Sin Título

Tres Girasoles
Tres Girasoles
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2 min readFeb 20, 2015

Qué amargo y placentero que nos miremos a los ojos en este sueño de sol, que con sus rayos ilumina nuestro cabello despeinado y rostro confundido. Nos miramos con deseo y melancolía, como lo hacemos en cada encuentro, apreciando las notas que interpretamos del mismo violín que en unísono crean disonancia. El ritmo y tono son tan distintos, que aunque sean las mismas cuerdas que acariciamos, nunca entonaremos la misma canción.

Que terrible idea de entrar en tu universo de nuevo, porque mis pasos eran fuertes y mis notas alegres, y ahora la tierra se ablanda y el camino se borra de neblina.

Y aunque sufrimos con el anhelo de caminar el camino del otro, nuestra alma se regocija al imaginarse nuestros destinos cruzarse. Pero es que caminamos en paralelo y como ave en el cielo solo te observo volar a lo lejos desapareciendo en el horizonte donde termina mi tierra y empieza tu cielo.

Este pesar no es justo porque al mirar las huellas que he estampado y la tierra fértil en la que estoy parado, me olvido de las aves que vuelan por encima y comienzo a sentir el aire fresco en mis mejillas, el olor a pasto mojado donde los girasoles plantan sus raíces y se paran con orgullo sonriéndole al sol. Me doy cuenta que la senda por la que he caminado y caminaré, es igual de rocosa e inconsistente como la tuya. Que aunque a veces los girasoles se duerman con una mañana nublada, seguramente volverán con la llegada del nuevo amanecer.

Ambos creamos ficciones de nuestros trayectos cambiando la senda por cúmulos de oro tejido por las que nos deslizamos con gracia.

Nos miramos tu y yo, idénticos, disfrutamos y nos afligimos por nuestro encuentro pero siempre logramos despertar de este sueño agridulce y amamos lo que nuestros ojos pueden ver y nuestras manos tocar.

verde

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