Aniquilación creativa

Nahema Vivo
Uncommon Design Strategy
9 min readNov 5, 2019

--

En los ochenta, California se convirtió en el nuevo crisol del “Sueño Americano” gracias a la promesa que el California Dream y su cultura surfer te hacía si eras adulto joven en esa década: poder renunciar tu trabajo corporativo y sus estreses, vender tu casa por el triple de su valor, usar ese dinero para mudar a tu familia de 5 a las costas del Pacífico, hacerte rico y famoso en poco tiempo, salir a surfear los fines de semana y morir a los 41, con el pelo decolorado y la piel achicharrada, a manos de la gran ola que estuviste persiguiendo «toda la vida» y pudiste navegar por unos segundos antes de que te revolcara y te convirtiera en uno con el mar.

Y o era casi un bebé (no es cierto, ya tenía mis añitos) cuando en el 87 salió una canción de los Surfaris que se llama «Wipe Out». De hecho es lo único que dice la canción: wipeout una y otra vez. Pero lo dice entre risas, entonces nunca asocié la palabra con un sentimiento negativo… hasta ahora.

Wipeout, en su definición surfer, es cuando «agarras» mal una ola y ésta te tumba y te revuelca.

Wipeout, en su definición Merriam-Webster, significa destrucción completa; aniquilación.

En mi búsqueda de ideas para este artículo encontré mucho material de lectura sobre qué hacer si sufres de fatiga creativa (creative burnout), la cual Christina Maslach, profesora de psicóloga en UC Berkley reconocida por sus estudios sobre fatiga ocupacional, define como:

“Un síndrome psicológico que aparece como una respuesta prolongada a estresores interpersonales crónicos en el trabajo, [lo que resulta en] un agotamiento abrumador, sentimientos de cinismo y desapego, y una sensación de ineficacia y ausencia de logros”.

En esta misma búsqueda de ideas e información, al día de hoy he encontrado cero fuentes que hablen de qué hacer si lo que sientes ya sobrepasa, el agotamiento, el cansancio o la fatiga y ahora lo que sientes es que ser creativo; estar creando día tras día, mes tras mes, año tras año te está destruyendo completamente; aniquilando.

Yo no soy psicóloga pero a veces interpreto a una en mis sueños de día y tengo 15 años creando, diseñando y llegando a este punto de devaste una vez cada par de años, así que con la autoridad que esto me confiere, aquí van 3 consejos que sigo cada vez que siento que voy a aventarme de un risco a que me arrastren las olas con todo y computadora si una persona más se pone atrás de mi a ver algo que no está terminado y, con una mano en la barbilla, dice: «Mmm, como que le falta “algo»:

1. No te lo tomes personal tuyo de ti.

Según Maslach:

“Las personas que experimentan ‘creative burnout’ no están simplemente agotadas o abrumadas por su carga de trabajo. También han perdido una conexión psicológica con su trabajo, lo que tiene implicaciones para su motivación e identidad”.

Es difícil no quedarte pegado en el ciclo de dudar de ti mismo y perder la fe en tus habilidades cuando alguien destripa una idea que trabajaste por semanas. Es más difícil cuando la persona encargada de esta tarea es tu némesis de oficina, la que pide opiniones hasta de la prima que vive en Abu Dhabi porque «Allá saben más de esto», o la que solo dice cosas como «Quisiera algo más “Pinterest-oso”». Es casi imposible cuando todo urge y era para ayer.

Lo más probable es que el fin de la(s) persona(s) que da(n) un feedback no sea lastimarte personalmente. Pero ¿cómo lograr no tomártelo de esa manera, si es TU trabajo el que está(n) criticando? ¿Cómo saber qué de lo que te están diciendo puede ser de provecho y qué puedes desechar sin que ese proceso te desgaste aún más?.

Alguna vez tuve un director que odiaba con pasión el color café. Decía que era «el color de la caca». Cuando se le presentaba algo que tuviera cualquier tono de café su feedback era «está horrendo» o «qué asco». Era difícil no terminar sintiendo que todo lo que hacías era horroroso y arrepintiéndote de no haber estudiado para doctor o abogado, como querían tus papás, después de escuchar lo mismo varias veces.

