Como en casa, en ningún lado
Hubo un día en el que Kasper Dolberg fue un niño prodigio. Uno joven de esos que, de repente, aparece y embelesa al mundo del fútbol. Un tipo con una técnica no apta para mortales, una clase diferente y un futuro a prueba de todo. Hubo un día en el que el delantero danés era pretendido por los más grandes del balompié mundial. O eso decían. Hubo un tiempo en el que Kasper parecía el heredero al trono. Hubo un tiempo que se terminó.
Tras una temporada (2016–17) en la que causó un impacto tal que casi nos tira de la silla, Dolberg fue quien se cayó. Hasta el momento, no ha sido capaz de mantener ese nivel superlativo que un día atisbamos que nos podía regalar. No pudo o no supo. Aunque, quizás, ese no era su rendimiento real. El hecho es que nos olvidamos de él. El todavía joven futbolista tuvo que emigrar a Francia para probar en un ambicioso proyecto con sabor a Tour donde, alejado de los focos, parece que vuelve a retomar la marcha hacia la élite que un día emprendió en Ámsterdam.
En el Johan Cruyff Arena, cómo no, Kasper regresó a nuestras vidas. Cuando nadie lo esperaba, por una inoportuna lesión de Yurari Poulsen. Sin casi inmutarse. Sin darnos cuenta, se inventó una comba perfecta para que el balón durmiera plácidamente en las redes galesas. Sin celebración porque tampoco es para tanto. Un doblete en una Euro desde las sombras. Como quien no quiere la cosa.
Allá, donde tantas alegrías dio, Kasper volvió a brillar con dos zarpazos que metieron a su selección en cuartos. No fue hasta el final de la fase de grupos cuando el ‘12’ danés pisó la Eurocopa por primera vez. En un torneo difícil, muy duro que nos hace soñar con la opción de repetir la gesta del 92 por sus compatriotas.
Como en aquel torneo en Suecia, tendrán que lograr un hito histórico sin su estrella (Michael Laudrup-Christian Eriksen), el comienzo de ambos campeonatos no fue nada fácil (llegando desde las vacaciones por la guerra de los Balcanes-accidente de Eriksen), pasaron la fase de grupos como 2º, mientras que, Suecia repite primer puesto y, por último, el arco danés sigue teniendo un denominador común: un Schmeichel (Peter-Kasper). Los daneses, sin previa invitación, se han colado en la fiesta de los mejores, entre los ocho mejores de Europa y con licencia para soñar.
Dinamarca utilizó la fatídica experiencia con su mejor jugador, Eriksen, para unirse y luchar por un regalo para su compañero. Un equipo que vive en la cresta de la ola que pudo librarse del yugo de la incertidumbre tras las buenas noticias que llegaban desde el hospital. Kjaer lideró, Schmeichel aseguró, Damsgaard sustituyó y Maehle sorprendió. Ahora, en unas instancias que nadie preveía, los daneses no quieren despertarse del sueño y brindarle un especial homenaje a su ‘10’.
El fútbol le debe algo a Dinamarca y a Kasper Dolberg, un tributo magnífico para Christian Eriksen que consiguió ganar su propia Euro aquella tarde en Copenhage.