol y comunicación, no pueden seguir divorciados o tratándose por cortesía
No olvidaré el día que un Comisionado Provincial me dijera que la prensa, los periodistas, eran el peor enemigo de un Comisionado Nacional. Llegué a sentirme mal, confieso. Reiteró su frase para convencerse y convencerme de que reportar sobre los tropiezos del béisbol nacional, que formular las preguntas incómodas, aún el problema esté a la vista de todos, siempre será visto de soslayo.
Mientras la prensa esperaba o lanzaban señales sobre los días claves que pasaban, los canales para la comunicación de la Liga Élite no hacían más que cerrarse. La Liga no sólo comenzó con el pie izquierdo, si no que siguió renqueando: el único impacto comunicacional con saldo inapelablemente positivo fue cuando se reveló la identidad visual de los equipos, de los uniformes oficiales. Un revolver de seis balas fue disparado en ráfaga.
La Comisión Nacional, me arriesgo aparecer categórico, no supo vender la idea de realizar la enésima versión beta de un campeonato de élite para el béisbol cubano. No trabajaron con las necesidades de la audiencia más allá de lo obvio: completar el calendario competitivo y elevar la parada del béisbol doméstico. No me topé ninguna cápsula en la TV nacional. No existe ningún canal digital oficial propio del torneo.
Más allá de sus funciones deportivas, un campeonato se concibe para y por la gente. ¿Qué idea se hacen los públicos ahora de esta suerte de torneo selectivo? ¿Quién se ocupa de elevar la curva de interés del público por el evento? ¿Quién diseña la estrategia de comunicación previa a un campeonato deportivo nacional o el ABC comunicacional ante una crisis? ¿Siquiera se preocuparon por ello? Guardar silencio, en el contexto mediático cubano, dejó hace tiempo de ser estratégico.
La Comisión Nacional de Béisbol sufre de malos hábitos: el sistema deportivo cubano, desde tiempos más felices, se acostumbró a que la propia prensa (o buena parte de ella) se ocupara de reportar y hacerle promoción a los torneos nacionales, de hacer relaciones públicas para determinado equipo, para los deportistas en los canales y formatos tradicionales.
En Cuba pocas federaciones o competiciones nacionales contratan profesionales de la comunicación o entienden la necesidad de gestionarla para un evento deportivo. Ni soñar con organizar equipos de prensa o departamentos para ello. Ni pensar en las –siempre segundas– comisiones provinciales. Se asume de facto que para eso están los periodistas deportivos. Hasta teóricamente, la divulgativa es solo una de las funciones de la prensa.
Hace años el deporte organizado en el mundo cruzó de largo esa meta volante. Béisbol y Marketing, Béisbol y comunicación, no pueden seguir divorciados o tratándose por cortesía en nuestro país. La comunicación externa no representa un gasto. Invertir en imagen pública, en publicidad (aunque no resuelve problemas objetivos) es invertir en futuro.
Tal vez Juan Reinaldo Pérez deba delegar algunas funciones y nombrar comisionados para la Liga Élite y para la Serie Nacional. El principal enemigo de su cargo resultan los compromisos extradeportivos asumidos o heredados y en su prestigio como líder. Cuantas veces se han usado atletas como chivo, y estos dijeron sí cuando habían pocas certezas. Se incorporaron a los entrenamientos sin saber siquiera cuánto y cómo iban a cobrar.
Después de posponer el comienzo del evento, de mentir en televisión, del demorado mea culpa, de darse el lujo de "seleccionar" a los periodistas que asisten a las conferencias de prensa, la primera edición de la Liga Élite ya arrastra con una pésima estampa: la incompetencia de sus organizadores, el incumplimiento de su patrocinador extranjero y la consecuente crisis de credibilidad.
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