Casa de las Cadenas: un ejemplo más del derrumbado patrimonio guanabacoense

Camila Lorenzo
TuCuba
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5 min readSep 5, 2021

Un anciano me confrontó en plena calle mientras, con voz calmada, se lamentaba de lo que nuestros ojos observaban. El patrimonio histórico-cultural de Guanabacoa se está perdiendo, exclamó. Sus palabras se tornaron nostálgicas al dirigirlas hacia la maltrecha Casa de las Cadenas, ubicada justo en frente de nosotros.

Guanabacoa se cae a pedazos y nadie hace nada. La Villa de Pepe Antonio no puede más. Luego de tantos años de colonialismo, guerras de independencia y socialismo, sus edificios están gritando, inútilmente, que les pasen la mano.

Uno de los ejemplos más tristes de su historia es la antigua Casa de las Cadenas, ubicada en la esquina de las calles Cadenas y División. Construida a principios del siglo XVIII -aunque sus primeros registros datan del año 1724-, esta edificación fue considerada, en su tiempo, la única de dos niveles existente en Guanabacoa.

Estilo arquitectónico de la Casa de las Cadenas

Se recuerda de tamaño mediano, con estancias amuebladas y luminosas, de altas puertas con claveteado broncínico, arcos de medio punto, y ventanas amplias. La sombra de sus patios y su distribución tripartita era típica de las casas señoriales de los siglos XVIII y XIX.

Su fachada presentaba un estilo mudéjar que, junto al popular y el neoclásico, caracteriza(ba)n la arquitectura guanabacoense del periodo colonial.

El estilo mudéjar, originario de la influencia árabe, recibe su nombre de los mahometanos que, mientras convivían con los cristianos, le transmitieron a estos las características y particularidades de sus construcciones: puntal alto, frecuente zaguán, patio central con aljibe, techo interior cuatro aguas y tejado exterior de dos aguas con aleros de tejaroce.

Mito detrás de la Casa de las Cadenas

En 1721, tres años después de haber sido construida la Iglesia Parroquial, un ciclón o tormenta tropical azotó Guanabacoa, dañando el techo del templo. En medio de la tormenta, algunos vecinos tomaron las imágenes y el sacramento y las decidieron guardar en otro recinto. El lugar elegido fue la Casa de las Cadenas.

Don Esteban Pérez de Rivero, su primer residente, abrió las puertas de la Casa para darles provisional acogida, celebrando en ella los acostumbrados oficios religiosos.

De acuerdo con la creencia de esa época, el 14 de julio de 1729 Pérez de Rivero obtuvo, por real cédula despachada en Sevilla, la merecida concesión de perpetuar con cadenas las columnas levantadas al efecto en el exterior de su morada. Dice la leyenda que de aferrarse a ellas un perseguido por la justicia, estas le proporcionaban al acosado el asilo y amparo del que disfrutaban las iglesias, obligando a que los jueces dictaran sentencia con mayor clemencia.

Sea fantasía o realidad, lo bonito de este cuento popular es la significación de estas cadenas liberadoras que, en vez de esclavizar, otorgaron a Guanabacoa el sello inconfundible y profundo de su señorío y mitología. De ahí proviene el nombre de Casa de las Cadenas.

Intentos por salvarla

Por los años 40, la Casa de las Cadenas fue sede de la Oficina de Servicios Jurídicos-Mercantiles, que se encargaba de brindar servicios de asesoramiento comercial y legal. Pero años antes, quizás por el 1930, la Unión 25 de Guanabacoa de la Asociación de Caballeros Católicos de Cuba mantenía una oficina -que también servía como local de reuniones- en la planta alta.

Ya en aquel entonces se podían vislumbrar síntomas del progresivo deterioro de su fachada, por lo cual los integrantes de este selecto club decidieron redactar una carta y remitirla a la Directora de Cultura de su municipio, a la razón de apropiarse del inmueble y declararlo Monumento Nacional o Municipal.

La carta decía:

“No es el simple hecho de conseguir un local lo que nos mueve (…), sino el SIGNIFICADO HISTÓRICO que posee este viejo edificio y que miradas ambiciosas, para las que nada dice la tradición gloriosa de los pueblos, han deseado demoler para levantar en su lugar un moderno edificio de apartamentos como si no hubiese otro lugar donde hacerlo. Afortunadamente este peligro parece que ha pasado por el momento.

Los Caballeros Católicos de la Unión 25 hacen el compromiso formal con la Dirección de Cultura del Municipio de Guanabacoa de establecer en la planta baja de este edificio un MUSEO DE HISTORIA MUNICIPAL con una biblioteca de Historia anexa para el estudio objetivo de la Historia por los niños de las escuelas locales y de la cultura general de la población y de los turistas que acuden a esta legendaria Villa(…)”

No hubo respuesta a tal petición. La carta no fue leída, sino desechada directamente a la basura, y si no llega a ser por uno de los secretarios de la Oficina que la rescató en cuanto la vio, hoy en día no se tendría conocimiento de la misma.

Al cabo de los pocos años, la Unión 25 y demás oficinas ahí establecidas tuvieron que desocupar el inmueble al considerarlo imposible de habitar y temer un inminente derrumbe.

Significación histórica de la Casa de las Cadenas

Como la Casa de las Cadenas solo existen dos más en el mundo: una en México y otra en Sevilla, España. Esto podría explicar, en parte, su valor patrimonial y cultural, y el por qué se considera un ultraje su abandono. Antigua fuente de mitos, libertadora de guanabacoenses y hogar de innumerables clubes o asociaciones, la Casa de las Cadenas se erige encorvada por el paso de los años, ya cansada y arrugada, y espera, como muchos de sus hijos, que alguien se apiade de su historia.

Ese alguien bien podría ser la Oficina del Historiador de la Ciudad o, incluso, una nueva Oficina del Conservador en Guanabacoa, al ser portadora de un Centro Histórico -junto al de La Habana Vieja, representan los dos únicos de la capital-.

Mientras tanto se mantiene la eterna espera, al lado de un cartel relativamente inútil colocado en su fachada.

Algunas fuentes:

Rensoli Medina, Rodolfo. Revista Causa. Número 1. Pág 7–8. Junio 2016.

González Roca, Armando. Revista Causa. Número 1. pág 33–36. junio 2016

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Camila Lorenzo
TuCuba
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(La Habana, 1998) Estudiante de Letras. Melómana empedernida. Escribo lo que voy siendo.