COVID-19 y la transición energética: la crisis como partera de una nueva era

Mauro Accurso
Transicion Climatica
6 min readApr 16, 2020

Por Kingsmill Bond

En este momento de crisis, el problema inmediato es resolver la emergencia sanitaria y económica. Saludamos a los héroes de los servicios médicos y logísticos que nos están manteniendo en pie. Sin embargo, cuando pase la crisis, se necesita construir un mundo nuevo, y COVID-19 tiene el potencial de ser la partera de la transición energética de los combustibles fósiles a las energías renovables. Es probable que la crisis adelante el pico de demanda de combustibles fósiles en su conjunto (primero carbón, luego petróleo y luego gas), y debilite el poder de presión de los incumbentes. Abre espacio para que los políticos configuren un sistema energético sostenible y permite que continúe la revolución de la energía limpia. En medio del caos y la desesperación que enfrentamos, este es un faro de esperanza para el futuro.

La industria de los combustibles fósiles ha tenido una muy buena racha. Después de 200 años de expansión continua, y con muchos gobiernos y think tanks bajo su control, esperaban contar con muchas más décadas de pagar grandes dividendos a unos pocos afortunados. Y, sin embargo, las señales de malestar para el sector ya existían incluso antes de 2020 gracias al crecimiento de las renovables y la creciente presión regulatoria. El crecimiento total de la demanda de combustibles fósiles se había desacelerado a solo el 1% anual, y en casi el 40% del mundo la demanda de combustibles fósiles ya estaba cayendo. En 2018 calculamos que la demanda de combustibles fósiles alcanzaría su pico en 2023 si continuaba la acelerada tasa de crecimiento de las tecnologías de energía renovable. Hace una década que los precios de las acciones vienen teniendo un bajo rendimiento, con el sector del petróleo y el gas cayendo del 15% del mercado de valores de EE. UU. a menos del 5%. Los inversores ya estaban preocupados por los riesgos financieros, y los gobiernos estaban cada vez más preocupados por los millones de muertes por contaminación debido a los combustibles fósiles, la dependencia de importaciones y el inminente desastre climático. El sector ya era profundamente vulnerable.

Y luego vino la crisis. La demanda de combustibles fósiles ha colapsado y puede que nunca supere los picos de 2019. Para cuando la economía mundial se recupere, todo el crecimiento podría ser cubierto por fuentes de energía renovable. Las matemáticas de lo que sucede cuando un sector cerca de su pico estructural se choca contra una desaceleración cíclica son bastante simples: el pico de demanda se adelanta algunos años. Esto es exactamente lo que le sucedió al sector eléctrico europeo cuando tropezó desprevenido con la crisis de 2008. La demanda de combustibles fósiles para electricidad colapsó. Y nunca más alcanzó los niveles de 2007 porque para cuando se recuperó la demanda de electricidad, las energías renovables eran lo suficientemente grandes como para abastecer todo el crecimiento. Entonces, los precios de las acciones cayeron hasta un 90% a medida que se cancelaron USD150 mil millones de activos. El sector sufrió una reestructuración radical y, fue forzado a adoptar las renovables y reinventarse para el nuevo mundo. Y una vez que se supere el pico, el sector de los combustibles fósiles en su conjunto enfrentará una eterna y penosa batalla por la supervivencia, luchando con el exceso de capacidad y los activos inmovilizados, con bajos rendimientos y altos riesgos. Un área de combustibles fósiles tras otra enfrentará su pico. Es probable que ya hayamos visto picos en carbón, en los automóviles convencionales y en toda la OCDE.

El impacto a corto plazo en el sector renovable será perjudicial, como en cualquier shock. Pero hay un mundo de diferencia entre el desafío que enfrentan una gran industria incumbente de bajo crecimiento y un retador ágil de alto crecimiento. La escasez de suministro de componentes y las bancarrotas corporativas, entre otras cosas, ciertamente dañará a la industria renovable en 2020. Pero no hay razón para creer que la crisis terminará con la larga historia de rápido crecimiento de la oferta desde una base baja impulsada por la caída de los precios y un valor económico superior. La analogía correcta es con Internet en el momento del colapso del mercado de valores en 2000: los precios de las acciones cayeron, muchas empresas quebraron, pero la innovación continuó. Los costos siguieron disminuyendo, la calidad siguió aumentando y la tecnología se hizo dominante.

