Eres infeliz porque no tienes fe.

Laura Tarradas
Totalmente Razonable
4 min readMay 3, 2017

Eso es lo que un día me dijo mi abuela por parte de padre:

“No puedes ser feliz porque no crees en Dios”.

¿Es verdad esto?

La religión es un pilar fundamental en todas las sociedades, y es un hecho indiscutible. Rigen las normas sociales sentando las bases de lo que la gente puede y no puede hacer. Deben vivir con cautela porque todo lo que hagan en vida, será recompensado o castigado después. Además, la fe sirve también de consuelo ante la desgracias y los momentos malos de la vida o como congratulación por los méritos.

Unsplash John-Mark Kuznietsov

Si no tenemos fe ¿A qué clavo ardiendo nos aferramos?

Se supone que es en los peores momento de tu vida cuando la fe se presenta ante ti y te muestra la luz de la esperanza. En mi caso, es lo que hizo que dejara de creer.

Tenía 9 años cuando un camión se llevó por delante el coche en el que iba mi padre y ese hecho me hizo crecer 10 años de golpe y perder mi fe sobre cualquier ser superior que tuviera poder de decisión sobre nuestras vidas. O al menos toda la fe que puede tener una niña.

En mi caso, respondiendo a la pregunta, cuando vi que los pilares de la religión se caían por su propio peso, mi clavo ardiendo fue mi madre.

Y yo misma.

¿Por qué no tengo fe?

Soy bastante fan de la fantasía y de la magia. Mi cuenta en Pottermore lo confirma. Pero tengo un límite. El origen del Universo, la creación del hombre y de la mujer, las aventuras de Moisés, Noé y la vida de Jesús, me parecen una bonita forma de explicar lo que se escapa a nuestro entendimiento. Pero hoy en día, la ciencia supera a la religión como la realidad supera a la ficción, y aunque no podemos demostrar la inexistencia de Dios, negar las evidencias es una necedad.

La religión siempre ha sido un refugio creado por el hombre y al servicio del hombre. Ha cumplido su misión de educar a la sociedad iletrada de otros tiempos, y nos ha dado una explicación a fenómenos que nos pueden angustiar, como pueden ser la muerte o la magnitud del universo. Y a veces incluso hasta se ha pasado y en vez de ser un rincón dónde encontrar la paz, se ha convertido en una tortura.

Pero con 9 años, la conclusión a la que llegué no fue tan profunda. Simplemente me di cuenta de que por mucho que mi abuela rezara, nadie le iba a devolver a su hijo, ni le iba a quitar su dolor. Y entiendo el consuelo que puede dar pensar que “en el otro lado estará bien” o que “nos veremos en el más allá”, pero no me pareció realista porque nadie sabe adónde vamos o dónde nos quedamos. Y para mi en ese momento, vivir pensando en el más allá me daba más ganas de morirme que de quedarme y disfrutar de la vida.

También me producía muchísimo odio creer que alguien invisible pero omnisciente había decidido que mi padre hubiera tenido una muerte tan horrible, a pesar de que no fuera un buen padre. O que a lo mejor estaba castigando al camionero a vivir con la carga de haberse llevado dos vidas por delante. Ni siquiera quería creer que hay cosas que se escapan de la mano de Dios y pasan por un despiste divino. Preferí pensar que la vida es así, y que nadie decide nada. Simplemente somos humanos y como tal, nos pasan cosas buenas y malas.

Además, cuando me sugirieron que leyera la Biblia como apoyo emocional, empecé a verla como un libro de fábulas sobre la vida que deberíamos tomarnos como tal. Ha sido escrita y reescrita tantas veces que para mi ha perdido cualquier atisbo de referencia. Creo que la interpretación de la misma se nos ha ido de las manos. Así como la de los libros sagrados de diferentes religiones.

Bertrand Russell; filósofo, matemático, lógico y escritor británico.

¿Soy infeliz porque no creo en Dios?

No.

Soy muy feliz sabiendo que ningún ser superior me juzga por mis actos y que solo yo soy dueña de mi destino. Además, procuro ser buena persona, no por un posible castigo cuando me muera, sino porque soy más de Hakuna Matata, vivir y dejar vivir, sin necesidad de que una autoridad me vigile.

Creo que la sociedad debe ser educada en el respeto al prójimo sin miedo a las represalias. Porque una sociedad bien educada y responsable, no necesita ser castigada. Sin embargo, educar bajo la cultura del miedo hace que vivamos en una sociedad reprimida y susceptible al odio, y provoca que muchas personas intenten huir de la autoridad de la peor manera.

Tampoco me gusta que cuando alguien es un poco hijo de puta, mucha gente se consuela pensando que “Dios le dará su merecido” o “bueno, cuando se muera ya lo pagará”. Si no eres capaz de solventar tus rencillas en vida o vives con rencor, recuerda que estás actuando en contra de tu fe. No seas mal cristiano y no le desees el mal en la eternidad.

Y sobre todo, si tú eres feliz con tus creencias, no creas que otros lo somos menos porque no las tengamos. Cada persona es un mundo, y cada uno buscamos nuestra felicidad o nuestra redención donde la encontramos. Y no es mejor ni peor, simplemente diferente.

Así que no, abuela. No soy menos feliz porque no crea en Dios.

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Laura Tarradas
Totalmente Razonable

Creative Copywriter // Valladolid (Spain) - München (Germany)