Hola amor, hola ansiedad

Jimena G.
Tinderblog
Published in
4 min readOct 4, 2023

Creo que todavía estoy tan en shock que no me creo lo que ha pasado: he vuelto con Jaime. No sé muy bien en qué esquina de mi cabeza meter esta información. Le echo muchísimo de menos, pienso que vivir aquí sin él no tiene ningún sentido y que lo mejor es que lo intentemos. Que lo peor que puede pasar es que en un tiempo digamos “esto no funciona” y lo dejemos porque no funciona, no porque yo me imagino que no va a funcionar.

O eso intento decirme a mí misma.

Fue todo culpa de las tortitas… O de que llevar un mes escribiéndose después de haberlo dejado. El día del primer mensaje supe que había abierto la caja de pandora. Ha sido como deslizarse hacia lo inevitable.

Hace dos semanas vinieron a desayunar algunos compañeros de trabajo, mi jefa Katja, su novio Francesco y sus dos hijos. Fran es escritor, actor y la persona más divertida y estrambótica que conozco. En esa casa quien va a la oficina es ella y quien se encarga de los hijos es él. Pero como siempre que recibes a una pareja en tu casa, se hace raro no tener a la tuya. Sobre todo cuando les recibes en una mansión.

— Con lo majo que era tu novio, qué pena que lo hayáis dejado — , me dijo Fran al llegar a mi casa. Menuda manera de empezar la mañana.

Por si eso fuese poco, monopolizaron la situación hablando de divorcios entre sus amigos:

— Dicen que se separan por X motivos y nosotros nos miramos y todos esos motivos ¡los tenemos nosotros también! — y yo me quería morir un ratito mientras les escuchaba.

Les podría haber echado de mi casa a grito de “¿han vendio a hablar de divorcios cuando yo lo acabo de dejar con mi pareja?”por suerte estaban los niños trotando por la casa, que hacen cualquier evento mucho más entretenido. Nick, el hijo de nueve años de mi jefa, rescató el escarabajo que había en mi balcón y lo puso en una maceta con agua y un cacahuete.

— Cuando se le acabe el agua y la comida le pones más — , me recomendó.

— Bueno, pues ya tienes mascota — , me dijo mi jefa. Y yo le susurré por lo bajo:

— Ayer lo rocié con matainsectos para ver si se moría el bicho y hoy lo he adoptado…

Luego Rose, su hija de cuatro años, una auténtica princesa, se puso a probarse todas mis diademas y objetos de joyería varios. Fue muy divertido. De pronto tenía a todos mis invitados en mi cuarto: mi compañero inglés se tumbó en mi cama, Katha, Rose y yo nos estábamos probando todas las diademas y sacando fotos, Nick con su escarabajo y el padre haciendo bromas… En realidad fue muy divertido.

— Nos has salvado el día — , me confesó Fran luego mientras fumábamos en el balcón: — En esta mierda de ciudad no se puede hacer nada los fines de semana — , coincidí con él y volví a pensar lo duro que es vivir soltera en una ciudad donde el 90% son franceses feos y los bares donde conocerse cierran a las 23h. Un drama de soltería.

Cuando se fueron me quedé sola en la inmensidad de mi vivienda, y me puse a hablar con Jaime por SMS, como las últimas semanas.

— ¿Quieres hablar? — , le dije al rato. Estaba un poco hartita de escribirnos mensajitos todo el día. Quería escuchar su voz.

Nos llamamos. Le conté cómo había ido el desayuno, le conté cómo iba el trabajo, cómo iba la casa. Por mensaje todas estas informaciones parecen siempre demasiado largas de explicar. Y él me contó sobre la compra de su piso, sus constantes salidas de lunes a domingo en Madrid, su prima que se ha instalado de okupa en casa de su madre, sus incursiones en Bumble.

— Escribirnos es como vivir en un limbo, ni nos dejamos ni volvemos. Es agotador. A cualquiera le quedan energías para nada más cuando te pasas el día hablando con alguien de quien no sabes si es pasado, presente o futuro.

— Ya, yo también lo he pasado bastante mal esta semana por esto… Intento estar ocupado 24/7 para no pensar en ello, pero es imposible.

— He mirado vuelos para ir a verte.

— En la puerta sigue poniendo tu nombre.

— ¿Lo dices en serio?

— Pues a ver, si vamos a seguir hablando para no llegar a nada, mejor lo intentamos ¿no? que lo hemos dejado hace dos meses y no somos capaces de dejarlo de verdad.

Hoy se va por trabajo a Roma. Y el viernes coge un vuelo a Estrasburgo. Hola amor, hola ansiedad.

--

--