¿Para qué escribir?
Escribir para ordenar, para vaciar, para dejar testimonio; para desbloquear y desprogramar. Como un ejercicio de flujo de consciencia e higiene mental que deje huella en el tiempo. Para darle utilidad y estructura a las ideas y también para poner a discusión argumentos, conceptos y contraponer dilemas y paradojas (propias y ajenas).
Escribir como un ritual para plasmar lo que pienso y que a partir de ahí, eso encuentre un espacio y un destino. Sea cual sea.
Escribir para mí, y luego para los demás.
Para mí: para que a través del oficio y el hábito, poco a poco encuentre y siga desarrollando una voz que me identifique con las letras. Una voz que se construya y articule a partir del reflejo de mis inquietudes, mis deseos y anhelos.
Para los demás: para expander los límites y alcances de lo que pienso, para abrirme a nuevas referencias, puntos de vista y opiniones; para explorar e incidir en nuevos foros que me abran las puertas a un mundo más allá del conocido y que esta constante exploración abone a la construcción y refinación de mi capacidad para analizar e interpretar la realidad.
Hoy quiero escribir para que mis ideas tengan pies y cabeza allá afuera. Para que lo que opine, diga y piense sea depositado y se convierta en sujeto para la crítica de los demás. Con rigor y disciplina, busco desarrollar este nuevo lugar dentro de mi que potencie mi talento analítico y lo traduzca en un testimonio que se inserte, y con suerte aporte algo, a la discusión pública. El fin es someter las ideas al escrutinio y exhibir el pensamiento a la crítica para poco a poco perderle el miedo al fracaso, al error y al rechazo.
Y más importante aún, quiero escribir porque sé que a través de las palabras uno estructura mejor sus ideas, su criterio y su razonamiento. Sé que además de ejercitar el flujo del conocimiento, escribir es un esfuerzo para cuestionar límites que me puedan llevar a descubrir sitios desconocidos o poco transitados que siembren dudas a su paso.
…que siga esa pluma dando…