Ladrón

Eduardo Franco
Todos, menos yo
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2 min readNov 24, 2016

Yo estaba decidido, ya me habían robado un par de veces, y no dejaría que una tercera sucediera, esta vez yo lo robaría, pues a este paso iba a llegar a cinco, o tal vez diez, lo suficiente para quedarme claro el mensaje.

A ella la conocía hace rato, era mi victima perfecta, tan lejos, pero siempre tan cerca, cada vez que iba a su casa sentía que estaba a punto de robarlo, cada vez que pasaba por la puerta de su cuarto lo único que veía era lo mucho que me estaba acercando.

Pasaron los días, y mi deseo seguía en pie, comenzamos a establecer ciertos vínculos sentimentales que en el fondo sabia que iban a dificultar el plan de escape, mi plan era robar y escapar, así de sencillo, dos acciones, una detrás de la otra, pero su sonrisa me hacia reconsiderar el plan, su mirada se quedaba en mi mente, no por horas, sino por semanas.

Sabia que tendría que acercarme más, por un momento olvide la cautela y deje de cuidarme de cada paso que daba, por días me olvidaba del objetivo pero cuando volvía a pensar que tenía que seguir mi plan me alegraba que inconscientemente estaba logrando acercarme… Inconscientemente suena como si no lo controlara, pero hablando en retrospectiva tengo que aceptar que muchas veces quería más acercarme a ella que cualquier otra cosa.

Viajamos juntos, eso sí que era una ironía, pero dejo de importarme, me preocupaba más por verla sonreír, tal vez pensaba de manera egoísta que era yo el que producía todo eso, o mejor dicho, sé que era en plan egoísta, no era hacerla sentir bien a ella, no era alegrarla cada día, no era su felicidad, era la mía, era todo lo que me hacia sentir con la suya.

Conocí a su familia, y eso me convierte en el ladrón menos profesional de todos, pero en mi defensa alegaré que la parte de acércame me la tomo en serio, en este punto, a veces no entiendo si yo era el que se acercaba, o ella a mi.

Comencé a visitarla, tan seguido, que no sé en que momento el pacto de “yo cocino, tu limpias” se volvió rutinario, dormíamos juntos, pensaba muchas noches si tomarlo de una vez por todas e irme, pero surgió la duda, y crecía cada vez más, cada abrazo, cada beso, cada vez que me llamaba hacía que se me olvidara mi plan, que yo realmente quería robar algo.

Me engañé a mi mismo, decía que sacaría provecho de la situación, que durante el plan, iba a disfrutar al máximo todo lo que sucedía, pero justo eso fue un problema, me encantaba el proceso, olvidé por completo, que el final estaba escrito desde el principio.

Fue durante una madrugada, no podía dormir, estaba mirando por la ventana, y ella se despertó, me dijo: “Cada día que pasa, te amo más”. La miré, sonreí como nunca, supe que había terminado mi plan.

Al día siguiente me fui, por fin había robado eso que tanto quería, su amor…

Aunque a veces pienso, que la profesional siempre fue ella.

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Eduardo Franco
Todos, menos yo

Diez mil líneas de código es un buen desayuno. Developer & Co-Founder @Hozt_