Ahora, ella pide más.
Pedal al metal, no necesito esa ciudad.
Empiezas junto al océano, trabajando las faldas de la cordillera, dando pedal entre arboles con la suavidad de la excitación. Todo tiene su momento, y para cuando dejas esa suavidad, te llega el golpe, sobre aquel asfalto caliente, un muro de viento que consigue sacar de ti una exhalación. Sacas tu forma, te asomas y dejas caer todo tu peso con cada pedal que das, quieres romper ese maldito muro.
El boom, boom de tu corazón al llegar mientras vas subiendo piñones y los músculos empiezan a correr llenos de sangre y sudor. Voy a llegar, y voy a probarlo, tan rápido como pueda con la rabia en la boca, en contra de ella. La montaña.
Extremos, sin contemplaciones jugando en cada curva la perdición del día. Sin mucho que decir, sin mucho que ver, cerrado en mi mundo dando pedal sin pensar. Sentir y empujar, siempre se puede ir a más.
Hasta el final.
