Je suis Karim
Cuando somos pibes y empezamos a ver fútbol, nuestro maestro en la materia nos explica las nociones básicas de este nuevo entretenimiento que nos condicionará la vida para siempre. Al principio tú no entiendes muy bien qué es lo que está pasando en la televisión o en el estadio, pides amarilla sin tener muy claro por qué y para qué o le gritas a un jugador imitando a tu compañero de grada. Las cosas del fútbol. ¡Qué nostalgia!
Vas teniendo uso de razón (el que puede) y te enteras de cosas: el portero es el único jugador que la puede tocar con la mano dentro de la cancha, el defensa se encarga de que la pelota no se acerque al arco, los centrocampistas son aquellos tipos que corren para arriba y para abajo para atacar y defender aunque, de vez en cuando y con mucha suerte, encuentras algo así como un trébol de cuatro hojas llamado “enganche” que tiene la responsabilidad de hacer que te enamores del balón como consiguió Guti, Djalminha o Román Riquelme para la gente de mi generación (¡qué buenos eran!). Estos eran los encargados de hacer llegar el esférico al hombre o hombres más adelantados, también llamados, delanteros (si juegan en la parte de adelante, delanteros) para que marcaron gol. Es decir, el delantero, con el número 9, es el culpable de que un partido termine 0–0 y de que no puedas abrazarte al de tu lado que ni siquiera conoces. Esto era antes.
Ahora, el fútbol, como todo en la vida, ha evolucionado. No sé muy bien si hacia bien o hacia mal. No lo tengo claro. Actualmente, se valoran más las cualidades con balón del portero, la salida desde atrás de los defensas y el trabajo de los centrocampistas. Aunque, al delantero, se le siguen exigiendo goles. El ariete que ya ni siquiera lleva el 9 por Decreto Ley sigue teniendo el deber de perforar las redes rivales con asiduidad, sino, su partido es un desastre. Pase lo que pase. Además, el gol sigue siendo el bien más preciado y cotizado del mundo del fútbol.
Esta circunstancia, durante mucho tiempo, lastró el prestigio y estatus de Karim Mostafa Benzema (Lyon, 1987), sobre todo, en el Real Madrid. El delantero francés nunca fue un killer de cara a portería a pesar de que su ídolo fuese un artillero histórico como Ronaldo. De hecho, su único parecido sobre el césped es su dorsal en el club blanco: llegaron con el 11 y se mudaron al 9. Número que hacía más justicia al brasileño que al galo.
Benzema apareció por Madrid casi sin ruido. Sin despertar demasiada atención por la llegada en paralelo de dos de las grandes estrellas del firmamento: Kaká y Cristiano Ronaldo. Uno de tantos descendientes de inmigrantes africanos que pueblan el suelo francés y que levantó polémica social allá por 1998. En este caso, de origen argelino. El chico aterrizó en el Bernabéu con 22 añitos aunque con varias temporadas ya a sus espaldas en el Olympique Lyonnais del cual es canterano. El francés fichó por el conjunto capitalino como el próximo delantero matador del futuro. El ‘nuevo Ronaldo’. Todo muy exagerado. Quizás, en realidad, nadie conocía el chico. Podría ser.
El galo formó parte de los Galácticos 2.0 donde él tenía que ser la punta de lanza. Todo ello sin defensores mediático, con críticas de afición y prensa. No hay problema. Karim solo necesita el balón, no busca amigos. Solo quiere ser feliz con el balón para eso juega a esto Benzema. Pues bien, casi quince años después de su llegada, todavía hay detractores del juego del francés. Cientos de goles, asistencias, pases y títulos después. A pesar de todo. En la foto, el 9 sigue hablando francés.
El genio Karim no termina de llenar el ojo a la afición madridista. Sin contar con el 100% del beneplácito del pueblo merengue, sus entrenadores siempre confiaron en él. Ya fuese como “gato” para Mourinho o como su ojito derecho para su compatriota Zizou. Importante en liga pero vital también en una de las épocas doradas del Real Madrid en Champions. Ese es Benzema. Un delantero nacido para jugar y hacer jugar. Quizás se equivocó de demarcación pero, ¡qué error!
Muchos llegaron y se fueron. Quisieron quitarle de en medio y nunca pudieron. Gonzalo Higuaín, Luka Jovic, Morata, Mariano… todos ellos tuvieron que sucumbir ante la magia del chico tranquilo. Ha tenido épocas de bajón, como todos, pero siempre vuelve. Más que amortizado. Lo apartaron de la selección pero no nos lo quitaron aquí en España para poder disfrutarlo cada semana. Un delantero que parece que no tiene gol pero que será recordado por los siglos de los siglos. Hablando en la cancha, donde tiene que hablar.
Siempre se le acachó la falta de gol, de determinación. Se usó contra él el cuestionable defecto de no mirar siempre a portería, de ser feliz como asistente, de huir del foco. A pesar de todas estas etiquetas que se le cuelgan, Benzema es un goleador voraz y acumula balas en la recámara. Karim prefiere el intimismo de ser el ausente, el escondido por eso vivió como nadie a la sombra de la implacable figura de su pareja Cristiano.
Benzema es un hombre que se maneja mejor entre las sombras, escondido, eludiendo la mirada de los rivales. Aparece y desaparece desequilibrando sin estar. Un delantero atípico que prefiere pasar a chutar. Un mago con el balón en los pies que lo mima frente a los golpes violentos de otros. Un funambulista en la cancha que no le teme al vacío y, sino, que se lo digan a Savic en aquellas frías noches europeas a orillas del Manzanares. Un veterano que no molesta pero que ahí sigue, colgando medallas en la habitación, guardando trofeos en la vitrina del Bernabéu. El niño mimado de Florentino Pérez. Un apátrida que derrame gotas de calidad en el lado blanco de Madrid. Karim es feliz con la pelota, no le gusta esperarla en el área.
Karim es un tipo especial, un verso libre. Un lírico de la pelota. Un delantero que prefiere asistir que marcar. Un ‘9’ más cómodo con el traje de ‘10’. Un futbolista capaz de hacer jugar a su equipo a pesar de que debería estar para finalizar. Un ariete sin gol aunque es el 5º máximo goleador en la historia del club más laureado del mundo y subiendo. Un delantero con alma de enganche, un ‘10’ enmascarado en ‘9’. Un goleador que aparente no tener gol, sería demasiado fácil. Un artista incomprendido. Simplemente, Benzema.