No se puede todo, hay que elegir

Santiago Sosa
tech tiendanube
Published in
7 min readFeb 20, 2018

Te quiero compartir una reflexión personal. Es sobre cómo invertí mi tiempo desde que tenía seis años hasta hoy, y de cómo eso me ayudó a cumplir varios objetivos.

Image source: Charles Sledge Blog

Arranco contándote sobre mi

Tuve el privilegio de nacer en una familia de clase media que me dio educación, techo, comida y mucho, mucho cariño. Mi interés por la tecnología empezó casi 24 años atrás, cuando tenía 6 años y mi papá me regaló mi primera consola: el Family Game 🎮. Fue el inicio de mi pasión. A medida que crecía, veía a mis amigos que dedicaban tiempo a jugar al fútbol, a ir al cine, tomar mate, charlar, tocar la guitarra, etc. Yo en cambio dedicaba tiempo al Family Game, a la XT (la primera compu en mi familia), a ir a los fichines (en verano, en la playa, me pasaba todo el día ahí 🤓). También jugaba mucho al Game Boy (que me regaló mi abuela).

Cada tanto mis amigos y yo nos juntábamos a jugar videojuegos, y cada tanto a jugar al fútbol. Adivinen quién ganaba siempre en los jueguitos. Adivinen quien era malísimo (y sigue siendo malísimo) jugando al fútbol. De las ~60 horas por semana que pasaba despierto y afuera del colegio, yo dedicaba casi seguro unas 25 o 30 horas a desarrollarme en una única actividad, y no en varias como la gran mayoría de mis amigos. Como consecuencia de esto, yo cada vez me volvía mejor en esa única actividad, a expensas de ser muy malo en otras.

Cuando fui creciendo, durante el secundario, mi interés por la tecnología se amplió aún más. En lugar de jugar a los jueguitos, el fin de semana me dedicaba a reconfigurar la red de mi casa, aprender que era NAT, o a instalar una versión de Linux (como Slackware o Gentoo), o armar un joystick y soldar circuitos (con ayuda de mi papá), o incluso armar páginas en HTML (esas que tenían un contador de visitas). También le pedí a mi mamá que me anote en clases de inglés particulares, porque había escuchado que era importante para conseguir trabajo, y mi colegio casi que no tenía inglés. Estas actividades ya no eran videojuegos, eran actividades relacionadas a mi futuro profesional (que en ese entonces yo creía que iba a ser programador de videojuegos). Mientras más tiempo invertía en aprender tecnología, más se agrandaba esa diferencia de conocimiento con mis amigos, para un lado, y para el otro. Más tecnología, menos fútbol. Más tecnología, menos literatura. Más tecnología, menos salidas a boliches. Más tecnología, menos playa. Etc, etc.

Cuando empecé la facultad, conocí a mis futuros co-fundadores de Tienda Nube, y atravesamos un camino muy difícil (pero muy lindo) juntos. Al principio estudiábamos prácticamente todo el día, todos los días, sábado, domingos y feriados inclusive. La facultad fue complicada para nosotros, no nos alcanzaba con algunas horas por día, algunos días. Hubo que poner mucha dedicación y esfuerzo. Llegando a cuarto año, “entramos en ritmo”, y nos empezaron a “sobrar unas 6 horas” de lunes a viernes que antes no teníamos. También, los fines de semana empezaban a estar más tranquilos. Pasamos de solo tener tiempo para estudiar y dormir, a tener unas ~50 nuevas horas adicionales por semana. Con José, Martín, Ale A., Ale V., y otros amigos, empezamos a usar esas horas para comenzar Linked Store (un emprendimiento previo a Tienda Nube). La verdad es que aprendimos más de tecnología que de negocios. De lunes a viernes hacíamos Linked Store. Además, con José, los sábados y domingos hacíamos otro tipo de trabajos juntos (dimos clases de programación en Telefónica, hicimos un trabajo freelance para Poett, otros para Estados Unidos, otro para un startup local, etc). Si bien cada tanto parábamos la pelota para tocar el piano, o jugar a algún jueguito, prácticamente cada minuto libre que teníamos lo invertíamos en crecer profesionalmente. Con José, Martín y ambos Ales, terminamos la facultad con un rendimiento académico bastante excepcional para la curva de nuestras universidades (ITBA para todos, salvo Ale A. que fue a la UBA). De hecho, José se recibió con honores 👨‍🎓. También, dado todo este trabajo “extra” el fin de semana, pudimos terminar teniendo mucho conocimiento adicional y complementario al que se veía en la facu.

Luego empezaron los primeros días de Tienda Nube, en esa época trabajábamos en la misma mesa, codo a codo, 10 u 11 horas por día, y absolutamente todos los feriados, durante varios años. Los primeros dos años no cobramos nada de sueldo. Por suerte, nuestras familias nos apoyaban (al menos no nos echaban de casa). Confiaban en que estábamos haciendo algo bueno, sin entender muy bien (ni ellos ni nosotros) de que se trataba. Era difícil ver a nuestros compañeros salir de la facultad, empezando a trabajar, a tener un sueldo y nosotros nada, pero confiábamos mucho en nuestro proyecto. Los sábados, José y yo nos dedicamos durante más de un año a estudiar portugués, con la misma disciplina que estudiamos materias “de las difíciles” en la facu como Física I. Y así, seguí poniendo todos los huevos en la misma canasta: mi propio desarrollo profesional. A esta altura, no me invitaban más a jugar a la pelota 😅.

