F.you

Tu caso no tiene buena pinta

SamRiesgo
Totalmente Razonable
4 min readMay 1, 2017

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Hace años que todos damos por sentado que tenemos una presencia digital, una identidad propia en la red. El branding digital de cada uno de nosotros es algo muy asumido por todos y no nos resulta algo nuevo como concepto, sino más bien nos parece una forma básica para definirnos.

Sin embargo, existen quienes pueden borrar toda tu vida digital (que es la mitad de tu vida) sin previo aviso y sin necesidad de darte explicaciones. Todos estáis pensando en hackers pero en realidad, estoy hablando de Facebook.

Resulta que me ha tocado de cerca presenciar como una persona de mi entorno ha sido expulsada de F sin previo aviso, sin posibilidad de apelación y sin la posibilidad de exigir razones para ello.

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Todo empezó unos días atrás cuando A estaba enviándole a unas amigas información sobre un curso dedicado a la moda. Cerró la ventana de F y siguió con su trabajo. No había pasado un minuto cuando su amigo D le preguntó por Whatsapp (AKA F) qué estaba pasando con su cuenta.

Aterrorizada por la posibilidad de que su muro estuviera repleto de dick pics, regresó a la ventana donde su cuenta estaba abierta. Su perfil se había desvanecido detrás de una ventana de Login, pero cuando introdujo su contraseña, resultó ser incorrecta. Probó de nuevo, esta vez más despacio. Letra a letra. No funcionó. Su contraseña seguía siendo incorrecta.

La página cargó entonces un formulario para recuperar su cuenta en el que le pedía su DNI y su nombre completo. De repente F, estaba pidiéndole su DNI, como sólo la policía y los porteros de discoteca hacen en el mundo real.

A estaba definitivamente jodida, no le cabía duda. También estaba empezando a oler la tormenta de mierda que se le venía encima.

à la Miroir Noir

Un nuevo mensaje apareció en su correo. Era de F y prometía más información sobre lo que estaba pasando con su cuenta. Sin embargo, cuando A lo abrió, sólo encontró malas noticias. Peores de lo que imaginaba.

Su cuenta había sido inhabilitada. Su posibilidad de escribirle a sus amigos a través de Messenger había sido inhabilitada. Su posibilidad de publicar fotos con el filtro Valencia (Instagram) había sido inhabilitada. Su posibilidad de enviar notas de voz a su madre en Brasil (Whatsapp) había sido inhabilitada.

Sin embargo, aún podía hacer algo para recuperar su vida digital. Si lograba convencer a una tal E de Community Operations de que el suyo era un caso especial y de que la gran F se había equivocado, su cuenta podría ser reestablecida, con todas sus fotos, amigos, mensajes de amor y odio y fake news de los últimos 10 años.

Mitad llevada por la desesperación, mitad tratando de ser lo más coherente posible, A escribió de la manera más detallada lo que ella consideró importante en su caso particular. Todo quedó en manos de E.

Los días pasan sin respuesta. A decide reunirse con sus amigos, que rápidamente empiezan a especular y a lanzar teorías al aire. Puede que los hackers se hayan hecho con tu cuenta. Puede que enviaras demasiados enlaces a tus amigos y en F creyeran que eras una cuenta de SPAM. Puede que los tipos esos que molestaste en el grupo te hayan reportado en masa, ¿no administras varios grupos con decenas de miles de personas?, eso son muchos posibles enemigos.

En casa, A leía por primera vez en su vida las Normas Comunitarias de F. Tal vez hizo algo que se salía de lo habitual. Tal vez colgó demasiadas fotos o añadió demasiados amigos en muy poco tiempo. Pero no conseguía acabar con sus dudas. ¿Qué había hecho para perder todo lo que había hecho durante tantos años? De pronto, toda su vida digital parecía un intrincado castillo de naipes. Seleccionado cuidadosamente, con filtros, likes y comentarios, pero naipes al fin y al cabo. Frágiles e indefensos.

Su bandeja de entrada se iluminó un segundo. Tenía respuesta a su caso. Después de estudiar las circunstancias se había decidido que su cuenta iba a permanecer completamente inhabilitada. Las razones permanecerían en secreto por la propia seguridad de la red, según decían. Cerraban con un críptico y demoledor:

“no cumples los requisitos para utilizar F

Y así, como si de un simple club de lectura se tratara, A estaba fuera de la red que utilizan 1.86 billones de personas a diario. Todos sus amigos y familiares la usaban para hablar entre si, para planear fines de semana, para pedir información sobre cursos, carreras, trabajo. Para consultar las noticias, escribir sobre sus inquietudes, recomendar películas o música. Para enseñarle a tus amigos dónde pasaste las vacaciones.

Ella estaba fuera y todo lo que una vez hizo allí, todo se había ido.

Nota: La historia es real, los nombres no. Si te ha gustado el artículo, dale un corazoncito, o déjame un comentario y hablemos del tema.

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