Dzyuba peleó contra el mundo, Dzyuba pelea por el mundo

Pedro Barata
Tres de añadido
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9 min readMay 28, 2021

En esa gran urbe que es Moscú, la estación de tren de Shchiolkovskaia es la última parada de la línea Arbatsko-Pokrovskaya, siendo una de las que tiene más movimiento del metro de la capital rusa. Ahí al lado, hace muchos años, una joven llamada Svetlana trabajaba en una frutería. Cierto día, entró por la frutería Sergey, nacido en Lubny, en lo que hoy es Ucrania pero que, en ese momento, también hacía parte de la URSS. Sergey era policía, pero antes había jugabo a fútbol en torneos regionales, empezando en una punta del campo, de delantero, y terminando en la otra, de portero.

El amor, que es caballero de trazados impredecibles, irrumpió en aquella frutería para unir a Svetlana y Sergey, que más tarde vendrían a casar. Y tuvieron dos hijos: un chico, Artem, y una chica, Olga.

Artem le había cogido el gusto al fútbol de su padre y, muy joven, llegó a la cantera del Spartak. Entre 1992 y 2001, el Spartak ganó todos los títulos de campeón ruso menos uno y el joven Dzyuba, hincha y jugador del club, soñaba con, un día, ser parte de aquel equipo que dominaba el balompié de una Rusia que se acostumbrada a no ser URSS.

Sin embargo, algo en la vida de Artem parecía separarle del éxito. Y eso que, en 2006, con tan sólo 18 años, debutó con el primer equipo del Spartak, saliendo en un partido de Copa para substituir a Roman Pavlyuchenko, entonces el gran referente del Narodnaya komanda (“el equipo del pueblo”). Y en 2007 se erigió como una de las grandes promesas del fútbol ruso, al anotar un doblete en la Eurocopa sub-19 ante la Alemania de tres futuros campeones del mundo como Jérôme Boateng, Howedes y Ozil.

Pero la personalidad de Artem parecía atraer problemas. En 2009, durante la pretemporada que el Spartak estaba haciendo en Austria, el centrocampista Vladimir Bystrov, un jugador con más peso que Dzyuba (había estado en las Eurocopas 2004 y 2008, por ejemplo), acusó el delantero de robarle 23 mil rublos. Artem negó las acusaciones, y lo sigue haciendo hasta hoy, pero el club se puso del lado de Bystrov y el joven ariete, de tan sólo 20 años, se tuvo que marchar cedido al modesto Tom Tomsk. Y la campaña no le fue bien, marcando sólo tres goles. Volvió en el principio del curso siguiente, pero sin espacio en la plantilla, volvió a marcharse al Tom Tomsk.

Y ahí las cosas parecieron empezar a cambiar para el delantero, anotando 11 goles en 26 choques que le valieron para volver al equipo de su vida donde, en la 2011–12, anotó 14 dianas. Aquel delantero alto, fuerte, pero de buena técnica y coordinación, parecía estar a despuntar.

Pero la mente de Artem pensaba cosas que su boca no conseguía callar. Y volvieron los conflictos. Y vinieron tiempos en los que Dzyuba parecía pelearse contra todos en el fútbol ruso.

Unai Emery

“Tú quieres llegar al siguiente nivel? Sigue mis consejos”. Dice Dzyuba que esto fue lo primero que Emery le dijo cuando cogió las riendas del Spartak. El delantero empezó jugando pero, ante la falta de goles (tardó 12 choques esa temporada para anotar su primera diana), Unai le dejó de dar tantos minutos. Y Dzyuba no se le perdonó.

El 25 de noviembre de 2012, el Spartak fue goleado, en casa, por 1–5 ante el Dinamo de Moscú. Dzyuba salió en el segundo tiempo y, sobre la bocina, hizo el único gol de su equipo. Tras el partido, Artem, cuando los periodistas le preguntaron sobre las razones de la goleada, dijo: “Pregunten a nuestro trenerishka”, una expresión que quiere decir algo como “pequeño entrenador”, a modo de insulto. Emery fue despedido del Spartak ese mismo día, pero a la opinión pública rusa no le cae muy bien lo que dijo Dzyuba sobre su jefe, y el apodo igrochiska, o “pequeño jugador”, empezó a ser utilizado a modo de burla.

