Mi proceso madurativo compartido

Jimena G.
Tinderblog
Published in
4 min readSep 21, 2023

Parece que mis escritos del blog empiezan a despegar y eso mola. Es más, me han pasado dos cosas muy guays: por un lado me ha contestado Elisa Mariño, mi amiga de Medium, contándome que ella pasó por una historia similar a la mía y, por el otro, mi amigo Jordi me pasó ayer el texto de una amiga suya ¡en Medium! que también está escribiendo sobre la separación de una relación que meh. ¿WTF?

Yo era esa chica “guay”, esa chica “que no es como las otras chicas”, yo era una “pick me girl” de manual.

https://www.instagram.com/p/CxYD98NC8fd/?img_index=2

Ahora resulta que dedico mi tiempo a ser DJ principiante y estoy pasando por una ruptura de mierda. Como muchas otras mujeres a mi alrededor. Quizás siempre he sido como las demás chicas, pero con un retraso madurativo significativo. Y a veces una piensa que está sola hasta que empieza a compartir sus penas… y eso mola mucho, demasiado, tanto…

En fin…

El martes por la noche estuve tanto rato hablando con Jaime que me despedí de él con un “que descanses, amor”. Luego parece que esas palabras de cariño tuvieron el efecto contrario: al día siguiente por fin dio de baja la electricidad que seguía a su nombre.

— ¿Estás muy rallada por lo de ayer? — , me escribió por la noche

— No he dormido apenas porque me tuviste hablando hasta las tantas… así que mis energías de hoy han sido para sobrevivir una maratón de reuniones en la ofi ¿y tú?

— No, no estoy rallado.

— Sí lo estás, sino no hubieras dado de baja la electricidad.

— Bueno, vale, sí lo estoy.

Yo nunca hubiese pensado que una ruptura se puede llevar de forma tan civilizada. Desde el día que decidí dejarlo, hemos hablado. Fue un domingo a las 2h45 de la mañana. Llevábamos 3 semanas viviendo juntos. Él había dejado su piso de Tetuán hacía mes y medio, harto de su compañero de piso que no se duchaba y de su casero… y también con ganas de hacer una vida juntos. La mitad de sus cosas seguía en casa de sus padres, en agosto cogeríamos su coche y las subiríamos a Francia. Pero eso ya no pasó.

Ese domingo yo volvía de Croacia, de haber pasado 5 días con mis “Mosqueteras”, mi grupo de amigas desde los 13 años. Fue un viaje lleno de confesiones: Tess harta de su familia desestructurada, Laura de su soltería endémica, Karen parecía la única que más o menos aguantaba… Y yo les conté que tenía muchas dudas sobre mi relación. Que no tenía nada claro que irnos a vivir juntos fuera el paso correcto. Que yo siempre me imaginaba las cosas con Jaime muy bonitas, y luego siempre salían mal. Que eso terminaba en una frustración constante.

— Ojalá mi relación con Jaime fuese como con Edu, donde hasta ir al Mercadona acababa convertido en una aventura. Con Jaime todo son quejas y desánimo. Y yo soy demasiado positiva para eso.

— Pues tú sabrás, nena — , me dijeron mis amigas.

Y volví del viaje y lo dejé.

Claro, hubiese preferido que no fuese casi a las 3 de la madrugada, pero me metí en la cama y me empecé a poner nerviosa. Tenía todo el cuerpo en tensión. Me fui a dormir a la otra habitación y solo fue a peor. “Te va a dar un ataque de pánico”, me dijo una voz interior. Y decidí que había que soltarlo todo.

Hablamos y hablamos y nos dio el día siguiente hablando. Jaime me preguntó si, dado que al cabo de 5 días volvíamos los dos a Madrid, no podíamos seguir durante ese tiempo como si no hubiésemos cortado. Le dije que sí. Y tuvimos 5 días de luna de miel para despedirnos. Hablamos de todo: de nuestra relación, de nuestros miedos, de nuestras relaciones pasadas… y follamos y follamos como para aguantar una sequía por separado. Esa última parte también estuvo muy bien.

Yo siempre pensé que las relaciones tienen que acabar en drama y sin hablarse. Y de momento con Jaime no hemos acabado así. Quizás porque, al seguir hablando, no hemos acabado del todo. Pero sí siento que, poco a poco, hay una parte de él que se va desprendiendo de mí. Despacio, como quien quita una tirita con cariño. Es difícil describirlo, pero está en los detalles: ayer quité su funda de almohada. Esa a la que el primer mes de volver a Francia he agarrado tantas noches para llorar como si no hubiese un mañana.

Es un proceso. Quizás uno por el que tarde o temprano tenía que pasar para saber qué es lo que quiero de una relación. Y parece que nos soy la única en Medium a la que le ha pasado esto a los 30 años.

— Me ralla estar soltera a los 31.

— Qué tela tienes, que te ralle eso ahora y no antes de dejarme.

— Al final me siempre me sale todo bien, del revés.

— Ese es tu súper poder.

--

--