Foto: Carlos Silva. Jardín de casa de mis padres. Gdl, 2020.

¿Así que así se siente?

Tiempo Detenido
Los Tres Misisipis
Published in
3 min readJul 9, 2020

--

Justo hoy debería estar viendo el Océano Pacífico desde un camastro comodísimo mientras me tomo un coquito, me como una tostada de ceviche y escucho Three little birds de Bob Marley. Esta semana había invitado a toda mi familia, por el cumpleaños de mi mamá, a pasarla en Nuevo Vallarta siendo felices. (Amo el capitalismo cotidiano).

Aunado a eso, si saco cuentas de los viajes no hechos debido a la contingencia, ya me perdí de tres idas a Nueva York, una a San Francisco, una a Israel y unas cuantas dentro de México. También me perdí varias vueltas a la tintorería, unas más a Superama, tres o cuatro a cortarme el pelo, y muchísimas a la oficina. Lo peor es que extraño igual caminar rumbo a comprar chicharrones, que por el puente de Brooklyn viendo cómo atardece.

El 14 de marzo de este año llegó un mail avisándonos que iríamos a trabajar en casa por los próximos 15 días. Yo, emocionado, inmediatamente empaqué mis maleta para irme a Guadalajara a disfrutar esas dos semanas viendo a la familia y a cada uno de los amigos a placer. Van 114 días y no vi a ninguno de ellos. He estado guardado en casa de mis padres (lo cual agradezco), cambiando los viajes entre países por trayectos del cuarto a la sala, de la sala a la cocina, de la cocina al jardín, del jardín al baño, del baño al cuarto. (Loop infinito).

En mi casa somos de los que tomamos en serio las amenazas a la vida, así que decidimos quedarnos encerrados completamente. Es una decisión responsable y madura (no como yo), aunque hay que resistir las consecuencias.

No hay ida al parque por un helado, ni al cine con la que me gusta, ni al mar con los que amo; pero no todo es malo. Al contrario, tiene sus ventajas, por ejemplo, ahora sé que soy apto para vivir feliz bajo arresto domiciliario, o también que puedo seguir la dieta porque gracias a dios todavía no tengo un Oxxo en la cochera de la casa, o que también puedo experimentar la hermosa sensación de trabajar en pants abajo y camisa arriba.

Viajando o yendo a la tintorería no podría haber estado casi cuatro meses descalzo, ni habría retomado mi gusto por la lectura, y mucho menos habría podido disfrutar la comida preparada por mi mamá por 114 días.

Siempre he creído en esta visión del mal menor por el mal mayor. Y acá, aunque si ha habido algunos aspectos frustrantes o que no me gustan del todo, he tenido la oportunidad de estar con mis padres en esta temporada tan atípica, acompañarnos mientras comemos rico y sobre todo, preservamos la salud y la vida.

Justo hoy debería estar viendo el Océano Pacífico desde un camastro comodísimo mientras me tomo un coquito y me como una tostada de ceviche. En cambio, estoy aquí sentado en el jardín escribiendo para el nuevo proyecto que tengo con mis amigos, sabiendo que en un par de horas podré ver un concierto de Jorge Drexler, acompañado de mis papás y sin tener que hacer fila para entrar ni usar zapatos. Todo desde mi placentero arresto domiciliario.

¿Así que así se siente ser Elba Esther Gordillo gozando la vida encerrado pero sabiendo que volveré a salir dentro de poco?

Nice.

--

--

Tiempo Detenido
Los Tres Misisipis

Cuando me preguntan en dónde quisiera estar, pienso en personas, no en lugares. (Hago música, letras y fotografías).