Fair Cricket Farming

¿Por qué es hora de rediseñar la forma en la que consumimos y producimos comida?

Iranzu Monreal
Uncommon Design Strategy
5 min readMar 26, 2018

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Nuestro sistema, orientado irrefrenablemente al crecimiento, tiene que cambiar si queremos alimentar a las casi 10 billones de personas que albergará la tierra en 2050.

“El sostenimiento de la gran y creciente complejidad del sistema urbano-agroindustrial requiere de un fuerte flujo de energía de alta calidad. (…) El problema también es material, pues además se están alcanzando los picos de distintos compuestos básicos (fósforo, cobre o incluso tierra fértil y agua) (…) Entre estos desajustes destacan el cambio climático (ya es casi imposible que se produzca un nuevo equilibrio climático) y la sexta extinción masiva de biodiversidad de la historia de la vida. (…) El detonante del colapso civilizatorio será el final de los combustibles fósiles baratos y abundantes, pero los elementos que determinarán un nuevo contexto serán el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.”

Historia de la humanidad desde el papel de la energía (pero no solo). Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes.

Una de las múltiples facetas de la crisis global que afrontamos es la alimentaria. La humanidad se enfrentará en las próximas décadas a un escenario muy complejo, la población crece a medida que los recursos disminuyen.

¿Cómo podremos hacer frente a este incremento en la demanda, siendo cada vez más escasa la superficie de tierra fértil?

Si mantenemos los métodos habituales de producción agroalimentaria, las consecuencias podrían ser un aumento de las emisiones de gases invernadero, la deforestación de los bosques y la degradación de la tierra fértil para finalmente vernos inmersos en una intensa competición por los recursos naturales del planeta, un planeta cada vez más degradado.

Fotograma de Mad Max Fury Road.

Inevitablemente nos encaminamos hacia una transición a otras formas de alimentación. Si esta transición nos lleva a escenarios más positivos o negativos depende de nosotros y de nuestra capacidad para anticiparnos a estos escenarios futuros que predicen el colapso. Hasta ahora hemos afrontado estos retos de forma reactiva, y es por esto que encontramos en la anticipación una herramienta que nos va a permitir distanciarnos momentáneamente de los problemas del presente para afrontar los del futuro. Ya no podemos permitirnos esperar impasibles la llegada del colapso. Es nuestra responsabilidad aprovechar las oportunidades y el potencial que tenemos para dirigirnos hacia el escenario más preferible para el planeta.

En esta búsqueda de fuentes de alimentación alternativas, no basadas o que minimicen el uso de tierra fértil, encontramos en los insectos una clara promesa. Considerados por la FAO como “una prometedora alternativa a la producción de carne convencional, tanto para consumo humano como para alimento de ganado” , y formando parte de la tradición de muchas comunidades a lo largo del mundo, los insectos comestibles son una opción más que considerable.

Gracias a los estudios nutricionales realizados hasta el momento, podemos afirmar que los insectos son ricos en proteínas, grasas poliinsaturadas y cuentan con altas concentraciones de calcio, hierro y zinc. Su cría emite menos gases invernadero y menos emisiones de amonio que la mayoría de ganado convencional, ya que no es una actividad basada en el uso de la tierra. Además de todo, son muy eficientes convirtiendo alimento en proteínas (buen FCR o feed conversion ratio). La infraestructura necesaria para los sistemas de cría no requiere apenas inversión de capital y tecnología, representando así oportunidades para los sectores más pobres de la población tanto a nivel urbano como rural.

Vendedora de chapulines en Oaxaca. Fuente: FAO

A pesar de estos datos prometedores, también encontramos grandes deficiencias a la hora de impulsar el consumo de insectos.

Actualmente, gran parte de los insectos comercializados como alimento humano proviene de la recolección, sin embargo, esta no es suficiente para la promoción de la entomofagia. Un aumento en la demanda, dada la escasez de recursos naturales, podría provocar la destrucción de los ecosistemas y sus implicaciones en las comunidades que tradicionalmente se han dedicado a ello.

Por otra parte, apenas se han desarrollado sistemas de cría masiva, tampoco se ha investigado lo suficiente con respecto al impacto en la salud (pesticidas, contaminantes, metales pesados, patógenos y alérgenos). Sumado, existe una falta de marcos regulatorios que claman la urgente intervención por parte de organismos oficiales.

El consumo de insectos es una industria que está naciendo.

Comenzó con el propósito de abordar uno de la grandes problemas a los que se va a enfrentar la humanidad en las próximas décadas, la crisis alimentaria, pero todavía tiene un amplio margen de investigación y desarrollo. Fue la existencia de estos vacíos lo que nos llevó a diseñar una forma de cría que produjese insectos confiables y seguros, pero que también impulsase esta nueva economía en las comunidades en las que realmente es una oportunidad de desarrollo económico.

En la publicación “Entomofagia y poder”, analizaron 98 compañías dedicadas a la comercialización de insectos como alimento humano o animal en 2015, de las cuales 73 fueron creadas a partir del año 2013, y la mayoría de ellas estaban basadas en Estados Unidos o Europa. Sin embargo, la estrategia de marketing de muchas de ellas se basaba en una narrativa poco clara, ya que citan datos relativos al consumo de agua o al FCR (feed-conversion ratio) entre otros, de una forma amplia y difusa, sin aplicarlo al contexto específico de los productos en venta. En un análisis interno que realizamos en Uncommon vimos cómo, en muchos casos, las empresas no eran transparentes sobre el origen de los insectos comercializados. Es decir, estudios como el de la FAO, por ejemplo, están siendo utilizados por estas empresas para dar soporte a su narrativa como una estrategia de marketing. Así, los productos entomofagicos actuales, reproducen las estructuras de poder en las que se enmarca la comercialización de cualquier otro producto alimentario, suprimiendo y dejando de lado las oportunidades que ofrece a nivel político y humanitario.

Fair Cricket Farming.

Con esta oportunidad en nuestras manos, y volviendo al inicio del texto, tenemos el potencial, y con este la responsabilidad, de anticiparnos a problemas que sabemos que van a afectar al mundo en el futuro, si bien nos movemos en la incertidumbre de cómo y en qué grado. Asumiendo estas responsabilidades, hemos desarrollado Fair Cricket Farming: un modelo social por el cual, mediante granjas de cultivo de insectos, presentamos una alternativa asequible y sostenible que permite acceder a todas las personas a sistemas de producción de insectos tanto para su comercialización como para su auto consumo.

Para conocer más sobre cómo nació este proyecto, descarga el reporte: Industria de Insectos comestibles hacía 2015.

Si tienes comentarios, sugerencias o dudas, no dudes en escribirme a iranzu@noescomun.com :)

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