¿Ha nacido el futuro?

Rafael A. Nieto Roca
unilibros
Published in
5 min readMay 18, 2020

La edición universitaria en los tiempos de coronavirus

Por Marco Giraldo y Esteban Giraldo*

Ante el cierre del mundo por una pandemia galopante, la gran pregunta que ha rondado las charlas, los debates, las conversaciones entre colegas editores, libreros y distribuidores ha sido: “y ahora, ¿qué?”.

La primera reacción que muchos editores universitarios tuvieron al anuncio del cierre de universidades fue la de soltar el cinturón de seguridad y liberar catálogos completos a través de sus repositorios institucionales (para la muestra, los fondos de la Universidad de los Andes, de la Javeriana y la Universidad de Medellín), otras universidades optaron por opciones menos drásticas y han liberado parcialmente sus fondos.

Veamos algunos ejemplos: Editorial UTadeo abrió parte de su fondo con el ánimo de que sus estudiantes y profesores tuvieran el material de clase disponible; se trataba de material guía para las asignaturas que se imparten en la universidad. Por otro lado, la pandemia hizo que el proyecto de acceso abierto digital de Ediciones Unisalle tomará más fuerza y las métricas alternativas se transformaron en una manera efectiva (y quizás, fundamental) para medir las consultas: tres semanas después de comenzar con el programa de liberación, se han efectuado más de cuatro mil descargas que no sólo se han dado en Colombia, sino en España y en toda América Latina. Y esperan que, al final, más allá del crecimiento estadístico, el esfuerzo redunde en la generación de redes investigativas. La Editorial Universidad del Rosario dejó en acceso libre ciertas colecciones de su catálogo. Inclusive, liberó algunas novedades que aún no ven la imprenta. La Universidad Santo Tomás tomó la opción de visibilizar lo que ya se encontraba en acceso abierto y liberar más de 150 títulos de manera restringida, sólo a su comunidad universitaria.

Fuente: http://benjybrooke.tumblr.com/

¿Son estas soluciones adecuadas para los editores universitarios?

La sospecha es que las métricas de descargas o visitas a los repositorios, y por lo tanto la lectura de sus materiales, comparándolas con los periodos de “normalidad”, sin duda aumentarán debido al doble estímulo: la gratuidad y el confinamiento. Y esto sin considerar la ganancia reputacional de las instituciones que capitalizaron en términos de solidaridad en tiempos de crisis la liberación masiva de sus fondos.

Sin embargo, cabría preguntarse por la efectividad de esta respuesta en el mediano y en el largo plazo. Con esos horizontes, las preguntas deberían ser: ¿por qué y para qué liberamos esos contenidos? ¿Con qué estrategia? ¿Qué mensaje queremos transmitir con ello?

Pieza de divulgación de Ediciones USTA que anunciaba la liberación de parte de su catálogo.

En un momento en el que la sobresaturación reina, liberar más contenidos sin que esas preguntas tengan respuestas concretas es como lanzar una botella al océano y esperar que alguien la recoja y atesore tantocomo nosotros atesoramos el empeño y el trabajo puesto en cada una de esas publicaciones. Y de entrada, pareciera que reina el deseo de mostrar, mostrar y mostrar: es imperativo mostrar que el sistema sigue funcionando y que seguimos trabajando. No está mal: cada quien cacarea los huevos como mejor le parezca. Pero en ese afán de hacer visible — expresión que, por demás, adora la edición académica — puede perderse de vista a actores que son fundamentales para que esa visibilidad sea posible, en especial los más protuberantes: los distribuidores y los libreros. ¿Qué papel juegan en un ecosistema en el que el lector universitario confía en que puede llegar a los contenidos académicos de nuestras universidades sin pagar y sin que sea necesaria ninguna intermediación? Dicho de otra manera: ¿cómo se conciliará este nuevo panorama con los canales de distribución digital venales que ya se han construído y en nuestros pagos apenas se estaban consolidando? ¿Pueden los editores y los libros universitarios prescindir de distribuidores y libreros tradicionales y confiar su visibilidad a los repositorios institucionales? ¿Al hacerlo así, paradójicamente, en vez de abrirnos, no nos estaremos cerrando?

La Universidad de la Salle habilitó algunas colecciones de su catálogo para consulta en acceso abierto.

Por ahora, nadie se atreve a responder estas preguntas con absoluta certeza, aunque dada la coyuntura resultan apenas legítimas. Y las expresamos sin ningún ánimo tendencioso. Además, a partir de ellas surgen otras que nos competen a los editores universitarios en carne y hueso: ¿se acabará la generosidad bibliográfica una vez acabe la pandemia? ¿O quedamos ya, espoleados por la crisis, en que la “normalidad” es el acceso abierto? Como editores universitarios ¿estamos preparados para las exigencias, sobre todo presupuestales, que exige ese nuevo mundo? En las cada vez más maltrechas economías institucionales, ¿están nuestras universidades preparadas para renunciar al — aunque sea pequeñísimo — retorno comercial que tienen nuestros libros?

Por ahora, ha resultado más que evidente que en momentos como este, tan particulares, la unión hace la fuerza: la alianza de varias universidades y dos distribuidores generó una programación de dos semanas en la Feria Virtual del Libro Académico, que deja unas audiencias que los editores universitarios nunca tendremos físicamente. La franja FILBoDebates de FILBoEnCasa que preparó la Red Conversa han superado las expectativas en términos de audiencia. Iniciativas como Serendipia han permitido articular a autores, editoriales y lectores, de maneras que, por solidarias, hasta antes eran impensables.

Charla ‘Ficciones periodísticas’, en el marco de la franja FILBoDebates de la FILBoEnCasa

Así, la percepción de los editores es que el escenario virtual, explorado en estos días de cuarentena como nunca, no necesariamente es un sucedáneo de urgencia de la presencialidad, sino que tiene entidad en sí mismo. La ventaja, claro, es que los eventos en canales digitales tienen una condición semiefímera: a pesar de que suceden una vez, al quedar grabados y disponibles inmediatamente, la audiencia puede repetirlos hasta el cansancio, dándonos una ilusión de número grande que nos llena y nos ayuda a llenar reportes.

Pero, de nuevo, debe recordarse que estas iniciativas han sido posibles gracias a que se han juntado voluntades en torno a un interés que trasciende la visibilidad de la edición universitaria, en el que están involucrados la Cámara Colombiana del Libro, autores, editores, distribuidores, libreros, lectores y curiosos de todos los ámbitos.

Quedan abiertas las preguntas.

(*) Marco Giraldo es director editorial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y Esteban Giraldo es director editorial de la Universidad Santo Tomás de Bogotá.

--

--

Rafael A. Nieto Roca
unilibros

Papá. Todo lo que me mueve, me estremece, me inspira y me aterra. Journalism, publishing and podcasts enthusiast.