Valery Karpin

Karpin sustituyó Emery como técnico del Spartak, pero la situación de Dzyuba no mejoró mucho. Karpin le dijo que no encajaba en su estilo de juego y Artem ha tenido que marcharse, otra vez del Spartak, en esta ocasión poniendo rumbo al Rostov. Y la temporada le fue muy bien: 19 goles marcados en 31 partidos y el triunfo en la Copa de Rusia, en el que sería su primer título, puesto que con el Spartak no había ganado ninguno. Ya no eran los tiempos de oro de su juventud. Dzyuba parecía volver a coger el camino cierto. Pero le salió otro enemigo.

Fabio Capello

Capello fue nombrado seleccionador ruso con grandes expectaciones, un sueldo millonario y el Mundial 2018 como anfitriona a la vuelta de la esquina. En agosto de 2013, cuando Artem ya estaba brillando en el Rostov, el italiano le dio la alternativa en partido oficial ante Irlanda del Norte, en duelo de clasificación para el Mundial 2014. Dzyuba entró en el descanso con el equipo perdiendo 1–0. En todo el segundo tiempo, Rusia no tiró una vez a puerta del equipo rival y cayó derrotada. Y Artem fue muy criticado.

Capello no volvió a llamar Dzyuba en esa temporada, dejándole fuera del Mundial a pesar de su gran curso en el Rostov. Artem le acusó de “tener poco conocimiento del fútbol ruso”. Cuando le preguntaron sobre si esas declaraciones le habrían sentado mal al seleccionador, Dzyuba dijo: “Capello no habla ruso, de cualquier manera no habrá entendido mis palabras, por lo que da igual”. Otro amigo más. Y luego vino el que más dolió….

La afición del Spartak de Moscú

El contrato de Dzyuba con el Spartak terminaba en el verano de 2015. El delantero había vuelto al club tras el temporadón en Rostov y las cosas empezaron bien: 7 goles en 14 choques. Sin embargo, el tema del contrato lo estropeó todo.

En noviembre de 2014, el presidente del Spartak dijo que el delantero ya había rechazado tres ofertas de renovación. Y, poco después, saltó la noticia: Dzyuba firmara con el Zenit, club que defendería a partir de la siguiente temporada. La afición del Spartak quemó la camiseta de Artem, aquella que el jugador tanto había soñado vestir. Y Dzyuba no terminó la temporada en el Spartak, jugando los últimos meses cedido en el Rostov.

Hinchas del Spartak quemando una camiseta de Dzyuba

Dolido en el corazón por la manera como se marchó del club de su vida, el ariete se centró en lo deportivo y la cosa le fue muy bien. Marcó 37 tantos en sus dos primeras temporadas en el Zenit y volvió a la selección. Pero había alguien más contra quien pelear…

Roberto Mancini

En la 2017–18, el Zenit fichó al técnico italiano. Y Dzyuba pasó a jugar poco, por lo que tuvo que marcharse cedido al Arsenal Tula. Ahí, cuatro goles en sus cuatro primeros partidos sirvieron para reivindicar su calidad. Y luego vino el día 22 de abril de 2018.

En el contrato de cesión de Dzyuba al Arsenal Tula, el Zenit puso una cláusula que definía que, en el caso de que el jugador actuase ante el conjunto de San Petersburgo, el Arsenal Tula tendría que pagar 120 mil euros. En la previa del partido, Artem lo dejo claro en un programa de televisión:

“Si nadie quiere pagar la cláusula, la pagaré de mi bolsillo”.

Y Dzyuba jugó. Y en el 88 marcó el 3–3, forzando un empate que puso al Zenit detrás del… Spartak en la carrera por puestos de Champions. En la celebración, Artem celebró delante de Mancini señalando el nombre a sus espaldas. Ya tenía su revancha.

Tras el partido, el director general del Arsenal Tula, Dmitry Balashov, dijo que el equipo tenía dos semanas para pagar la cláusula: “Quien la pagará no importa. Merecerá la pena”.

Pero había otro enemigo. Uno más.

