No soy médico (o la inesperada virtud de la insipiencia)

Shuy®
Los Tres Misisipis
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2 min readJul 6, 2020

No soy médico. Tampoco soy bombero. No soy ni seré músico. Alguna vez intenté ser escritor, pero no lo logré. Como no soy máquina, tampoco aguanto más de tres misisipis ni puedo enumerar el casi infinito número de cualidades y conocimientos que no tengo.

Y está bien. No ser todo está bien. Lo que nos define son los límites que nos rodean. Lo que nos hace seres únicos son los márgenes de lo que abarcamos. Ni más, ni menos. Solo soy un simple terrenal que vive alucinando.

A veces, por orgullo o por miedo, o por la razón que sea, nos da pena aceptar que no sabemos algo, que no somos algo. Las inseguridades que nos aquejan también son normales, también son parte de nosotros.

Por ello considero un acto de valentía que nuestra flamante no primera dama, en un despliegue de honestidad y gallardía, haya emitido un tajante: no soy médico.

También hay que tener mucho valor para que su esposo, nada más y nada menos que el presidente de la república, salga todos los días a decirnos, en laberintos de palabras, en muecas pausadas y disparates, en intrincadas aglomeraciones de frases sin sentido, que él tampoco es médico, ni economista, ni hombre de estado; que él no tiene un ápice de sentido común, que no reflexiona sobre lo que hace, que no planifica, que no entiende la realidad en la que vive.

La respuesta de nuestra no primera dama es un símbolo de la humildad con la que ella y su marido se manejan en la vida, en la política y en lo íntimo de sus corazones; es una declaración de principios, de gente que se asume limitada, pero también única y especial; de los más humildes de nuestros políticos, pero que tienen un corazón noble y puro que está dispuesto a darlo todo para salvar a la patria, aunque ese todo no baste porque a fin de cuentas resulta muy poco.

Usted también, querido lector, tenga el atrevimiento de asumirse finito, incapaz y hasta torpe, pero siempre honesto, pero siempre valiente para aceptarlo. Repita con nosotros hasta el cansancio, hasta que convenza a sus conocidos y amigos de que usted no es máquina y no está en este mundo para resolver todos sus males:

No soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos.

Foto: Tuiter punto com.

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