La penúltima de Joachim

Joaquín Piñero Herrera
Tres de añadido
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8 min readMay 21, 2021

En la vida todo se acaba. Y, por lo tanto, el fútbol no iba a ser menos. Las etapas se suceden, las páginas se pasan y el camino continúa aunque encuentre bifurcaciones. Este verano, con un año de retraso y muchas sedes, por fin, se disputará la EURO 2020 donde la selección liderada por un emperador de Madeira defiende título. A pesar de sumar ya una unidad más en el siglo XXI, el certamen europeo de selecciones no ha modificado su nomenclatura aunque sí tuvo que transformar las fechas e incluso sus ubicaciones por la crisis sanitaria. El cupo de 24 equipos nos regala historias hermosas e impropias de la élite del fútbol. En este caso, hablamos de una despedida dolorosa.

En esta última vuelta de la Tierra alrededor del sol han cambiado muchas certezas que nunca nos habíamos planteado hasta que nos tuvimos que preocupar por las mascarillas y el número de amigos que podíamos llegar a acumular. En el fútbol también hay verdades inmutables: el Real Madrid compitió en Europa a pesar de todos los pesares, Messi no paró de marcar, el equipo de Guardiola siguió ganando posesiones y copas y los alemanes siempre plantan cara y, muy a menudo, vencen. En la edición de la Champions League más atípica de la historia, el arrollador FC Bayern infantilizó al Barça del todopoderoso Messi como ya hiciera con la Brasil del ausente Neymar en el cono sur una tarde veraniego en 2014. Hay cosas que nunca cambian.

Aquel 8 de julio de hace siete años, en el Estádio Governador Magalhães Pinto de Belo Horizonte, un hombre tranquilo dirigía las tropas germanas en una ofensiva letal que daría con once cadáveres brasileiros en el terreno de juego sin el liderazgo de su capitán. Una batalla conocida como ‘Mineirazo’. Ese hombre terminaría alzando el cetro mundial junto a sus chicos en un territorio que concebía un fútbol antagónico al que su nación tenía impuesto como estilo pero que quiso emular. Un alemán campeonando en Brasil.

Sin levantar la voz, casi sin que nadie lo notara.

Así es Joachim Löw (1960). Un tipo que nació en Schönau im Schwarzwald, una pequeña población de la Selva Negra entre Basel y Freiburg. Nadie sabe lo que podría haber ocurrido si el buen de Jogi hubiese visto la luz en suelo helvético. La divina providencia, Dios o Maradona quisieron que ese delantero fuese alemán aunque dividiera sus goles entre Suiza y su país natal. Nada del otro mundo, no se confundan. Un ariete que no se recordará en los libros de historia.

El matrimonio de Löw con Die Mannschaft arrancó hace una década y media cuando el combinado germano vivía un momento de transformación con un matiz de depresión por la derrota mundialista en el Lejano Oriente y la debacle continental en el Oeste de la Península Ibérica. El fútbol alemán se sumió en un profundo cambio que condujo Klinsi con la inestibable colaboración de Jogi. La tarea era la regeneración del fútbol nacional de cara al Mundial que se celebraría en Alemania el verano de 2006 para evitar el ridículo que se vaticinaba. Simple. A fondo. La labor de Löw consistía en mantenerse en la sombra, ser el balance al seleccionador Klinsmann en una época que se preveía complicada en la tricampeona mundial. En su primera y única experiencia como mano derecha, Alemania firmó un meritorio tercer puesto siendo eliminada en un partido memorable contra la campeona Italia en una prórroga de leyenda. Tras el torneo en suelo germano, Jürgen se marchó dejando al mando a Joachim.

De esta forma y en medio de un laborioso proceso de reconstrucción, Löw asumió su trabajo más importante como director técnico. Miro Klose, Michael Ballack, Bastian Schweinsteiger o Per Mertesacker eran algunos de los principales futbolistas de una Alemania que soñaba con un título que se resistía desde el verano del 96 con aquel famoso Gol de Oro en Wembley de Olivier Bierhoff. Después de un debut con victoria sin paliativos ante Suecia en Gelsenkirchen, Jogi afrontó la Clasificación para la Eurocopa de Austria y Suiza que se celebraría en el verano de 2008, cerquita de casa. Una fase casi inmaculada con una única derrota y un camino firme hacia el certamen continental. Con estas, los chicos de Löw se midieron en la fase de grupos que se le complicó tras la derrota en la segunda jornada frente a Croacia aunque supo revertir el rumbo gracias a un gol de Ballack contra sus vecinos austriacos en la última fecha.

Segundo de grupo y la Portugal de Cristiano Ronaldo en cuartos de final. Allá, en St. Jakob Park, en Basel, a pocos kilómetros de la casa donde nació Joachim, los germanos superaron a los lusos y se medirían a la atractiva Turquía en un choque que acabó siendo épico y que dio el pase por 3–2 a los alemanes a la final. En Viena, frente a la genial España, Löw y los suyos sucumbieron por culpa de un gol de Fernando Torres. Pese a la derrota en el Ernst Happel, el torneo alemán se vio como un éxito por ese mencionado proceso que aún no había tocado techo y seguía creciendo.