Stanislav Cherchesov

La buena forma de Dzyuba en el Zenit antes de Mancini le valió el regreso a la selección. Fue a la Euro 2016 y fue convocado para estar en la Copa Confederaciones 2017.

Sin embargo, alegando problemas físicos, Dzyuba no fue a la Copa Confederaciones. Según la prensa rusa, el seleccionador, Stanislav Cherchesov, quedó bastante disgustado con la baja de su jugador. Y Dzyuba… Fue Dzyuba. Cuando Rusia cayó eliminada en la fase de grupos, el ariete posó con su compañero en el Zenit, Aleksander Kokorin, publicando una foto en Instagram en el que hacían una señal de bigote, burlándose de Cherchesov. Dzyuba dejó de ir convocado. Jugar el Mundial en su país parecía una opción lejana.

Pero…

El buen rendimiento de Dzyuba en el Arsenal Tula, más la baja de Kokorin por lesión, hicieron que Cherhesov, de modo algo inesperada, llamase a Artem para el Mundial. Por primera vez, una pelea de Dzyuba no acababa en rotura, como contra Capello, el Spartak o Mancini, pero en conciliación.

Artem empezó el Mundial en el banquillo, pero saltó al campo para marcar un gol a Saudi Arabia en el partido inaugural del torneo. En el segundo, ante Egipto, fue titular y volvió a marcar. En octavos, ante España, otro gol. Dzyuba estaba liderando a su país en su gran cita, en su gran momento. Se convirtió en héroe nacional. Y su celebración con el seleccionador se volvería icónica. Rusia caería eliminada ante Croacia en cuartos, pero ganaba un líder.

Los tres cursos siguientes serían de consagración. Ya después de los 30, Dzyuba se convirtió en líder del Zenit, ganando tres títulos de campeón y marcando 56 tantos en estas tres temporadas. Fue Pichichi de la Liga en 2019–20 y 2020–21 y máximo asistente en 2018–19 y 2019–20.

Cuando era joven, Dzyuba se comparó a Zlatan Ibrahimovic. Fue motivo de risas en toda Rusia. “Zlatan quiere mi camiseta, y yo quiero la suya”, dijo antes de un duelo ante Suecia en 2014. Artem nunca se calló. Y por eso peleó contra todos, sin importar que fuesen técnicos de fama internacional (Mancini, Capello o Emery) o nombres de gran peso en el fútbol ruso (Karpyn o Cherchesov).

Pero ahora, después de los 30, la cosa es diferente. Dzyuba domina la Liga rusa con mano de hierro. El campeonato es suyo, ganándolo con la naturalidad con la que recoge la copa de ganador con un traje de Deadpool. Es el capitán y líder de su selección, la esperanza de una campaña semejante a la de 2018, cuando Artem llenó de orgullo a la madre patria Rusia.

En noviembre, un video de Dzyuba masturbándose volvió viral. En otras ocasiones, esto podría suponer la vuelta de los problemas para el jugador. Pero ahora no. Cherchesov le dejó fuera de la lista de Rusia, pero no por sanción, sino para “no generar ruido en torno al equipo y para que Dzyuba pueda tener paz, protegerse y volver a lo normal”. Todo se solucionó con una tranquilidad que, tiempos atrás, parecía una utopía.

Ahora es posible ver el fútbol de Zlatan en Dzyuba. De manera diferente, claro, pero es posible ver un jugador de 1,96 metros y más de 90 quilos asociarse, dejar toques de calidad, salir del área, darle soluciones a su equipo. Marcar y asistir. Es un delantero total, lleno de energía, esa misma que antes utilizaba para pelearse contra el mundo. Ahora pelea por el mundo, por los suyos, por su Zenit, por su selección.

“Nada me va a destrozar en la vida. Habrá una oportunidad de convencer a todos. Cada uno siempre escoge su camino. Mi padre siempre decía ‘El tiempo es el gran juez. Él pondrá todo en su lugar”

Y el tiempo puso al padre de Nikita, Maxim y Alexander como el gran líder del fútbol ruso. De rebelde a capitán. De incomprendido a ídolo. Artem, el goleador de las mil batallas.

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