Béisbol cubano
Pequeñas Ligas: oda a lo que pudo ser
Con 11 y 12 años y jugando a este nivel. Campeones de Villa Clara, de Cuba. Invictos hasta una final donde no debió ocurrir lo impensable
No pudo ser este año. Con el tiempo, no se apresuren, aprenderán que esta derrota es solo parte del proceso de hacerse hombrecitos. Ningún cubano queda conforme con el sabor de la plata. Tiempo al tiempo. Mirarán en reversa y esto solo los hará sentir más fuertes. Sepan tampoco serán los primeros en tomar impulso de un mal momento.
Pocos equipos de béisbol de cualquier categoría pueden darse el lujo de detenerse a llorar su segunda derrota en sus últimos 53 encuentros. Si el próximo campeón cubano de las Pequeñas Ligas tendrá un cupo directo a la final norteamericana es también gracias a ustedes. Los subestimaron en Matanzas, en La Habana, en Bayamo. Ganaron, ganaron y ganaron: pocos sabedores advirtieron que ustedes eran el equipo a derrotar.
Un día le podré contar a mis hijos que tuve el honor de conocerlos y conversar sobre sus cosas. Los vi sudar y embarrarse las rodillas de polvo en el terreno de softball a orillas del Sandino. Noté como José Yadián, su entrenador, exigía siempre un poco más de ustedes sin descuidar los éxamenes finales, el comportamiento en el barrio. Cuando otros jugaban o hacían sus deberes, ellos llevaban la vida de un atleta de alto rendimiento.
Fui testigo de la batalla que libraron algunos de sus padres contra la burocracia, de su sacrificio cotidiano, de traerlos a la práctica en bicicleta, del no hay esto, no hay lo otro; de cuantas personas derribaron viejos muros por ustedes y de los que solo querían beneficiarse del buen sabor que dejan los Leopardos de Santa Clara sobre el terreno. Pero ustedes siempre a lo suyo: jugar, divertirse y ganar.
Que otros se avergüencen. Que otros se cuestionen. Que otros bajen la cabeza. Con 11 y 12 años y jugando a este nivel. Campeones de Villa Clara, de Cuba. Invictos hasta una final donde no debió ocurrir lo impensable.
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