La embestida inmobiliaria arrasa con las casonas tigrenses.
A un ritmo acelerado están desapareciendo las casonas isleñas y coloniales que son el alma del viejo Tigre. Hay apenas diez casas protegidas como patrimonio de ‘interés municipal’.
Uno que va caminando sobre la calle Colón, no puede dejar de sentir lastima como acaban de tirar abajo una casa elegante estilo isleña, con barandas esculpidas de cedro. Primero tiraron toda la parte trasera de la casa, dejando solo las ménsulas de la galería y un hueco, como si fuera una herida donde alguna vez hubo una puerta del principio del siglo 20. Ahora en Colón 210, queda una pila de ladrillos rojos y un baño químico. Esta imagen resume la política actual de Tigre concerniente su patrimonio.
De ciudad pintoresca a un condominio insípido.
Con la entrega indiscriminada de permisos para construir y la falta de un marco legal para proteger las casas típicas que son la identidad y el encanto de Tigre, parece que el municipio está matando a uno sus gallinas de oro: el turismo. Pronto Tigre se convertirá en otro country estéril con departamentos estilo pajarero y “amenities”. El patrimonio arquitectónico es justamente lo que hace Tigre único, a diferencia de otros suburbios de Buenos Aires. Pero al turista nacional e internacional, que seguramente volverá ni bien termina la pandemia, le dará poca gracia caminar entre condominios de cemento, acero y vidrio.
El auge inmobiliario empezó con la llegada del Intendente Sergio Massa que empezó a promocionar a Tigre como un municipio seguro, algo que no cayó en oídos sordos de la clase media porteña y bonaerense, que empezó a ver a Tigre como una opción para vivir, a pesar de la mala prensa por las mareas y los mosquitos.
Sin embargo, hace una década, la inminente destrucción de la casona original del Club de Futbol Tigre (Libertador con Lavalle), originó una protesta de los vecinos a lo que la administración de Massa respondió con una ordenanza que limitaba la construcción en ‘la isla’ (la zona entre el Río Tigre, el Río Lujan y el Arroyo Reconquista) a dos pisos, con excepción de la zona costera de Lavalle y el Paseo Victorica, donde se permitió construir torres.
La situación es mucho peor al otro lado del río Tigre. Durante la la administración de Julio Zamora, apareció una torre tras otra en medio de un paisaje urbano de casas bajas. Esta situación no solo trajo consecuencias para la infraestructura de pueblo que tiene Tigre, también estéticamente quedó como un injerto.
El dueño vende al mayor postor.
Si bien el problema de fondo es la falta total de criterio en materia de planificación, hay cuestiones legales que dificultan la protección del patrimonio arquitectónico. Por ejemplo, la casa en Colón antes mencionada, u otra casa que esta en venta en la casa Enciso (foto) bien puede ser la herencia de la abuela que ahora los nietos están vendiendo. Y al comprador le conviene hacer un desarrollo inmobiliario, en vez de restaurar o ‘reciclar’ la casa para una sola familia.
La casa de la calle Enciso por ejemplo, es una típica casa isleña en altura con una galería cubierta y un marco de vidrio repartido, con vidrios de colores. No es una casa histórica, ni fue la morada de ningún prócer. Arquitectónicamente tampoco es única. Sin embargo, el conjunto de este tipo de casas da el carácter al paisaje urbano de Tigre. Y esta casa no está protegida por el decreto municipal 1153/10 que protege a solo diez ‘Villas’ o ‘Quintas’ tigrenses ilustres: entre estas figuran Villa Julia (en el Paseo Victorica), el colegio Marcos Sastre y Villa Carmen (ahora la Casa de las Culturas).
El destino de ‘Villa Julia’
El caso de Villa Julia es emblemático. La casona de Villa Julia fue construida en 1914 por el ingeniero Maschwitz con materiales traídos de Europa, como picaportes de bronce y pisos de roble de Eslavonia. De los Maschwitz, pasó a la familia Escalada. El ultimo dueño la destinó para un ‘Hotel Boutique’, pero como consecuencia de la pandemia, el hotel tuvo que cerrar. Ahora está en venta.
Villa Julia aparece en la lista de las diez casas protegidas de Tigre, lo que quiere decir que no se puede demoler. Sin embargo, los vecinos, alertados por el concejal Matías Casaretto (cuyos abuelos vivieron en esta histórica casona), lanzaron una petición online, para salvar esta perla arquitectónica de la topadora. “Aunque está clasificada, los vecinos quieren proteger la casa,” dice la corredora inmobiliaria Graciela Santillán. “Capaz la protección en una lista no es suficiente.…”
Las dudas están porque si un comprador tira la casa abajo, capaz le toca pagar una multa al Municipio, pero esta multa no resucitará el edificio. Villa Julia ahora se vende por 850.000 dólares. Es un precio relativamente bajo, tomando en cuenta que la casa cuenta con un terreno 1600 metros cuadrados. En la actualidad están vendiendo lotes en ‘la costa’ por 1000 dólares por metro cuadrado. O sea, el vendedor puso un precio acorde a una casona protegida por el decreto 1153/10. Por suerte, la corredora Graciela Santillán, confirma que ‘hay un interesado para comprar la casa y usarla de nuevo para un emprendimiento hotelero’. Esta sería una buena noticia para la preservación de esta casa histórica.
Lista limitada
Es llamativo que la lista de las ‘Quintas de interés Municipal por su valor local tradicional” sea tan corta. Hay solo diez casas protegidas en el continente y un par mas en el delta (como la Isla Noel). Es llamativo también, que el único criterio para proteger una casa sea su valor histórico (por ejemplo, cuando fue la morada de algún prócer) y no su valor arquitectónico o estético.
Por ejemplo, la Casa Bengala al estilo ‘Casapueblo’ de Carlos Páez Vilaró en la calle Estrada, no goza de ninguna protección. Tampoco la ‘Casa Angelman’ en Esmeralda 280 o la ‘Quinta Calzadillas’ en la calle Liniers, actualmente también en venta.
A esta falta de reconocimiento se suma la falta de un mecanismo para apoyar a los dueños de estas casas históricas para mantenerlas. Sea lo que fuere, la lista pobre del patrimonio tigrense necesita una revisión urgente, con el aporte de arquitectos e historiadores del arte. Así se puede definir cuáles casas tienen que preservarse y evitar ser devorado por la movida inmobiliaria.