En los siguientes años, Joachim comienza a contar con talento joven en una nueva camada germana con nombres propios como Özil, Müller, Khedira, Neuer o Kroos que se erigen como las piezas clave de un proyecto que toma color con otro tercer puesto en el certamen mundialista celebrado en Sudáfrica. En este torneo, de nuevo, Alemania fue eliminado por España que, a la postre, fue coronada como campeona. Por tercera vez consecutiva, Die Mannschaft cayó ante la que se convertiría en campeona.

El camino parecía que iba tomando buen rumbo hacia el objetivo.

Tras el Mundial africano, el proceso continuó. Los jóvenes se iban consagrando en el concierto europeo y los más veteranos aguantaban el nivel para la Euro de 2012 en Polonia y Ucrania donde la selección de Löw ya contaba con más números para convertirse en campeón. Por primera vez desde que Joachim aterrizó en el banquillo germano, fue eliminado por la perdedora de la final: la Italia de Antonio Conte. Balotelli truncó los sueños del pueblo alemán.

En el verano de 2014, como hemos contado en el inicio de este texto, Löw vivió su auge como técnico al alzarse como campeón del mundo. Este buen momento se sostuvo en el tiempo en la Eurocopa de Francia dos años después aunque la anfitriona con Griezmann a la cabeza, les despertó del sueño. El plantel germano parecía no cansarse de ganar y, de la mano de Jogi, había tomado el relevo de su admirada España liderada por Xavi e Iniesta.

Cuando parecía que la Alemania de Löw podía tocar la gloria por segunda vez seguida en el mundo, el batacazo en Rusia fue descomunal. Una solitaria victoria ante Suecia dio con los germanos de vuelta a casa a las primeras de cambio. En la fase de grupos. Una debacle a la altura de la acontecida en Portugal casi una década antes y que cambió el rumbo de la selección. Un drama nacional.

El cambio de ciclo le pegó un guantazo a Löw en toda la cara, lo tiró para atrás. De una. Una hecatombe del fútbol alemán. Tras este inesperado revés, Joachim tuvo que tomar decisiones drásticas y esto terminó, prematuramente, con la trayectoria internacional de algunos pilares fundamentales hasta ese momento como Müller, Boateng o Hummels quienes encabezaron la revolución, Lahm se retiró tras levantar la copa del Mundo o el siempre complicado Mesut Özil quien se retiró antes de que lo retiraran. Los tres jugadores que, por aquel entonces, militaban en el Bayern, fueron apartados de la selección nacional por estar pasados de moda, por mayores, por caducos. El resto de la columna vertebral tenía coartada para su mala actuación en tierras de los zares y los bolcheviques. Por lo tanto, los ‘tres mosqueteros’ alemanes fueron apartados a finales del año 2018. Neuer seguiría defendiendo el arco a pesar del auge de Ter Stegen, Kroos seguiría siendo el eje del equipo y serían acompañados por jóvenes que venían demostrando su calidad.

Ahora, a pocos días del comienzo de la Eurocopa 2020 celebrada en 2021, una competición multisede, Löw se sentará en el banquillo de la Mannschaft por última vez para lograr reinar en Europa, único título que no tiene en la vitrina de su casa allá en la Selva Negra. Para afrontar su penúltimo (nunca se puede hablar del último) evento como seleccionador, Joachim ha tenido que dar marcha atrás para conjugar talento joven y calidad veterana con la vuelta de Thomas Müller y Mats Hummels, Toni Kroos seguirá ordenando acompañando de Joshua Kimmich, Manuel Neuer atajará una vez más y Alemania buscará su cuarto cetro europeo.

Tras el pitido final del árbitro en la final de Wembley, Joachim Löw abandonará la selección alemana. Pase lo que pase. Tendrá detractores y defensores. Lo que es seguro es que luce un currículum envidiable en Europa aunque sin colofón: una final y dos semifinales en tres intentos de coronarse rey del continente. Löw comenzó un proceso que culminó en Brasil y que desea terminar como se merece, con una victoria histórica para alzar su cuarto título europeo.

Este verano, tras 15 años de de éxitos y algún que otro fracaso, Jogi se va. Antes de saber cómo se dará esta Euro, con un Mundial y una Confederaciones bajo el brazo. Del anonimato a la cumbre del mundo. Die Mannschaft pasará página y Löw tendrá que proseguir su camino después de lograr la cuarta estrella para su país bajo las órdenes de un comandante tranquilo. Un hombre que nos enseñó cómo se podía ganar jugando bien al fútbol a pesar de ser alemán.

Te echaremos de menos Jogi. Danke Joachim!

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