Such is mi México lindo

Tiempo Detenido
Los Tres Misisipis
3 min readJul 1, 2020

--

Hace unos 8 o 9 años a unos 20 kilómetros de donde crecí, se congregaron por varios días miles y miles de mexicanos que hacían largas filas durante horas para ver a un fenómeno acabado de revelar al mundo: una hada aparecida en una colonia, hasta aquel momento desconocida, de Guadalajara.

En ese mismo mágico y místico país pero a algunos cientos de kilómetros al noreste, desde hace más de 50 años extraterrestres protegen, desde su base submarina, a Tampico y Ciudad Madero de los imbatibles huracanes que han arrasado con muchas otras ciudades. O al menos, eso creemos.

Inclusive en la capital del país, una ciudad de millones de habitantes y con una relevancia indiscutible para Latinoamérica y el mundo, la mismísima Virgen de Guadalupe se apareció al disolverse un charco de agua estancada en el suelo de la estación del metro Hidalgo. Se imaginarán la conmoción de nosotros los fieles al ver a nuestra amada madre volver a su tierra.

México, un pueblo con una sólida tradición en creencias de todo tipo. Una consistente historia de creer cualquier cosa. De creerle a quien sea.

Desde hace algunos meses una pandemia brutal y sin precedentes, amenaza a nuestro país, y a todos los demás, con infectarnos, enfermarnos, echarnos a perder los pulmones y demás órganos a su paso, y por último, matarnos.

Según las cifras oficiales, que no quiere decir que sean las verdaderas, hasta ahora hay más de 210 mil mexicanos que ya están pasando por este proceso en alguno de sus niveles, de los cuales 26 mil ya murieron. Una tasa de mortalidad más elevada que la de muchas otras geografías.

Terrorífico escenario basado en contundentes cifras, el cual, en un pueblo como el nuestro en el que todo nos creemos, tomaríamos muy en cuenta y estaríamos seguros, sin titubear, del efecto demoledor de la enfermedad. Inmediatamente afilaríamos nuestra capacidad de curiosear para entender esta condición y hablaríamos de ella con convicción total como hablamos de la Virgen del metro Hidalgo.

Es más, no solamente hablaríamos de ella, sino que nos comportaríamos a la altura del desafío y ajustaríamos nuestros comportamientos, acciones y decisiones a ella.

Como los mexicanos nos creemos todo, también creeremos en el nuevo virus y actuaremos en consecuencia. ¡Gran decepción! Qué equivocada conclusión tan alejada de lo que realmente ha pasado.

Pareciera más bien que nuestro objetivo es el contrario: descubrir cómo toda esta epidemia en México es irreal, demostrar cómo cualquier medida de protección medianamente decente es exagerada, y refutar a los científicos no sólo del país, sino del mundo, haciendo uso de nuestra inteligencia e información recabada en Facebook punto com y en el whatsapp de las tías, para probar que se equivocan, que no hay de qué preocuparse, que no existe el virus, y que hay que perderle el miedo a salir y sobre todo, a abrazarnos.

Interesantísimo reflexionar sobre esta cultura de los mexicanos ante la credulidad de lo absurdo y al mismo tiempo la incredulidad de lo real.

Estamos dispuestos a creer en vírgenes aparecidas en charcos, árboles y sartenes; en aliens submarinos, en hadas milagrosas, en las consecuencias que traerá a nuestra vida que nos barran los pies, o que usemos calzones de colores, o que nos echen el mal de ojo si no llevamos con nosotros el infalible ojo de venado. Dispuestos a argumentar que no pasarnos la sal de mano en mano es lo más seguro, o a profundizar en la importancia de no caminar bajo una escalera, o no abrir un paraguas dentro de la casa, o no romper un espejo. Dispuestos a creer en que nos zumban los oídos porque alguien habla a nuestras espaldas, en poner a San Antonio de cabeza para ahora sí encontrar el amor. Inclusive dispuestos a seguir dando vueltas en la calle con las maletas vacías en la noche de Año Nuevo para viajar más el siguiente año.

Lo increíble es que jamás, pero jamás, estaremos dispuestos a creer del todo en una pandemia que acecha a la humanidad como nada lo había hecho en este siglo, y que por lo pronto ya mató a mi tía y a mi abuela.

Such is life, such is mi México lindo.

--

--

Tiempo Detenido
Los Tres Misisipis

Cuando me preguntan en dónde quisiera estar, pienso en personas, no en lugares. (Hago música, letras y fotografías).