Peripatético Pandev

Pipe Olcina
Tres de añadido
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5 min readJun 3, 2021

En la Antigua Grecia, el Liceo fue en Atenas donde Aristóteles disfrutó de los últimos años de su vida y enseñanza. Los peripatéticos, del verbo peripatein (caminar en griego) eran los alumnos y seguidores que se concentraban en el peripato, lugar donde el discípulo de Platón y otros filósofos de esta escuela daban sus clases mientras caminaban. De aquí puedo suponer que procede lo de tropezar con las piedras por el camino y crecer (intelectualmente) con cada paso. Una metáfora de la vida. Nadie quiere privarse de algo tan esencial como respirar. Caminar es la primera cosa que un niño quiere hacer y la última que una persona mayor desea renunciar.

A mitad de su camino, antes del Liceo y después de Platón, Aristóteles volvió a su tierra para ser maestro de Alejandro III de Macedonia. Se dice que nunca nadie ganó tanto con tanta desproporción de medios, ni conquistó tantos territorios en tan corto espacio de tiempo como Alejandro Magno, el gran conquistador. Tan valiente como sensible pasó toda su adolescencia persiguiendo la sombra de su preceptor, fascinado por su sabiduría.

Fotografía del aeropuerto ‘Alejandro El Fantástico’ en Skopje (2018).

En Macedonia todo gira en torno a Alejandro Magno. O más bien giraba. Hasta 2018 el aeropuerto de la capital o la autopista nacional llevaban su nombre. Sin embargo, desde que Macedonia pasara a ser una de las siete repúblicas de la erosionada Yugoslavia en 1991, el país ha cambiado de nombre siempre inmerso en un conflicto histórico que parece el cuento de nunca acabar. Ahora se llama República de Macedonia del Norte y en los últimos tiempos también han tenido que cambiar el nombre del aeropuerto, el de la autopista y hasta de bandera. Todo porque Grecia no quiere que exista relación alguna con la antigua Macedonia que forma parte de la herencia griega. Sin ir muy lejos, con tal de rebajar la tensión con el país vecino, ahora la carretera nacional ha pasado a llamarse ‘la autopista de la amistad’. Una ‘deshelenización’ con forma de puñal para el pueblo macedonio.

País agrícola, rodeado de montañas, sin salida al mar y con un vecino enfadado la República de Macedonia del Norte se ha quedado hasta sin ‘su’ historia o al menos, con la que crecieron. Huérfana de identidad. Así rápido y mal uno se puede hacer una idea de cómo a un país, de no más de de dos millones de habitantes, le han quitado todo lo que era motivo de orgullo para su pueblo. “Vives como si nada hasta que algo se te clava, y después se trata de sacarse esa espina, más que de seguir viviendo”, como dijo Ray Loriga.

Goran Pandev con la camiseta del Genoa FC

Si hay que hablar de fútbol el guión no cambia. Un conjunto de desgracias, desastres y disgustos como suele ser habitual para la gran mayoría. Pero con Goran Pandev. El hijo de la prosperidad. Un tipo que no tenía pelo y ya tenía entradas. Se ha pasado casi toda su vida jugando al fútbol en Italia. Fichado por el Inter en 2001 no jugó en el equipo hasta 2010. Tuvo que despuntar en la Lazio antes de volver a Milán y allí con un equipo tan histórico como el Duomo tocó el cielo ganando el triplete a las órdenes de Mourinho y vino al mundo Filippo, el primero de sus tres hijos.

Precisamente aquel año fundó el Akademija Pandev. De primeras iba a ser una academia para jóvenes en su tierra natal, Strumica. Pero a partir de 2014, fundó el equipo sénior y tras tres ascensos consecutivos en 2017 ya tenía al equipo jugando contra los mejores del país. Futbolista en activo y presidente, Pandev lleva años escribiendo la historia. Un equipo que, por cierto, jugó la previa de Europa League en la temporada 2018–19 y que tiene a su primo Sasko Pandev como capitán.

Goran Pandev, durante su etapa en el Inter de Milán

En Génova, donde lleva seis temporadas, ha superado la barrera de los 100 goles en Serie A. Sin ser un killer de raza son muchos años fichando en el trabajo. Con 37 años Pandev, que siempre ha caminado, es más lento que rápido, pero sigue haciendo lo que mejor se le da. Marcar goles y tener fe. En la tierra donde nació Madre Teresa de Calcuta y más en la desgracia, la fe siempre acompaña. Porque como decía Juan Carlos Onetti “un hombre con fe es más peligroso que una bestia con hambre”. Tanto que un gol suyo metió a Macedonia en la Eurocopa. Un gol para florecer. Trajo consigo la eudaimonía, la felicidad tan anhelada como olvidada. Por obra y gracia de Goran Pandev, el futbolista convertido en mito. El peripatético. Con un poco de pasmo y otro de burla, Goran puede pasearse por su jardín hasta que él quiera.

Es difícil imaginarse con qué ojos le mirara Marjan Radeski a Pandev. El delantero de 26 años jugará la Eurocopa gracias a su capitán en la selección, pero también a su presidente a nivel de clubes. Ver para creer. Será un verano histórico para Macedonia del Norte y en Strumica, en el Caffe 19, el bar de Pandev que lleva su padre Hristo siempre que pidan un café acompañará un sobre de azúcar, con la misma frase para todos. Cuando uno la gire y lea, pondrá: “Fatiga menos caminar sobre terreno accidentado que sobre terreno llano” (Aristóteles).

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