En mi frustración por no poder cambiar su percepción sobre el color de ninguna manera, un día me encontré con un artículo en donde Denis Wilson escribe una serie de tips de Mark Murphy, autor experto en liderazgo organizacional, para aprovechar críticas a tu favor en donde dice que:

“Si cada gramo de comentarios se personaliza, si se considera una acusación de quién eres, de tu existencia y razón para vivir, entonces será difícil aceptar comentarios. Pero si la retroalimentación se ve como un punto más de datos para asimilar, analizar y permitirte tomar una mejor decisión, entonces no es tan emotivo. Y esa es una de las principales lecciones sobre la retroalimentación: las personas que son mejores en esto, lo despersonalizan. Lo ven como información. Eso es todo lo que es”.

La siguiente vez que llegó un «bomberazo» en el que el diseño tenía que incluir montañas, tomé el no usar color café como un dato de información más del brief y no como un capricho irracional de mi director. Las montañas las puse sobre un atardecer, usando azules, morados y plateados. Fue un cambio pequeño que quedó aprobado a la primera.

Quitarle el factor emocional a ese proyecto me permitió dejar ir el pensamiento de que no daba el ancho por no tener el talento necesario que me invadía todos los días, lo cual fue muy alentador.

2. Libera el superpoder del “No”

El trabajo creativo trata de construir. Decir «sí» es una herramienta muy poderosa que abre puertas a nuevas posibilidades y oportunidades. El «no» también. Pero hay que usarlo sabiamente.

Al ser una palabra definitiva que es percibida como limitante, a muchos no nos gusta escucharla. Pero también es una palabra indispensable porque los límites son necesarios. La psicóloga Judith Sills menciona en su artículo de Psychology Today que:

“Decir ‘no’ a algo, es decir ‘esto es lo que soy; esto es lo que valoro y esto es lo que estoy dispuesto a hacer”.

En otras palabras, decir «no» es pintar una raya que no quieres cruzar porque necesitas entender, absorber o disfrutar lo que está detrás de ella. Un «no» a algo es un «sí» a otras cosas.

Cuando diseñaba para revistas tuve la oportunidad de trabajar con ilustradores muy talentosos. Con 99% de ellos nunca tuve problemas de tiempos de entrega o calidad de trabajo. El 1% fue un ilustrador que dijo que sí a ilustrar el artículo más importante de la edición de un mes. Al principio todo bien: estuvo en comunicación constante y mandó bocetos a tiempo. Después de eso desapareció de la faz de la tierra por dos semanas. No contestó correos, mensajes, llamadas. Nada.

Cuando ya se estaba imprimiendo la revista (que resolvimos de última hora con otros recursos) mandó un mail con las ilustraciones y su factura, preguntando cuándo recibiría el pago por su trabajo. La razón que dió para explicar su desaparición fue una enfermedad casi fulminante que lo tuvo incomunicado, pero a la vez estresado por nuestros múltiples intentos diarios por comunicarnos con él…

La realidad terminó siendo que estuvo de vacaciones por Europa, documentando todo en sus redes sociales.

Está de más decir que ese ilustrador, por más talentoso que es, quedó vetado de futuras colaboraciones. Y todo por no decir que «no» a algo que sabía que no iba a poder hacer y decir «sí» a dos semanas de vacaciones sin mails, llamadas, mensajes, DMs y casi, casi palomas mensajeras.

Si no vas a alcanzar a entregar algo a tiempo, comunícalo. Si no puedes, dilo. Si no quieres, también. Son restricciones sanas con las que estarás diciendo «sí» a entregar algo de calidad pero en más días; «sí» a necesitar ayuda; «sí» a disfrutar tu fin de semana (o vacación) en lugar de pasarlo miserablemente, odiando tu trabajo y tu vida.

El «no» es un superpoder. Es una superherramienta que sirve para vivir y trabajar mejor cuando sientes que ya no puedes más.

