La pandemia como oportunidad para pagos electrónicos
En el pico de la emergencia epidemiológica en China, a mediados del mes de febrero, el banco central del país decidió esterilizar y destruir el dinero en efectivo potencialmente infectado puesto que se consideraba que era una fuente de propagación del virus COVID-19. Poco tiempo después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) desmintió esta información; no obstante, la población ha preferido utilizar otro tipo de sistemas de pago, específicamente digitales.
Por ejemplo, en los locales que quedan abiertos a lo largo del mundo se le solicita a los compradores el uso de métodos electrónicos de pago, así como la desinfección de los mismos con gel antibacterial. Más aún, en China y Corea del Sur, se utilizan medidas de desinfección con rayos ultravioleta y altas temperaturas, optando incluso por la destrucción de algunos ejemplares de dinero en efectivo que ha estado en contacto con personas contagiadas.
Sin embargo, en otros países el arraigo al efectivo se potencializa en tiempos de crisis. De acuerdo a Deutsche Bank, esto sucede debido a que, durante siglos, la gente ha desarrollado una confianza arraigada en el papel, por lo que, durante eventos sin precedentes como el que atraviesa el mundo en estos momentos, la gente tiende a acumular efectivo, como se ha visto en Alemania, donde las retiradas de efectivo en bancos y cajeros se han duplicado.
Ahora bien, recurrir a métodos de pago electrónicos como la principal fuente de intercambio monetario requiere que haya una gran cantidad de usuarios del sistema financiero. En este sentido, en México únicamente el 47% de los adultos tiene acceso a estos servicios por lo que el efectivo sigue siendo rey. Sin embargo, esta puede ser una gran oportunidad para acelerar tanto la inclusión financiera como la adopción de sistemas de pago digitales en el país.
Lo cierto es que toda situación adversa puede representar una oportunidad para evolucionar y, en el contexto actual, bien podría hacerse realidad el artículo presentado en 2007 por The Economist, “The end of the cash era” (El final de la era del cash). A este respecto, algunos países de la Unión Europea están ampliando los rangos de pago contactless para que las personas tengan la opción de mantener la sana distancia entre comprador y cajero, esto significa que en compras menores de 50 euros ya no será necesario digitar el PIN.
Más aún, con las medidas de contingencia tomadas por todo el mundo, una gran cantidad de transacciones comerciales se llevan a cabo en forma electrónica, por lo que se pueden realizar compras en línea sin necesidad de recurrir al efectivo a través de las facilidades que otorga la banca digital de las instituciones financieras.
Es claro que la aceleración en la adopción de métodos de pago electrónicos cuenta con muchas ventajas, ya que aumenta el control fiscal y, por ende la recaudación, a la vez que fortalece la lucha contra el lavado del dinero. Es por ello que, actualmente, hay diferentes organizaciones financieras apoyando el desarrollo de startups y laboratorios de innovación que trabajan para la generación de nuevos métodos de pago que puedan culminar con el uso del efectivo en un futuro cercano. En este sentido, de acuerdo al mismo estudio de Deutsche Bank, se espera que para el año 2025 dos de cada cinco compras en Estados Unidos se realicen con métodos de pago electrónicos, lo que favorecerá la economía personal y de las empresas.
Para llegar a este punto, México deberá de acelerar la inclusión financiera y digital en todos los municipios del país, así como acercar a todos los niveles socioeconómicos los beneficios que otorgan las instituciones bancarias tales como créditos y facilidades de pago. Así, una vez recortada la brecha se podrá hablar de un país más evolucionado en tecnología financiera y, por lo tanto, más adaptado al mundo contemporáneo y preparado para cualquier reto futuro.