Putla (o la inesperada virtud de la fealdad)

Shuy®
Los Tres Misisipis
Published in
3 min readJun 30, 2020

No importa si la belleza es un valor absoluto, si existe en un mundo ideal donde solo existen cosas bellas y, por lo tanto, no existimos los prietos.

Tampoco importa si la belleza es un contrato social y existe solo porque todos nos pusimos de acuerdo en que el concierto de Juan Gabriel en Bellas Artes es el culmen de la evolución humana.

No importa si la belleza es subjetiva y está en el ojo de quien mira, si solo la madre del bebé rojo y arrugado lo ve bonito, mientras los demás volteamos para otro lado y decimos: “Amiga, hubieras adoptado otro pug”.

La belleza existe. El concepto existe. Si yo digo la palabra, algo viene a tu mente. Y ese algo que viene a tu mente, en ningún caso, en ninguna circunstancia, si eres una persona normal y funcional, es Putla.

Hace unos días, el escritor, ex secretario de relaciones exteriores y ex pareja sentimental de una famosa periodista, Jorge Castañeda, dijo que Putla, Oaxaca es, cito textualmente, “un pueblo horroroso”.

La gente buena de la supercarretera de la información punto com diagonal corrección política no se hizo esperar, y a punta de insultos, rabietas y comentarios pícaros, se abalanzó sobre él para intentar sacarlo del supuesto error.

Pero no es un error. Si tienes Google Maps y dos ojos, o solo uno, o un dieciseisavo inclusive, salta a la vista que Putla, al igual que muchos otros pueblos de México, efectivamente es horroroso. No necesitas que el gobernador de Oaxaca te invite a recorrerlo en su combi presidencial para comprobarlo.

Y no tiene nada de malo ser feo, créanme, yo sé de eso. Porque lo feo no es equivalente a lo malo. Esa asociación la hacemos nosotros, que esperamos, como hacían los antiguos, identificar a lo bello con lo bueno y con lo necesario.

Querer encontrar belleza en todo lo que tiene alguna virtud es absurdo. Algo puede ser feo y aún así tener otras cualidades que lo hacen valioso. Y considerando el historial romántico de Jorge Castañeda, es evidente que él piensa lo mismo.

Así que no crucifiquemos a un pobre hombre cuyo único pecado fue decir la verdad, aunque esa verdad duela. Como Putla, en los ojos.

Y tú, Putla, cuyo nombre original fue Puctitlán, que significa “donde hay mucho humo”, no te agüites si eres fea y todos lo notamos. Mejor ponte chingona y resalta tus otras virtudes, las que no saltan a la vista, si las tienes.

No importa si eres un pueblo horrendo. Puedes ser como ese otro pueblo que, aunque también es horrendo, no se acompleja y persigue sus sueños, sin importar que eso implique arruinar al país para construir con dinero público una refinería para un recurso decadente dentro de una empresa en quiebra: el pueblo bueno.

Foto: @curvaz2 en tuiter punto com.

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