Ahora, si dijiste «no», es «no» y respétalo. Soy culpable de muchas veces decir eso y como quiera intentarlo. El resultado ha sido pasarla mal por gusto y que la gente a la que le dije «no» deje de creerme y me vea como una persona negativa que no quiere trabajar, cuando la realidad es todo lo contrario.

3. Usa el enojo a tu favor

La gran Elle Woods tenía razón en muchas cosas. La más importante de ellas es que las endorfinas te hacen feliz y, pues,

Pero siendo realistas, es difícil sentirte feliz cuando tu cliente te habla un sábado a las 11 de la noche para preguntarte por qué no puede abrir el Wetransfer que le mandaste hace 3 semanas pero que necesita en ese instante o te va a correr.

Lo más humano en esos casos enojarte y eso lo puedes llegar a usar a tu favor si lo canalizas de manera correcta.

Reprimir emociones puede convertirlas en sentimientos incontrolables, impredecibles, explosivos y destructivos. El enojo no expresado tiende a convertirse en resentimiento y a veces odio.

En un artículo de cómo el enojo puede ayudarte a desatar tu potencial creativo, el escritor Graham Young explica que:

“Estar enojados generalmente nos hace actuar de manera irracional e impredecible. Enojados imaginamos hacer cosas que nunca haríamos en realidad. Sin embargo, estamos tan emocionados que damos menos importancia a los estándares sociales que de otra manera dirigen nuestros pensamientos, comportamientos y decisiones”.

Es decir, al enojarte empiezas a conectar experiencias pasadas con lo que te está pasando en el presente y a generar ideas nuevas, libres de restricciones sociales o personales, para solucionar la situación; esto causa que te emociones y esta emoción empieza a liberar endorfinas las cuales comenzarán a inundar tu sistema causando que, poco a poco, te sientas mejor y pienses más claramente.

Una de las cosas que este artículo recomienda para liberar el coraje de manera productiva y que varios psicólogos nos dan para recuperarte del burnout creativo, es encontrar alguna actividad que te haga no pensar en lo que te está haciendo enojar. La más obvia es el ejercicio pero si no tienes tiempo, o eres de los que no les encanta eso de andar sudando, puede ser cualquier actividad en donde muevas alguna parte de tu cuerpo: caminar, bailar, jugar algún video juego, cocinar, cantar, tocar algún instrumento, hacerle caras a tu hijo o aventarle una pelota inexistente a tu perro por unos minutos. Puede ser, incluso, alguna que te lleve a mover el cerebro, sin extralimitarte.

Algo que yo hago para usar el enojo de una manera positiva es consumir cosas que no me gustan. Ver anuncios, telenovelas o series y leer libros que no son de mi total agrado me lleva, primero a olvidarme de lo que me tenía enojada del trabajo y después a «jugar» a buscar alternativas diferentes para mejorarlos, lo cual me hace muy feliz.

Encontrar qué te puede ayudar a liberar tu enojo de manera productiva puede ayudarte mucho ver las cosas desde otra perspectiva y a que dejes de buscar cambiar de trabajo cada 3 meses porque ya no aguantas el que tienes.

Ga 👏🏻ran👏🏻ti👏🏻za👏🏻do.

Sentirte cansado de tu trabajo, sobre todo cuando es creativo, es parte de la vida. Sentir que vas a llorar si tienes que pensar en otro nombre o diseñar otro logotipo más para la idea de tu cliente, también. Si lo que estás esperando es tener un trabajo que te cause cero estrés en el que nunca pase esto, es probable que pases toda tu vida buscándolo.

La próxima vez que sientas que tú y tu creatividad están a punto de ser aniquilados por la marea de los feedbacks poco productivos y las entregas urgentes intenta seguir alguno de estos consejos. Ya si ninguno funciona cierra los ojos y piensa en las playas del Pacífico californiano, con sus hermosas e imponentes olas y en que no hay edad límite para mudarte allá y aprender a surfearlas.

--

--