Parapente: adrenalina y cautela lado a lado
Al acercarse a la Sierra de la Moneda, local tradicionalmente conocido por la práctica de parapente cerca de Belo Horizonte, en Brasil, el Trooper Thiago Miceli nos muestra que el frío en la barriga y la sensación de adrenalina ya comenzaron. “Siempre me gustaron las cosas del aire. Hice cursos de monomotor y también pilotaba un aeromodelo. Cuando descubrí que un amigo de mi padre estaba volando de parapente, vine aquí a verlo volar, hice la clase experimental el mismo día y nunca más paré. Eso fue hace unos diez años”, cuenta Thiago antes de iniciar nuestra sesión de fotos.
Miceli, como es más conocido, es desarrollador Back-end senior de HotPay, sistema internacional de pagos de Hotmart. Para él, el parapente le ayuda a mantener el foco, a evaluar los riesgos y a tomar decisiones de forma rápida, habilidades fundamentales para su trabajo, especialmente por actuar en un área crucial como la de pagos.
El Trooper cuenta que, diferente de lo que mucha gente piensa, volar de parapente no es solo disfrutar de la vista desde arriba. Es necesario mantener la atención todo el tiempo, planificar qué hacer y a dónde ir para no tener problemas. “Lógico que se disfruta, pero tienes que estar concentrado la mayor parte del vuelo, calcular los movimientos y los riesgos que estás dispuesto a correr. El parapente es un ejercicio de cálculo de riesgos y cada decisión tomada en el aire tiene que ser rápida y estratégica”, afirma.
De sus mejores vuelos, Miceli recuerda un récord personal, cuando recorrió una distancia de unos 40 km y llegó a la ciudad de Congonhas. También llegó a tres mil metros de altura en otra ocasión en la Sierra de la Moneda, siendo que cuatro mil metros es usualmente la altitud máxima para vuelos de parapente.
Nuestro desarrollador, sin embargo, ya pasó algunos sustos. Una vez “cogió una descendente” — término para la corriente de aire que empuja hacia abajo — y no tenía un lugar seguro para el aterrizaje, teniendo que cambiar repentinamente la trayectoria del vuelo. Otro día calculó mal el aterrizaje y terminó atrapado en un árbol. También ha visto a otras personas pasando por momentos muy peligrosos y desafortunadamente también ha presenciado algunos accidentes.
Cauteloso, como la práctica del parapente lo exige, Miceli le da un consejo a todos aquellos que quieran comenzar en el deporte: buscar una escuela credenciada. “No intentes solamente mirar en internet o aprender de un amigo. Con el parapente necesitas estudiar y hacer los entrenamientos. Para aprovechar el deporte con seguridad, tienes que mezclar práctica y teoría, siempre con orientación”, nos enseña.
La satisfacción del Trooper al final de nuestra sesión de fotos es evidente. Todo el tiempo que estuvimos en la Sierra de la Moneda saludó viejos amigos y recordó la sensación gratificante que es volar. Más aún: recordó todo el aprendizaje que el parapente le trajo a su vida y que aplica en su día a día, muchas veces de forma automática, sin darse cuenta de la relación con el deporte.