Muy codo a codo con mis co-fundadores, seguimos invirtiendo prácticamente cada “minuto libre” de nuestra vida en aprender algo nuevo, en hacer algo nuevo, en mejorar como profesionales. Solo hubo dos grandes momentos de mi vida que cambiaron drásticamente mi inversión de tiempo: avanzado mi noviazgo, previo al casamiento, bajé (un poco) la dedicación profesional el fin de semana y algunos pocos feriados, y cuando nació mi hija 👶, reduje (un poco) la dedicación horaria a mi trabajo durante la semana, y “liberé” en gran parte los fines de semana y feriados.

Cuál es el aprendizaje que te quiero compartir? 🤔

Aclaración importante: no tomes la conclusión de este artículo como algo universalmente cierto. Solo aplica a personas que nacieron en un contexto privilegiado, que les brindó hogar, educación, la posibilidad de dedicarse de lleno a lo que les gusta, y de elegir qué hacer con su vida, como fue mi caso. Desgraciadamente no todo el mundo tiene ese privilegio.

La conclusión es que no se puede todo, hay que elegir. Y elegir muchas veces es un camino hermoso y apasionante, y muchas otras veces es un camino de esfuerzo, de sacrificio y de trabajo duro.

Con cierta frecuencia, veo en situaciones cotidianas una desalineación grande entre los objetivos que nos proponemos y las acciones que tomamos para llegar hasta esos objetivos. Esa desalineación puede terminar en frustración, y me gustaría que esta reflexión ayude a generar consciencia colectiva al respecto.

Constantemente tomamos decisiones respecto a cómo invertimos nuestro tiempo. Esas decisiones e inversiones de tiempo, sostenidas a largo plazo, tienen un impacto gigante en el tipo de persona que nos convertimos. Si definís 10 prioridades para tu vida, vas a experimentar una vida más variada, tal vez incluso muy rica. En contrapartida, lo más probable es que no seas excepcional en nada. Si elegís una única área de foco, que te apasione, y te dedicás de lleno, posiblemente termines siendo excepcional en esa área, pero en contrapartida vas a haber resignado todo lo demás.

Te invito a que hagas tu propia reflexión sobre quién querés ser y cómo invertís tu tiempo. Te ayudo con algunas preguntas para arrancar. Preguntate: qué tipo de persona quiero ser? Estoy alineando mis acciones y mi inversión de tiempo con el tipo de persona que proyecto? Cómo invierto mi tiempo? Cuál es mi prioridad? Me apasiona? Cómo balanceo trabajo, familia, hobbies, amigos, ocio, otros? Estoy trabajando fuerte para llegar a mi objetivo, sea el que sea? Podría esforzarme o exigirme más y llegar más lejos? A cambio de qué? Es necesario que sacrifique algo?

No hay respuestas correctas, todo depende de quien quieras ser. Para cerrar con un toque personal, te cuento quien soy yo.

Yo soy alguien que definió dos prioridades en su vida, y solo dos: familia y desarrollo profesional. Decidí que en mi vida todo lo demás es secundario. Hago otras cosas, pero están en segundo plano. Deporte? Segundo plano. Salidas con amigos? Segundo plano. Ocio? Segundo plano. Dormir 8 horas por día? Segundo plano.

Incluso, sobre mis dos prioridades definidas, vivo consciente y entendiendo que la moneda tiene dos caras. Se que cada minuto que no estoy invirtiendo en mi desarrollo profesional, es un minuto en el cual potencialmente me estoy atrasando en mi carrera. Si me atraso mucho, tal vez un día no esté más a la altura de los desafíos que se me presentan. Además, es un minuto dónde potencialmente, un competidor me está sacando ventaja. Por otro lado, también sé que cada minuto que estoy trabajando, no estoy viendo a mi hija crecer, o compartiendo tiempo con mi mujer, el otro aspecto de mi vida que definí como prioritario. Al tomar esta decisión, le dije y sigo diciendo que no a muchas cosas. Algunas no me importan, otras las siento como un sacrificio. Sin embargo ese sacrificio vale la pena sabiendo que puedo dedicarme a lo que me apasiona, lo que me realiza y lo que me hace feliz.

Me encantaría recomendarte que respondas las preguntas que te dejé arriba, y que evalúes si tus objetivos y la manera en la que invertís tu tiempo están alineadas. Eso va a aumentar muchísimo las chances de cumplir tus sueños 🙌.

--

--

Santiago Sosa
tech tiendanube

Co-founder and CEO at Nuvemshop (Brazil) and Tiendanube (Spanish speaking Latam)