Cuando la innovación no innova

José Luis Ituarte
tres días después
3 min readApr 23, 2020
Photo by Jan Paweł Bochen on Unsplash

A veces el desenlace de algunos productos “innovadores” es un rotundo fracaso. Hoy escribo sobre dos aparentes innovaciones tecnológicas en el campo de la movilidad y transporte.

Ya sea que pensemos que las ciudades deben ser un regreso a la vida de barrio con comercio local o que las ciudades deben de ser como la caricatura de los Supersónicos con edificios diseñados por Zaha Hadid, creo que los siguientes ejemplos fallaron en su intento de innovar.

La bicicleta eléctrica

Una antigua idea dicta que si algo funciona, no lo cambies. Claro que las bicicletas han evolucionado; materiales ligeros, neumáticos más resistentes, mejor diseño…pero su esencia no ha cambiado. Sin embargo, varias empresas han querido incluir un motor eléctrico en las bicis y el resultado no ha sido bueno.

Por ejemplo, los esquemas de bicicletas eléctricas que se desbloquean mediante una app fracasaron en China. Bluegogo, una de las compañías más prometedoras del sector, se declaró en bancarrota en 2017. Ofo, otra compañía China de bike sharing rozó la bancarrota y tuvo que retirar sus operaciones del resto del mundo. Varias ciudades chinas se quedaron con un problema: miles de bicicletas eléctricas en desuso. Recomiendo buscar en Google “cementerios bicicletas China”.

Seguimos. Tras la adquisición de una empresa en 2018, Uber lanzó “Jump”, su propio sistema de bicicletas eléctricas. Pero, según datos de Uber, representan solo el 1% de su negocio. Seguramente Uber se enfocará más en sus negocios de logística o de vehículos autónomos. Uber Freight y Uber ATG, respectivamente.

Desde el punto de vista de usabilidad no hay regulaciones suficientes para las bicicletas eléctricas y exceptuando algunas ciudades como Ámsterdam, no se cuenta con una infraestructura urbana adecuada.

Tampoco se tiene el mismo control al manejar una bici eléctrica, esto debido a la aceleración provocada por el sistema de pedaleo asistido. Resultó ser una especie de híbrido entre bici y moto. Pero suele ser más pesada que una bici normal y más lenta que una motocicleta.

Y finalmente, lo peor de todo es que no tienen ese sentido de humanismo romántico de una bicicleta tradicional ni la desenfrenada adrenalina de una motocicleta.

El Segway

Lo único que superó el hype del Segway fue su estrepitoso declive. Dean Kamen, el inventor, decía que “el Segway hará al acto de caminar lo que la calculadora hizo al papel y lápiz”.

Era el año 2001, había explotado la burbuja de las punto-com, Internet había defraudado a la economía. Se necesitaba una tecnología que nos haga avanzar de modo tangible. En ese contexto se presenta el primer transporte eléctrico personal con autobalanceo (desde la definición se veía complicado el panorama). El fracaso de Segway no estaba lejos.

La primer razón fue el precio, un Segway costaba más o menos $5,000 dólares, evidentemente la gente prefería caminar.

Después, la seguridad. En 2003 la Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo de los Estados Unidos anunció el retiro de los Segway del mercado. El motivo era tan simple como predecible: la gente se caía. Incluido George Bush.

Seis años después de su lanzamiento, Segway alcanzó solamente el 1% de las ventas proyectadas.

Finalmente, en 2010 ocurrió lo peor. Con un rayo de optimismo, un empresario británico llamado Jimi Heselden compró la compañía. Pero meses después murió mientras andaba en un Segway. Creo que en este punto ya no hay vuelta atrás. La innovación no innovó.

El Segway se volvió una burla como producto, miles de videos con gente cayendo inundaron Internet. La burla se llevó al cine con una película donde los posiciona como el vehículo de guardias en centros comerciales. Después de tanto, nadie quería subirse a un Segway.

La solución de la movilidad

La carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética por llegar a la Luna tiene un segundo capítulo: Elon Musk contra Jeff Bezos por llegar a Marte. Vivimos una época donde el transporte y la movilidad “innovan” a pasos agigantados. Pero en realidad no necesitamos bicicletas eléctricas, ni Segways y por más fascinante que sea el tema, tal vez no necesitamos habitar Marte (retomando a los Supersónicos).

Antes de innovar en movilidad regresemos unos cuantos pasos, tal vez nos conviene apostar por el transporte público, por las bicicletas tradicionales y por el simple acto de caminar.

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