Somos la generación mercantilismo

Jimena G.
Tinderblog
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3 min readSep 22, 2023

Lo que el lunes parecía improbable está haciéndose realidad: he sobrevivido a la semana. Y hoy viernes hasta he tenido una ligera resaca. Parece que estoy haciendo amiguis en este pueblo. Y el jueves invité a dos chicas del trabajo a pinchar. No droga, sino música.

En mi 30 cumpleaños decidí que iba a aprender los basic skills del DJ. Me apunté a clases con Germán, un chaval que, en realidad, era un señor de edad indefinida, alto, encorvado, con unas greñas de joven que empezaban a canear y habitaba en una buhardilla de Malasaña. Germán me recomendó comprarme una DDJ 400 de segunda mano. Y, por lo visto, aprendí lo suficiente para pinchar en la boda de mi amiga Kristina en mayo y enseñarle algo a mis compis el jueves…

— Antes de que acabe el año actuamos en algún lado — , dice Lola una chica alemana rubia de ojos azules y guapísima. Ella lleva los canales de Twitch y TikTok en nuestra empresa. Como es fija discontinua, en febrero la echarán durante 6 meses, para poderle renovar después.

— Lo que más pena me da es ¿quién va a seguir con mi trabajo? He invertido mucho de mí misma en poner en marcha estos canales y el algoritmo penaliza todo lo que no haces… Pero bueno, el jefe del departamento me ha dicho que quizás en 2025 me puedan contratar.

¿2025? Pienso para mí:

— Bueno… Piensa lo que le pasó a Romi de prensa: llevaba cinco años de fija discontinua y hace unos meses se jubiló alguien de su departamento que admitía que su propio trabajo es inútil. En vez de reciclar el puesto y hacerla fija, han cogido a una antigua secretaria para reemplazar al señor.

— ¿Y perpetuar ese trabajo absurdo? — , pregunta Irène incrédula.

— Así es… La becaria del señor le está enseñando a la secretaria su nuevo puesto.

— Con todos los respetos, esa chica es muy maja… ¿Pero tiene estudios de periodismo?

— Ni eso…

Irène y yo nos quedamos mirando a Laura:

— Si tu jefe quisiera que te quedases, haría algo por ello.

— Ha dicho que no puede hacer nada.

— No le creas — , insiste Irène. Irène es francesa. Es una chica inteligente, resolutiva. A parte de hacer sustituciones en la empresa, es freelance y tiene un don para los negocios: El año pasado montó dos festivales, uno de ciencia y otro de música electrónica.

En la segunda botella de vino, Laura insiste en dar un bolo e Irène se pone reflexiva:

— ¿No os habéis dado cuenta de que nuestra generación se dedica a mercantilizar todo lo que hacemos? Pieso que es algo de los millenial. En cuanto aprendemos un nuevo hobby pensamos en cómo sacar dinero de ello. El otro día aprendí a tejer y me dije “¡podría venderlo por Etsy!”. Pero ¿realmente quiero pasarme mis noches haciendo eso?

— Sí, lo mismo te pasa con las redes sociales, te hacen pensar que cualquiera puede ser Influencer, pero en realidad es un currazo y sacrificio— , admite Lola.

— Al menos ayuda a relativizar el éxito ajeno — , añado yo.

— Y es que con nuestros contratos de mierda ¿cómo no vamos a pensar en planes B?

— En realidad nuestra generación es la generación del plan B, C, D…

Me río porque hace mucho tiempo escribí esto:

“Somos la generación Wanderlust. No tenemos un plan A, tenemos Wanderlust.”

y venía a ser lo mismo.

Yo tampoco sé cuál es el plan. Al menos soy de las pocas afortunadas que tiene un contrato fijo y, por primera vez en mi vida, no me apetece mandar el trabajo a la mierda.

Bastante tengo con haber mandado mi relación sentimental a la mierda.

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