El papel que desempeñarán los gobiernos todavía es incierto. Debido a la parada repentina de la economía, muchos sectores de extracción y uso de combustibles fósiles están pidiendo rescates gubernamentales. Por lo tanto, los gobiernos tendrán una capacidad sin precedentes para impulsar el cambio. Ahora es el momento para que obliguen a las empresas a pasar del greenwashing a la acción real; así como después de 2008 compañías como GM fueron obligadas a aceptar estándares de eficiencia. Mientras tanto, cada vez es más claro que los gobiernos de todo el mundo deberán promulgar una gran serie de paquetes de estímulo para que la economía vuelva a activarse y evitar una depresión. Pero deben evitar los errores de 2008: el dinero no se debe gastar en apoyar activos de combustibles fósiles de alto costo y sin futuro.

La razón clave para el optimismo es que la oportunidad de 2020 es completamente diferente a la que enfrentaron los gobiernos en 2008 porque el costo de las tecnologías renovables ha caído más del 90%. La fuente de electricidad más barata hoy en casi todos los países del mundo son las energías renovables. Los vehículos eléctricos son una forma más barata de mover un sistema de transporte, y el precio de venta de un EV está a punto de alcanzar la paridad con el de los automóviles tradicionales. Existen nuevas maneras de producir acero y cemento con fuentes de energía renovables. El crecimiento, la innovación, los empleos, la creatividad, están moviéndose rápido hacia los nuevos sectores de energía, dejando a su paso una gran cantidad de capacidad de combustibles fósiles innecesaria, los llamados activos inmovilizados. Ya no tenemos que tolerar la contaminación por combustibles fósiles y el calentamiento global descontrolado como parte del precio de obtener energía. Mientras tanto, toda esta infraestructura debe construirse: paneles solares, turbinas eólicas, redes, puntos de recarga de vehículos eléctricos, nuevas fuentes de energía para la industria, y más. Este es el gran desafío de nuestra generación, una forma de reactivar nuestras economías y la solución para salvar al planeta de la catástrofe del calentamiento global.

A corto plazo, las preocupaciones habituales están resurgiendo. Algunos en la industria fósil están tratando de usar la crisis para revertir estándares ambientales, reducir impuestos y transferir la propiedad (offload) de activos de alto costo a los contribuyentes. Y en los países donde han podido instalar a su propia gente en la cima del gobierno, es probable que tengan éxito. Sin embargo, el 80% del mundo vive en países que importan combustibles fósiles, y no hay una ventaja para estos países de apoyar un sistema redundante de combustibles fósiles. Mientras tanto, el colapso de los precios de los combustibles fósiles significa que las personas están preocupadas por un regreso a los 90, cuando se levantaron las restricciones al uso de combustibles fósiles en medio de precios muy bajos, y la demanda aumentó. A muy corto plazo, los precios bajos estimularán un repunte de la demanda desde los niveles deprimidos de hoy. Sin embargo, los precios bajos son un síntoma de la debilidad estructural del sector, y no serán suficientes para impulsar un resurgimiento a largo plazo de la demanda. Los combustibles fósiles tienen costos fijos relativamente altos y compiten con las energías renovables en cuanto a las curvas de aprendizaje tecnológico. Esto significa que las energías renovables se vuelven más baratas cada año. Por debajo de cierto nivel de precios, algunos combustibles fósiles no se pueden producir económicamente. Además, debido a la crisis climática, los gobiernos no pueden darse el lujo de frenar las ganancias en eficiencia. Por el contrario, necesitan dinero, y ahora es el momento de eliminar los subsidios y utilizar la presión fiscal para que los costos de las externalidades de la industria fósil se cobren adecuadamente y el dinero se redistribuya a los ciudadanos.

La emergencia es ahora. Los gobiernos deben actuar para evitar la crisis sanitaria y económica. Pero cuando la crisis pase y llegue el momento de una reflexión seria, tenemos una oportunidad única para reiniciar nuestras economías. Debemos evitar rescatar y expandir el agonizante sistema de combustibles fósiles. En cambio, debemos ayudar a sus trabajadores a reorganizarse para el nuevo mundo. Esta es una oportunidad en todos los países para construir el mundo eficiente, sostenible y equitativo que los defensores de los combustibles fósiles nos dijeron que era imposible. Su tiempo ha terminado; construyamos algo nuevo.

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“Translation from original source: “COVID-19 and the energy transition: crisis as midwife to the new”, Author: Kingsmill Bond, New Energy Strategist, Carbon Tracker Initiative, April 2020. https://carbontracker.org/covid-19-and-the-energy-transition/

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Mauro Accurso
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ICT Expert Latam en @southpoleglobal. Tech y Medio Ambiente (https://bit.ly/2GpVCJb ). CSR @HarvardHBS y Cambio Climático en @FLACSOArgentina y @UNAM_MX